Jorge Peschiera Cassinelli
Expreso, 15 de noviembre de 2017
Comentario de Lampadia
Muy interesante disputa entre Jorge Peschieray Alfredo Bullard, dos discípulos de la economía de mercado, sobre el antidumping y su aplicación.
El antidumping es efectivamente un instrumento de la reglamentación del comercio internacional, su aplicación sin embargo, se presta mucha veces para abusos y aplicaciones viciosas como cuando, excediendo las reglamentaciones correspondientes, se pretende aplicarlo a todas la importaciones de un país y no a productosespecíficos.
Por otro lado, el desarrollo y vigencia de una industria como la del calzado, que evidentemente tiene algunas fortalezas, puesto que de lo contrarío ya no existiría, merece la atención de la sociedad.
Tal vez una buena formade canalizar esa atención sería promover un mayor análisis de las visiones de desarrollo industrial y del libre comercio y sus instrumentos.
Por lo general disfruto los artículos del señor Alfredo Bullard los sábados en el diario El Comercio y comparto sus puntos de vista. Por eso me sorprendió su artículo “Rehenes” publicado el 11 de noviembre, donde critica duramente mi texto “La necesidad de medidas antidumping” publicado en el mismo diario la semana anterior. Las afirmaciones del señor Bullard merecen respuesta, no solamente porque provienen de un abogado experto en derecho de competencia sino, además, porque contienen ataques personales contra mí.
No sé qué le pasó al señor Bullard en esta oportunidad. En su artículo señala que las medidas antidumping, que son perfectamente legales, son “una versión modificada de la toma de rehenes”, que es una actividad delincuencial y, por defender esas medidas, soy “como el Mario” de su ejemplo, es decir como un secuestrador. ¡¿Cómo?! La paradoja es que el antidumping busca frenar acciones ilegales y, por defender eso, el señor Bullard me compara con un delincuente. No entiendo.
El señor Bullard afirma que “el invento de los derechos antidumping solo puede caber una de dos cabezas: o la de un economista desorientado o la de un industrial interesado”. Para conocimiento de los lectores, las medidas contra el dumping son aceptadas mundialmente desde hace muchos años, bajo las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). No son “invento” de una persona, economista o industrial.
El señor Bullard afirma que los países aplican estos derechos “cuando un producto es demasiado beneficioso para los consumidores (en otras palabras cuando es demasiado barato)”. Se debe informar a los lectores que las medidas antidumping no se imponen arbitrariamente. Se aplican luego de un amplio estudio que demuestre la existencia de dumping, para lo cual se debe evidenciar: a) que las ventas de las empresas se realizan a precios inferiores a los fijados por las mismas empresas en el propio mercado; b) que esos precios son distintos a los de los diversos mercados de exportación; o c) que los precios son inferiores a los precios de fábrica en origen. Además, se debe demostrar que el dumping ha causado daño a la producción nacional.
El señor Bullard afirma que “Según la propuesta del señor Peschiera las empresas chinas van a vender debajo del costo (incurriendo en pérdidas)…”. En mi texto no hablo de pérdidas. Hay más de una forma de sustentar ventas a precios bajos. Como ejemplos, las empresas pueden: a) recibir subsidios de sus gobiernos o b) considerar que, para incrementar su participación en un mercado, es una buena inversión compensar ventas de algunos productos a bajos precios en ese mercado, con ventas de los mismos u otros productos a precios altos en ese u otros mercados. En el caso de empresas estatales, prolongadas pérdidas pueden ser cubiertas por el Estado.
El señor Bullard afirma que cuando los precios vuelvan a subir “volverán a entrar nuevos competidores”. Desafortunadamente, cuando los productos importados copen el mercado, habrán desplazado a la producción nacional y no será fácil, como supone el señor Bullard, reconstruir cadenas integradas de producción en sectores como confecciones y calzado, “clusters” que han tomado décadas en formarse. Esa es la apuesta de largo plazo de países como China.
En opinión del señor Bullard, lo que busca el antidumping es “sacar más dinero de nuestros bolsillos”. Otras acciones del Estado en contra de actividades ilegales pueden dar lugar a incrementos de precios. ¿Se puede criticar al Estado por reprimir, por ejemplo, el contrabando, porque eso puede generar mayores precios y beneficiar a los empresarios formales? ¿Tiene sentido decir que quienes defienden la lucha contra el contrabando son como los secuestradores?
Las medidas antidumping serían un “foul”, como dice el señor Bullard, si no formaran parte del marco legal internacional. Mientras un foul es una acción prohibida en los deportes, las medidas antidumping se enmarcan en las reglas de juego vigentes.
Los fabricantes pueden cerrar sus fábricas y convertirse en importadores; muchos lo están haciendo. También pueden trasladar su producción a países vecinos que ofrecen mejores condiciones. Algunos hemos optado por mantenernos en la actividad manufacturera en el Perú y luchar, a través de la actividad gremial, para que el Estado mejore las condiciones de competitividad del país, para el bien de todos los peruanos. El Estado puede elegir entre atacar a la competencia desleal para defender el empleo que generan las industrias formales del país o ver crecer el número de trabajadores desempleados o maltratados dentro de la informalidad.