Diario Expreso, 26 de febrero de 2017
El país se ahoga en su propio desperdicio. Necesitamos aserrín para echar fuera la basura de esta cantina.
Lo que está a prueba acá -en el Brasil y en el Perúes el mecanismo jurídico de la colaboración eficaz con prisión preventiva. Es el aserrín para limpiar la cantina.
Cuando se lo estrenó en el Perú fue pasto de la corrupción política. Se usó la justicia para la persecución. Los daños colaterales en vidas y empresas fueron enormes. El mecanismo es, pues, aún imperfecto e insuficiente.
Dicen los japoneses que es mejor reparar el problema primero y buscar al culpable después. Aquí hacemos lo contrario. Y la búsqueda de culpables parece estar arrastrando nuevamente vidas y empresas enteras a la quiebra.
Hace falta otro paso para separar el derecho retaliatorio –que privilegia el castigo- del derecho restitutivo -que repara el daño-. Este se anticipa y ataca las causas en su raíz. Entre nosotros aun no existe, está por construirse.
Hoy estamos reducidos apenas al clásico dilema del prisionero. ¿Ambos cantan, o ninguno? ¿Cuál es el mal menor y para quién? Es el ámbito del relativismo puro, donde no hay ya absolutos. Siglos atrás, la fe de una mayoría todavía hacía posible una ética simple, basada en el temor a la retaliación y en la esperanza de una restitución. Hoy ese ya no es un manto que alcance a la mayoría.
Los valores, con ser permanentes, parecen abstractos a los hombres de hoy. Ocupan un lugar en su vida, pero no la contienen. Cuando ningún valor es superior a la vida humana, sin embargo, tampoco hay algo a lo que valga la pena dedicarla.
No basta pues echar la basura fuera con el aserrín de la colaboración eficaz y prisión preventiva. En este momento oscuro, de desorientación y desaliento para el Perú, de nosotros depende fundar entre todos algo más grande que cada uno. Solo de allí provendrá el fundamento de un nuevo derecho restitutivo.
El Perú fue la cuna de la civilización en esta parte del mundo y un faro para otros pueblos. Una cierta idea de la grandeza es parte de su herencia. Brasil bien podría aprender de ello una lección.