Jorge Zapata Ríos, presidente de la CONFIEP
Gestión, 11 de abril del 2025
La crisis institucional por la que atraviesa el Perú nos obliga a reflexionar, pero sobre todo a actuar. En los próximos meses nos enfrentaremos a dos opciones marcadamente opuestas: el camino del desarrollo, aprovechando el enorme potencial del país, o la senda de la mediocridad. Esa es hoy nuestra encrucijada, y el proceso electoral que ya se inició, culminará colocándonos en una de esas dos rutas. Por tanto, ya no podemos permitirnos el dejar de involucrarnos en él.
La falta de partidos políticos representativos que canalicen demandas de grandes sectores y de actores que se conviertan en depositarios de expectativas de mucha gente hará difícil encontrar programas claros, equipos compactos y propuestas serias. Por ello, se hace imprescindible intentar llegar a estas próximas elecciones con opciones más enfocadas en la calidad que en la cantidad, pues la posibilidad de escoger el camino equivocado -si no corregimos a tiempo lo que claramente vemos que va mal- es latente.
A doce meses de sellar nuestro destino por los próximos cinco años, partimos hacia esta encrucijada desde una línea de largada en la que, si no hacemos nada, se nos colocará en la ruleta final una legión de más de cuarenta candidatos a la presidencia y diez mil aspirantes al Congreso. Muchos de ellos serán entusiastas participantes que acudirán a la elección con un único plan: el de probar suerte.
¿Qué hacer para evitarlo?
Los líderes de los partidos políticos deben explorar opciones que permitan al ciudadano ejercer su derecho a elegir entre alternativas con una mínima consistencia, y no obligarlo a enfrentar una complejidad tediosa y abrumadora, la cual no tendrá, en lo absoluto, ganas de enfrentar. Complejidad que, por cierto, postergaría el debate de ideas y orientaría el voto hacia candidaturas que, con menor vaguedad, se recuerden. Ante ello, la sociedad civil puede y debe convertirse en un catalizador que ayude a agrupar opciones que hoy están dispersas y que no se diferencian en sus propuestas de forma considerable. Para ello, es fundamental que los actores políticos reconozcan esta realidad y vean en la sociedad civil un aliado que ayude a evitar esta dispersión caótica.
La trascendencia de estas próximas elecciones obliga a la intervención de las organizaciones comprometidas con el país. No debe quedar fuera la voz del empresariado, de los profesionales agrupados, de la academia, de los sindicatos de trabajadores y de todos aquellos que ayuden a ordenar el proceso. Asimismo, los partidos pueden encontrar en estas organizaciones un vehículo para enriquecer sus propuestas. Estas instituciones ya han demostrado su vocación por unir esfuerzos en pro de tareas en beneficio del país y su decisión de apostar por el diálogo. En tal sentido la convocatoria a la reactivación del Acuerdo Nacional es un gran paso. Corresponde buscar los consensos y mecanismos necesarios para que sus propuestas no caigan en saco roto.