José Luis Gil
Perú21, 13 de febrero del 2025
«Sin embargo, no cesan las extorsiones, amenazas ni el sicariato, como el asesinato del abogado Oscar Medelius y su acompañante Juan Miguel Huidobro, en la avenida Universitaria, en Carabayllo, el lunes pasado, dejando además una persona herida de gravedad…».
En las últimas dos semanas, la Policía Nacional del Perú ha desarrollado una agresiva estrategia operativa para sacar de circulación a quienes siembran el terror en las calles, capturando a muchos de ellos. Sin embargo, no cesan las extorsiones, amenazas ni el sicariato, como el asesinato del abogado Oscar Medelius y su acompañante Juan Miguel Huidobro, en la avenida Universitaria, en Carabayllo, el lunes pasado, dejando además una persona herida de gravedad, que ha opacado los resultados policiales positivos, porque estos hechos alientan el temor en los ciudadanos.
Desde esta columna hemos planteado que existe una cultura criminal con sistemas, subsistemas y microsistemas criminales que tienen tres objetivos: el dinero, el control territorial y el poder político. Respecto del tercer objetivo, el poder político, es prematuro aún decir que ya empezaron los crímenes políticos, pero prevemos que podría pasar en el mediano plazo con el inicio de la campaña electoral de 2026; respecto del “dinero” y el “control”, está en pleno desarrollo. Aunque algunos de nuestros detractores, dizque “expertos” en seguridad, pero ignorantes del tema, crean que “nos inventamos dogmas”, les decimos que el nivel de análisis que hacemos corresponde a estudios y experiencia de más de 40 años, así que mejor a morderse la lengua, mediocres.
Tanto los sistemas criminales (Tren de Aragua, Choneros, Mafia China, Comando Vermelho, entre otros) como los subsistemas (todos los derivados de estas organizaciones criminales, como Los hijos de dios, Los hermanos J, en La Libertad, entre otros) y los microsistemas (cobro de cupos, sicarios, extorsionadores, colocadores de bombas o balas) están en plena evolución, y no solamente están integrados por delincuentes venezolanos, sino, por colombianos, mexicanos, brasileños, ecuatorianos y chinos, quienes, en el mediano plazo, intentarán dominar su “territorio” con todas las formas criminales posibles bajo su control. Se espera una “guerra de bandas” más adelante.
Si bien el ministro del Interior, Juan José Santivañez, está librando sus propias batallas con sus eventuales enemigos, los caviares, quienes aprovechan el alto nivel de criminalidad para implementar una narrativa negativa y pulverizarlo políticamente, creemos que la estrategia policial debe continuar sin descanso, aun con la incomprensión ciudadana porque ese es su deber. Tenemos que exigirles más resultados, pero es justo también reconocer sus resultados, los esfuerzos y sus limitaciones económicas y logísticas en las que trabajan.
El Gobierno ha demostrado voluntad política llamando a la unidad para enfrentar el fenómeno criminal, asignando recursos para implementar la Policía Nacional, participando con organizaciones extranjeras como el Departamento de Seguridad Nacional de los EE.UU. (DHS por sus siglas en inglés) para combatir el crimen, reunirse con los otros poderes del Estado y el empresariado para recibir sus aportes, así como participar en las mesas técnicas en el Congreso. Lo que falta es solo aterrizar pronto en una estrategia y ese es el desafío del Gobierno para frenar la evolución criminal que nos azota. Sí se puede.