Jorge Antonio Delgado
El Comercio, 20 de marzo del 2025
Hoy más que nunca, el acceso al crédito formal es clave para que las personas y los pequeños negocios puedan invertir, crecer, generar empleo y mover la economía.
Aunque el Congreso había aprobado en segunda votación la eliminación de los topes a las tasas de interés, un error en el conteo obliga a repetir la votación. Es clave para el país que la medida se concrete.
La idea detrás de esos topes era, según sus promotores, proteger a los clientes del sistema financiero de los préstamos abusivos. Buscaba poner límites a lo que bancos, cajas y financieras podían cobrar por sus créditos. Pero en la práctica, como suele pasar con normas que no toman en cuenta cómo funciona el mercado, terminó haciendo bastante daño.
Quienes se vieron más golpeados fueron los empresarios de la micro y pequeña empresa, así como los emprendedores, quienes suelen necesitar créditos de mayor riesgo debido a la falta de historial crediticio en el sistema. Muchos de ellos quedaron fuera del sistema microfinanciero formal y se vieron obligados a recurrir a préstamos informales, con tasas mayores y peligrosas.
Un estudio del IPE publicado en octubre mostró que más de 600.000 hogares en zonas urbanas –el 9,3% del total– terminaron acudiendo a prestamistas informales del gota a gota el último año. Y en algunos lugares, como la selva, ese número llegó al 31%. El problema no es solo que terminaron yéndose por el sistema informal, sino que muchos terminaron pagando intereses altísimos: más de la mitad con tasas mayores al 500% anual, y en los casos más extremos, con tasas de hasta 1,400%, sobre todo en el tipo gota a gota. Muy por encima de los topes establecidos legalmente.
Además, esta situación se dio en un contexto social complicado, contribuyendo con la inseguridad ciudadana que ha venido creciendo a paso firme. Entre el 2021 y el 2023, las denuncias por extorsión subieron más de 360%, según cifras de la PNP. Y una encuesta de Ipsos de noviembre muestra que el 15% de los peruanos ha sido o conoce a alguien que ha sido víctima del gota a gota, afectando sobre todo a los sectores B, C y D.
Desde el lado económico, también queda claro que los topes no ayudaban. Hoy más que nunca, el acceso al crédito formal es clave para que las personas y los pequeños negocios puedan invertir, crecer, generar empleo y mover la economía. El crédito informal no solo es más caro, sino que viene con muchos más riesgos y desincentivos. Por eso, si queremos avanzar en inclusión financiera, necesitamos un sistema que no excluya a los que más lo necesitan.
Confiamos en que el Congreso haga lo correcto. Mantener los topes es dejar a miles de micro y pequeños empresarios fuera del financiamiento formal y empujarlos hacia actores informales peligrosos. Toca elegir bien, y decidir a quiénes van a proteger.