Jorge Morelli
Expreso, 25 de setiembre de 2016
El Presidente tuvo esta semana una conversación en vivo y en directo con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Hablaron de la interceptación de las narcoavionetas que llegan al Perú desde Bolivia y Brasil a trasladar cocaína al mercado global de la droga.
Casi todos admiten hoy que la interceptación es la única política antidroga que funciona. Se puede hacer esta afirmación de un modo menos enfático, pero no perdamos el tiempo. Es el componente clave de la lucha contra el narcotráfico. Nos lo ha demostrado la experiencia de veinte años atrás.
Pues bien, ¿qué pasa con esa política? Cinco años atrás, el almirante y congresista Carlos Tubino presentó un proyecto de ley que el Congreso del Perú aprobó a fines del año pasado. La ley autoriza una política de interceptación de las narcoavionetas por la Fuerza Aérea del Perú y establece un protocolo detallado para esa intervención en pasos precisos que son otras tantas garantías de que no se juzgará a la ligera la condición exacta de la nave intervenida. No habrá errores. No obstante, hasta el momento la interceptación no se aplica. La ley no se cumple.
¿Por qué? El Perú compró aviones coreanos para la interceptación. La ley norteamericana, sin embargo, prohíbe el empleo de equipos estadounidenses en los aviones para interceptar con posibles resultados letales. Los aviones comprados a Corea del Sur, claro está, usan tecnología y equipos norteamericanos.
PPK declaró sobre esto luego de conversar con el jefe de la diplomacia estadounidense. Estas fueron sus palabras exactas: “hemos hablado del tema de la interdicción de aviones que podrían cargar drogas. Vamos a tratar de llegar a un acuerdo para no usar fuerza ni violencia”.
¿El uso de la fuerza dentro del marco legal, de llegarse al caso extremo de tener que derribar una aeronave del narcotráfico, califica como violencia? Si no se puede emplear la fuerza, ¿qué capacidad disuasiva tiene la interceptación? ¿Qué van a hacer nuestros pilotos? ¿Convencer a las narcoavionetas de aterrizar por las buenas?
Es un progreso innegable, no obstante, que EE.UU. esté dispuesto a negociar. De otro modo el secretario de Estado no se habría referido siquiera al tema. Pero esa negociación incluirá la modificación de su ley para que el Perú pueda aplicar la suya. La prioridad es la lucha contra el terrorismo en todo el continente. Es posible, sin embargo, que la negociación con EE.UU. para una interceptación efectiva tenga que esperar hasta que Colombia concrete efectivamente la paz con sectores de las FARC. El “efecto globo” de una acción del lado peruano tendría consecuencias en Colombia. En la otra mano, sin embargo, no podemos esperar mucho. La situación en Colombia nos está echando encima a los disidentes de las FARC -que no firman paz alguna con el gobierno de Juan Manuel Santos- y que, involucrados como están en el narcotráfico, están entrando masivamente al Perú cruzando el río Putumayo en la frontera.
Es de esperar que, luego de lo de Colombia, el Perú pueda lanzar seriamente una política antidroga que incluya una ofensiva contra el narcotráfico en todo el territorio, incluyendo no solo la interceptación de narcoavionetas sino la entrada de las FF.AA. a la lucha contra el narcotráfico en el Vraem.
El gobierno de PPK tendrá que negociar antes el componente de la interceptación con la nueva administración norteamericana, luego de sus elecciones de noviembre. Convendría, eso sí, que el Presidente del Perú deje de hablar mal de Donald Trump, porque podría terminar viéndose en la necesidad de negociar con él.