José Carlos Saavedra, Director de Análisis Macroeconómico de Apoyo Consultoria
El Comercio, 29 de octubre de 2016
En los últimos meses, estas preguntas se han hecho más frecuentes en varias empresas: ¿si el crecimiento el PBI es cercano a 4%, por qué nuestras ventas crecen mucho menos o están cayendo? ¿Estamos haciendo algo mal y perdemos participación de mercado?
Probablemente muchas empresas harían bien en revisar sus estrategias, pero lo cierto es que no deberían usar el crecimiento del PBI como referencia. Este indicador nos dice cuánto está creciendo la producción y usualmente refleja bien lo que pasa con las ventas de la mayoría de empresas, pero eso hoy no se cumple.
Durante los últimos trimestres, el alza del PBI se explica principalmente por el crecimiento récord de la producción minera. Este incremento puntual, sin embargo, oculta el debilitamiento del gasto de empresas, familias y gobierno. Este gasto, también conocido como demanda interna, es el que determina cuánto crecen las ventas de la mayoría de empresas y se ha venido debilitando a lo largo de todo el año. De hecho, en el tercer trimestre dejó de crecer, algo que no ocurría desde el 2009.
Por eso, dejando de lado la producción minera, la economía peruana está pasando por un proceso de desaceleración intenso y generalizado, no visto desde hace varios años.
El principal determinante de esta desaceleración es el desplome de la inversión privada, que ya lleva tres años cayendo y que ha disminuido hasta los niveles que se invertían en el 2011. Las principales causas de esta caída son los menores precios de los metales, la moderación en las expectativas de crecimiento y las innumerables trabas para sacar adelante proyectos grandes o pequeños. Por eso, las ventas en los sectores económicos más vinculados a la inversión como industria y construcción han caído entre 4% y 5% en el tercer trimestre.
El desplome de la inversión privada también está afectando a las familias, a través de su impacto en el mercado laboral. El empleo formal, que es el de mayor calidad y el que alimenta la expansión de la clase media, está creciendo prácticamente nada. Además, los salarios promedio en el sector formal, que crecían a un ritmo promedio de 4% entre el 2011 y el 2013, dejaron de crecer en el 2015 y cayeron en la primera mitad de este año. Tampoco veíamos una situación tan precaria del mercado laboral desde el 2009. Por eso, es razonable que muchas familias estén controlando sus gastos, lo que ha venido afectando las ventas del sector comercio.
Otro mercado que refleja el debilitamiento de la demanda interna es el crédito bancario. La moderación en los planes de expansión de las empresas y en los gastos de las familias ha reducido las necesidades de financiamiento. Esto explica que el crédito esté creciendo a su tasa más baja en más de 10 años. Además, algunos bancos se han vuelto algo más cautos al prestar, debido al incremento de la cartera morosa.
Diversos mercados confirman este extraño momento en el que el PBI crece a una velocidad envidiable para cualquiera de nuestros vecinos en la región, mientras que las ventas de las empresas al mercado local y la capacidad de gasto de las familias están estancadas.
En este contexto, es notable que tanto las empresas como las familias aún se mantengan relativamente optimistas y esperen que la economía se acelere el próximo año. Esto es positivo, pero la recuperación no vendrá sola y la confianza no va a durar para siempre. Urgen acciones prontas y eficaces para reactivar la inversión, destrabar los emprendimientos privados de todo tamaño, e incentivar la creación de empleo formal.