Por: Jorge Morelli
Expreso, 10 de enero de 2021
Los motivos de la Sunat para obligar a los bancos a informar de las cuentas de los ciudadanos mayores de diez mil soles no son sino los del estatismo.
El Estado peruano ha gastado en 2020 más que nunca antes en su historia e incrementado a una escala nunca antes vista su interferencia en la vida de los ciudadanos. Les ha impedido trabajar y aun así tiene el peor saldo en pérdida de vidas sumado al peor resultado económico.
La angurria fiscal de hoy se debe a que ve llegar el síndrome de abstinencia.
La adicción a la droga del gasto tiene su pretexto en un déficit fiscal que ha pasado del 3% a 10 % del PBI. Y ante el hecho de que no hay modo ya de financiarlo con endeudamiento. La deuda, que era de 27 mil millones de dólares y no debía pasar de 30 mil, alcanza ya los 39 mil millones de dólares.
Desde luego, lo que debería hacer el gobierno es reducir el gasto estatal. Pero de ninguna manera piensa siquiera en esa posibilidad. No ve otra salida que aumentar los ingresos como sea. Como no puede aumentar los impuestos apunta a la recaudación. Y tiene como pretexto la evasión tributaria.
Por supuesto que hay evasión, solo que este es el peor momento para intentar combatirla en serio. Porque el 80% de los evasores es informal y el Estado no los va a encontrar siquiera. Y va entonces a apretarle el cuello a las empresas formales, las únicas a las que alcanza, justo cuando estas tienen que comenzar a devolver en un año la deuda que el Estado les avaló con los bancos.
Empresas y bancos están jadeando. Se les debería dar a ambos no un año sino diez para devolver los préstamos. Para eso tenemos Estado. Ese es su trabajo. Pero esto no se le pasa por la cabeza al gobierno.
Si había un juego de suma cero entre economía y salud, que todos los países resolvieron mejor o peor a su modo, ¿cómo ha sido posible que el Estado peruano obtuviera el peor resultado posible en ambas cosas?
Lo que quiere, lo único en que piensa es en gastar más para calmar su adicción. Necesita desintoxicación y no lo puede admitir. Es forzosa una intervención.
El gobierno no se atreve a explicar con claridad a los peruanos siquiera la gravedad de la situación de las cuentas fiscales, porque el pueblo le pedirá explicaciones y no puede responder esa pregunta sin desnudar su adicción y su miseria.