Jorge Peschiera Cassinelli
Expreso, 30 de noviembre de 2016
La industria textil así como las de confecciones y calzado no dependen de la existencia recursos naturales en el país de producción o de sus condiciones climáticas. Debido a la globalización, la tecnología y los insumos requeridos para estas actividades pueden llevarse a cualquier país. Estas actividades son “trasladables” de un país a otro y para que los fabricantes de un país puedan competir, el Estado debe tener en cuenta los factores que afectan su competividad internacional. Diferente es el caso de las actividades como la minería, la pesca, la agricultura, el turismo o el comercio interno que tienen una ventaja competitiva natural determinada por las condiciones propias del país.
En las economías abiertas las industrias trasladables deben competir internacionalmente, tanto para poder exportar como para enfrentar las importaciones. En el Perú, desde los años ochenta existe legislación orientada a “nivelar el terreno” a los exportadores no tradicionales para permitirles competir en mercados externos. Sin embargo, cuando el Estado abrió el mercado a las importaciones en los años noventa, no tuvo cuidado de “nivelar el terreno” para que los fabricantes peruanos enfrentaran la competencia importada. Esto se debe corregir, porque la competencia internacional afecta tanto a los exportadores como a quienes compiten con las importaciones. En ambos casos se debe dar flexibilidad a los empleadores para dimensionar su fuerza laboral en respuesta a la evolución de la oferta y la demanda en sus respectivos mercados. Así como un exportador puede tener que reducir su planilla al perder algún cliente importante, también un fabricante que atiende el mercado interno puede verse obligado a reducir personal ante un incremento de importaciones de productos que compiten con los suyos.
No es que no podamos ser competitivos. Con la globalización tenemos acceso a la tecnología más avanzada, nuestra mano de obra es hábil y eficiente y nuestros empresarios luchadores e imaginativos. Los principales elementos que restan competitividad a los fabricantes nacionales los ha originado el Estado: sobre costos laborales incluyendo un salario mínimo que promueve la informalidad, rigidez del empleo formal, regulaciones excesivamente estrictas de seguridad y salud, elevados impuestos, sobre exigencia administrativa y discrecionalidad de la autoridad tributaria, mala calidad de infraestructura, bajos niveles educativos, etc. Si lo comparamos con el boxeo, es como si el Estado forzara a sus deportistas a subir al ring con una mano atada a la espalda.
Los medios de comunicación siguen de cerca el crecimiento de las exportaciones por su contribución al crecimiento de la economía, pero no se presta la misma atención a las importaciones y su efecto negativo en el empleo. Por ejemplo, en el sector calzado las importaciones han desplazado en forma significativa a la producción nacional. Como se aprecia en el siguiente gráfico, en los últimos 10 años la importación de calzado se ha incrementado de 6 a 45 millones de pares al año, llegando a representar en la actualidad cerca del 50% del consumo total del país.
Fuente: SUNAT Elaboración: El autor
En el Perú los fabricantes enfrentan competencia desleal del exterior. Desde hace dos décadas se ha venido demostrado la existencia de dumping, evidenciando que los precios de productos provenientes del exterior son menores a los precios de su mercado de origen y cuya importación causó daño a la producción nacional. A pesar de las dificultades que eso implica, se ha logrado que el Estado imponga medidas anti-dumping en ciertos tipos de productos provenientes de algunos países. Pero toma mucho tiempo obtener estas medidas y, además, las medidas son temporales y se limitan a partidas arancelarias específicas. Más aún, en muchos casos las gestiones no han tenido éxito o las medidas han sido derogadas.
Además, aún cuando se logra obtener medidas anti-dumping, los importadores muchas veces “les sacan la vuelta”, clasificando sus productos bajo partidas arancelarias incorrectas u otros mecanismos. Las aduanas no revisan todos los embarques y la mayor parte de los embarques de los principales importadores pasan por “canal verde”, sin ninguna inspección. Así puede pasar cualquier cosa. Además, recientes cambios en reglas de etiquetado eliminaron las sanciones por etiquetar mal.
Otros países tienen un manejo aduanero más conciente de las importaciones de productos en sectores sensibles, como las confecciones y el calzado. México, por ejemplo, a pesar de haber abrazado el libre comercio, aplica inspecciones a todas las importaciones de manufacturas sensibles, no solo las provenientes del Oriente sino también las de sus socios comerciales como el Perú. Además, México y Colombia aplican aranceles de 30% a productos considerados sensibles, como el calzado y las confecciones, mientras que en el Perú a ninguna partida arancelaria se le aplica una tasa arancelaria mayor a 11%, muy por debajo del nivel máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio y nuestros acuerdos de libre comercio vigentes.
Aún cuando la industria del calzado se ha logrado sostener más de 2 décadas después de la apertura de las importaciones, la tendencia indica que, si no se si nivela el terreno, seguirá perdiendo participación en el mercado y será difícil mantener las cadenas de valor o “clusters” existentes. Estos clusters pueden verse como ecosistemas que han tomado más de medio siglo en desarrollarse. En Trujillo, Arequipa y Lima tenemos clusters que ocupan a diseñadores y modelistas así como a fabricantes de hormas, troqueles, suelas y moldes para suelas, curtiembres, telas y materiales sintéticos, plantillas, pasadores, ojalillos, etiquetas, pegamentos, cajas, cajones, máquinas especializadas y repuestos, además de una diversidad de proveedores de servicios. La existencia de clusters representa una ventaja competitiva sobre la cual se puede sostener una industria viable, pero si la desleal competencia importada sigue desplazando a la producción nacional, estos clusters corren el riesgo de desaparecer y será muy difícil que vuelvan a formarse.
Algunos dicen que el Perú debe orientarse hacia industrias más avanzadas, que generen empleos de mayor calidad. Olvidan el nivel actual de nuestra población. ¿Sin industrias que ocupen a personas con bajos niveles de educación, quien dará empleo HOY a las grandes mayorías?
La sobre regulación y altos costos en el Perú contrastan con las facilidades que otorgan otros gobiernos a sus fabricantes. Otros países de la región aplican agresivamente políticas para atraer inversiones, especialmente en industrias generadoras de empleo. Los atractivos creados con estas políticas pueden conducir, inclusive, a que industrias trasladables peruanas migren al exterior. Más aún, muchos fabricantes no encuentran otra forma de sobrevivir que en la informalidad total o parcial.
El nuevo gobierno tiene la oportunidad de tomar algunas medidas inmediatas, como reforzar de procesos antidumping, reestablecer la exigencia de cumplimiento de reglas del etiquetado, un mayor control aduanero de productos sensibles, para asegurar el cumplimiento de las normas existentes y, por qué no, incrementar aranceles. El tema laboral es más complejo, pero los buenos resultados obtenidos gracias al marco legal existente en materia laboral para exportadores no tradicionales, pueden servir de ejemplo de lo que se puede lograr gracias a un régimen especial. Es importante también analizar los marcos legales y prácticas utilizadas por otros países de la región para que el Perú no solamente logre atraer nuevas inversiones en industrias trasladables sino para defender las existentes.