Por: José Luis Gil
Perú21, 17 de Noviembre del 2022
“Preocupa que, frente a la protesta ciudadana, el comportamiento dictatorial de Pedro Castillo y su ministro del Interior tratarán de impedir el ejercicio de este derecho”.
La estrategia palaciega para mantenerse en el poder de manera indefinida empieza a hacer agua por todos lados. Pese a que no cuentan con la aprobación ciudadana (en el plano nacional), y ya algunos países como EE.UU. levantan las cejas por la poca transparencia del presidente, la agudización de la crisis continúa, siendo los sectores más afectados agricultura, transportes, la minería y la seguridad ciudadana. La marcha del 5 de noviembre, que es la síntesis de lo hecho por los movimientos ciudadanos en los últimos 14 meses, podría cerrar su círculo con la jornada de lucha programada para el 20 de este mes por quienes integran la iniciativa ciudadana Reacciona Perú.
Los pilares que sostienen nuestra democracia (congresistas patriotas, redes y medios independientes, ciudadanos organizados y espontáneos y Fiscalía-PNP especializada), han evolucionado favorablemente hacia las expectativas de los ciudadanos, quedando pendiente solo el tema del poder. La esperada salida (caída) de Pedro Castillo podría ser de corto, muy corto, plazo si la oposición interpreta correctamente el cambio de la correlación de fuerzas, que incluye hacer entender a los congresistas “niños” que su “reinado” podría terminar abruptamente; y que es necesario un cambio de actitud para salvar al país.
Por otro lado, los “mejores cuadros” al inicio del gobierno, ahora en fuga obligada por las acciones legales de la Fiscalía y la Policía especializada, han sido reemplazados por otro grupo que, en vez de ayudar a su empleador, parece que se empeñan en hundirlo más en el hoyo de negación y de la creencia que es “inocente”. Asimismo, en el Congreso, el “vientre de alquiler” de Perú Libre y el locuaz Vladimir Cerrón miran a sus “engendros” “Movadef” y los de la línea del MRTA, dirigidos por Guillermo Bermejo, que lo han abandonado, dejando una bancada enclenque, supeditada a los caprichos de los desertores. Vladimir Cerrón ya debería admitir públicamente que ha sido utilizado y desechado.
Preocupa que, frente a la protesta ciudadana, el comportamiento dictatorial de Pedro Castillo y su ministro del Interior tratarán de impedir el ejercicio de este derecho; y, seguramente, recurrirá (nuevamente) a la violencia y la represión como lo hizo el 5 de noviembre último. Felizmente, la OEA que él mismo llamó será testigo (espero, no mudo) del real talante totalitario de este gobierno.
Las medidas de fuerza, tanto las convocadas por Reacciona Perú (20, 21 y 22 de noviembre) como las de transporte urbano y de carga (22 de noviembre), así como las de las comunidades campesinas de Cusco y Junín (23 y 24 de noviembre) emergen espontáneamente de la indignación y el hastío ciudadano, y esperamos que ayuden a terminar con este círculo vicioso (y pernicioso) en el que estamos hoy en la política peruana. ¡Vamos Perú! ¡Sí se puede!