Jorge Peschiera Cassinelli, Exnegociador de la deuda externa
Expreso, 16 de febrero de 2016
La situación que enfrenta el país con relación a los bonos agrarios se puede comparar con la de la deuda externa a principios de los años 90, que se originó con la cesación de pagos desde 1985. En 1993 el Perú mantenía obligaciones impagas con gran número de acreedores privados (bancos y proveedores), los cuales habían entablado 33 demandas judiciales en diversas jurisdicciones.
Entre 1993 y 1997 se realizaron negociaciones que concluyeron en un acuerdo aceptado voluntariamente por el 99 % de los acreedores con deuda atrasada, incluyendo deuda de bancos, proveedores, países de Europa del Este y Rusia. Este acuerdo se formalizó en 1997 con la firma del Plan Brady, mediante el cual se extinguieron obligaciones por 12 mil millones de dólares a cambio de la emisión de bonos a largo plazo por 5 mil millones, lográndose un ahorro de 7 mil millones de dólares.
La recuperación del acceso al crédito externo fue más importante que el ahorro obtenido pues vino de la mano de la inversión extranjera y fue uno de los pilares del importante crecimiento económico del país en el presente siglo.
La estrategia de las negociaciones se basó en los siguientes elementos:
a) Se amplió la elegibilidad a todos los acreedores externos con deuda impaga, para evitar reclamos posteriores de quienes se pudieran quedar fuera del arreglo.
b) Al acumular gran cantidad de obligaciones se evidenció mayor dificultad de pago y, de esa forma, se obtuvieron mayores concesiones.
c) Se ofreció un solo menú de opciones a todos los acreedores, sin dar trato especial a nadie, para que ninguno se sintiera perjudicado y para evitar negociaciones aisladas sujetas a discreción de funcionarios.
Similar enfoque se debería seguir en el caso de los bonos agrarios. Sin embargo, el Estado ha venido pagando solamente cuando se ha visto obligado por sentencias judiciales y luego de negociaciones individuales. Parece ser que el tratamiento del caso del fondo Gramercy se orienta en esa dirección.
La experiencia en la negociación del Plan Brady se puede aprovechar en este caso. En el resumen y reflexiones del libro “El Plan Brady Peruano” que publicó Apoyo Comunicaciones en el 2002 (ver texto íntegro en www.planbradyperu.info) señalé que, al igual que en los países más avanzados, el Estado debe ser el mejor pagador, tanto ante sus acreedores externos como los internos. Mencioné que no convienen soluciones parciales porque conducen a dar preferencia a algunos acreedores sobre otros. Indiqué que se deben establecer montos y plazos posibles de acuerdo a la capacidad de pago del Estado y que convendrá ofrecer a todos los acreedores un menú de opciones que incluya soluciones imaginativas como canje de deuda, concesiones y descuentos por pronto pago. Todos estos planteamientos mantienen su vigencia y convendría aplicarlos en el caso de los bonos agrarios. Lampadia