Por: Jorge Morelli
Expreso, 3 de marzo de 2019
Una chica peruana, norteña, que atiende un puesto en el mercado de Chiclayo y escribe letras de canciones y las canta, junta sus ánimos y sus ahorros y se viene a Lima a tentar suerte en los concursos de canto de la tele.
Pero la rechazan. No tiene presencia, le dicen, es muy bajita, le dicen. Le desean suerte y la envían a tocar puertas a lugares de segunda.
La chica vuelve a su puesto del mercado de Chiclayo. Pero el destino interviene.
Un extranjero que pasea por el mercado la encuentra distraída en el puesto escribiendo absorta sus letras en un cuaderno. Le pregunta si no piensa atender a la clientela. Ella se disculpa y le preguntan qué escribe. Sorprendido, el comprador le pide leer lo escrito y luego le ruega que cante. Ella accede. Y canta.
Las estrellas se alinean. Es un productor del Festival de Viña del Mar en Chile, y ha quedado fascinado y emocionado con su canto. Meses después, pero en un solo instante del tiempo del sueño, ella está cantando ante el Monstruo de la Quinta Vergara.
Quizá le tiembla la voz, pero nadie ni nada va a interponerse en su destino. Canta libremente, con el corazón en la mano. Y gana. Gana en grande. Como nunca nadie de estas tierras lo ha hecho. Dos premios, no uno, dos Gaviotas. Un mar de gaviotas. Una tormenta de aplausos. Una lluvia de sueños. Nace una estrella.
Es la historia que nunca envejece. La chica humilde que cree en los demás y en sí misma, que nunca se da por vencida, que prevalece al fin sobre la indiferencia de corazones encallecidos en la brega o la pequeñez y la envidia farandulescas de un medio mediocre, que produce muñecas en serie. Un universo que no reconoce a una self made woman, una verdadera Lady Gaga.
“Ya no más” se llama la canción, con toda propiedad, hecha para ella por grandes compositores peruanos con Eva Ayllón, que creyó en ella. Es un trabajo de equipo. Qué no lo es. Los chilenos la descubren y la aplauden en Viña y nos dan una lección. Pero la niña que en Lima nadie miró siquiera hasta el momento no recibe el aplauso que merece. Como tampoco los pequeños hermanos campeones de ajedrez o el chico campeón de matemáticas o las corredoras que ganan medallas a cada rato y que son un modelo para todos los chicos peruanos que pocos de ellos llegan sin embargo a conocer.
Es que no merecen el interés de la prensa, ocupada como se halla en castigar severa y ejemplarmente con primeras planas al autor de gruesos mensajes recibidos por una periodista en el Congreso. Porque esto sí es importante. Y Lady Susan solo es una vendedora del puesto del mercado que tuvo suerte.