Jorge Morelli
Expreso, 4 de diciembre de 2016
En Huaycán, el jueves, ha habido una muerte, 17 policías y un bombero heridos, 16 automóviles particulares y diez patrulleros destruidos en la puerta de la comisaría mientras la turba pugnaba por arrastrar a la calle a unos “pishtacos” –supuestos traficantes de órganos secuestradores de niños-, en realidad encuestadores de una firma rescatados por la Policía cuando la turba estaba por quemarlos.
En Andahuaylas, el día anterior, la turba incendió dos ómnibus y el terrapuerto de una empresa de transportes, y acorraló en un local universitario a la comisión que había ido a “dialogar”: un ministro, dos parlamentarios y el Contralor de la República.
En Juliaca, el martes, una turba incendió 40 locales, bares y clubes nocturnos.
La violencia en Huaycán fue detonada por un psicosocial que ha durado dos semanas con volantes en los mercados, con comentarios en los medios locales y en las redes sociales. Pero el sustrato es la paranoia colectiva ante la inseguridad, que moviliza un temor irracional de la población en el tema más sensible, el de los niños.
En Andahuaylas, la violencia fue contra la corrupción –real o imaginaria- de las autoridades regionales y locales. En Juliaca, contra los presos de alta peligrosidad trasladados desde Lima a los penales de la región, a quienes la población culpa de la escalada de inseguridad y la corrupción de la sociedad.
El común denominador es que la población tomó la justicia en sus manos, la ley del Talión –ojo por ojo, diente por diente-, pero la retaliación es una forma primitiva de justicia.
La violencia se exacerba por el hartazgo, la desconfianza y el escepticismo ante toda autoridad. Mientras tanto, el gobierno de PPK no atina a hacer algo eficaz contra la corrupción, la falta de seguridad y la ausencia de justicia. Está maniatado, atrapado en sus propias redes -igual que sus comisiones de diálogo-, paralizado por realidades mentales que son de papel.
No hace uso adecuado de la fuerza pública porque no sabe dónde está el límite de los derechos humanos que no debe sobrepasar. No actúa contra la corrupción de los jueces, porque no sabe hasta dónde llega la autonomía del poder Judicial. No es capaz de hacer retroceder a la FAO del agravio que hace al Perú. No ha podido ni demoler el mausoleo senderista. Está paralizado.
-glosado-