Por: Jorge Morelli
Expreso, 2 de junio de 2019
Las guerras se pierden por luchar contra el enemigo equivocado.
Por supuesto que hay un plan para capturar el poder, con elecciones o sin ellas. Solo que el cerebro de ese plan no es el Gobierno. El cerebro de la captura del poder es el radicalismo antisistema, y el movimiento antiminero es su vanguardia.
Hace ya años que, habiendo permitido el avance del terrorismo y su fracaso en la captura del poder, pasaron al plan B: impedir por cualquier medio la inversión en el Perú de los 100 o 150 mil millones de dólares para ponerlo definitivamente en el siglo XXI.
Al borde de perder el control del petróleo de Venezuela hoy, el plan es echar mano de los recursos naturales del sur del Perú para el siglo XXI –el cobre, el litio y el agua– para consolidarse en el poder una vez capturado.
En lo inmediato, el vehículo es la licitación para abastecer de gas boliviano a siete regiones del Sur del Perú, cuya buena pro debe darse a conocer en pocos días. Hay dos postores. Uno es la empresa estatal de gas de Bolivia. Si el Perú otorga la concesión a la estatal boliviana estará colocando una espada de Damocles sobre su cabeza.
El abastecimiento de gas puede ser interrumpido a voluntad y el gobierno puesto de rodillas ante el levantamiento general del Sur en protesta. Así es como está prevista la captura del poder. El Perú estará poniendo la llave de la energía de todo el Sur en manos de Evo Morales, que será reelegido, que es aliado de la dictadura venezolana aferrada con uñas y dientes al poder y aliado también de la corrupta izquierda brasileña del Partido de los Trabajadores y el Foro de Sao Paulo, que mañana puede volver al poder, y que instrumentó a las constructoras brasileñas para sumir al Perú en la corrupción.
El plan desarrolla un sabotaje sistemático contra las empresas mineras y energéticas sembrando el miedo en las comunidades para disuadir al capital de invertir en el Perú por falta de garantías para la inversión y de estabilidad en las reglas.
Y manipula también la lucha contra la corrupción. Para capturar el poder maneja una multitud de desinformados tontos útiles que buscan chivos expiatorios sin comprender que la causa de la corrupción está en la incapacidad de nuestra democracia de defenderse de ella.
El ataque es directamente contra la seguridad jurídica, y el propio Estado peruano es el instrumento. El Poder Judicial resuelve controversias aplicando no la ley sino su subjetivo y personal sentimiento de lo que es justo convirtiendo en universales y retroactivas normas que paralizan la inversión pública o privada. Es monstruosa la sobreproducción legislativa del Congreso que –con leyes exoneradas de segunda votación– desnaturaliza a diario, sistemáticamente, la economía libre para obtener el voto de una región o un determinado sector de la economía o la sociedad. Mientras el Ejecutivo exhibe su incapacidad de elaborar una política pública en favor del libre contrato entre las comunidades y las minas para poner fin al conflicto entre ellas privilegiando un diálogo fundado en el mutuo engaño, un fiasco permanente en el que las partes se denuncian mutuamente ante la ciudadanía acusándose de estar contra el país.
Poco a poco, este sainete ha convertido al Estado peruano en cómplice de los enemigos del Perú. Ya ven venir la hora de capturar el poder mientras la ciudadanía es conducida a creer falsamente que la solución estriba en disolver el Congreso o vacar una vez más la Presidencia de la República.
Luchando contra el enemigo equivocado es como se pierden las guerras.