Por: Janice Seinfeld
El Comercio, 14 de Noviembre del 2022
“Esta rotación de funcionarios es un tema gravísimo que está afectando la salud de millones de peruanos”.
Entre el 2011 y el 2016, Essalud tuvo dos presidentes ejecutivos. Lo mismo entre el 2016 y el 2021. ¿Cuántos van desde agosto del 2021? ¡Cinco! La duración promedio de una gestión en meses, en cada uno de los tres períodos, es de 31, 30 y 4, respectivamente. Y el fenómeno se extiende a toda la organización. Por ejemplo, Essalud Arequipa ya suma seis gerentes de la red asistencial en lo que va del año. Esta rotación de funcionarios es un tema gravísimo que, como veremos, está afectando la salud de millones de peruanos.
El primer titular de Essalud de este Gobierno fue Mario Carhuapoma. Tras dos meses en el cargo, la Procuraduría Especializada en Delitos de Corrupción lo denunció ante la fiscalía por el presunto delito de negociación incompatible, por supuestamente haber realizado contrataciones irregulares. La prensa cuestionó que estuviera recibiendo doble sueldo, como docente de dedicación exclusiva de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Además, reveló que registraba denuncias policiales por violencia familiar y sanciones por manejar en estado de ebriedad y causar un accidente. Renunció.
El 11 de enero asumió Gino Dávila Herrera. Se conoció un informe remitido por la Contraloría de la República en diciembre del 2021 que le encontraba responsabilidad penal y administrativa cuando fue gerente de Operaciones Territoriales de Essalud. Esto por una compra injustificada de lentes antisalpicaduras que habría causado un gasto al Estado de más de S/5 millones. Los materiales no estaban dentro del listado de bienes aprobados por el Ministerio de Salud para enfrentar la emergencia sanitaria del COVID-19 y tenían certificados de calidad falsos.
Además, se recordó que en el 2016 fue mencionado en el audio difundido por el programa “Cuarto poder”, donde el médico Carlos Moreno, entonces consejero presidencial, señalaba a su interlocutor: “Estoy tomando Essalud. Ahorita estoy poniendo al presidente de Essalud. Entonces, tú con los negocios que hagas en Essalud, todo se pone plano. Gino Dávila es mi hombre de confianza”. En aquel momento, Dávila era gerente de la Red Prestacional Rebagliati y asesor de la Presidencia de Essalud. Renunció.
El 14 de marzo toma la posta Alegre Fonseca Espinoza. Nuevamente, denuncias: antecedentes por discriminación de personas, lesiones culposas, resistencia a la autoridad y abuso de autoridad, delito contra la administración pública, funcionamiento ilegal de casinos de juego, disturbios, etc. Renunció.
El 13 de julio regresa al cargo Gino Dávila Herrera. El 3 de noviembre, el presidente Pedro Castillo es abucheado por los asegurados durante la ceremonia por el aniversario 64 del Hospital Edgardo Rebagliati Martins, de Essalud. En su alocución, Castillo retrucó: “Los retos, más allá de lo que se diga, de los que gritan afuera, ¿saben por qué? Porque hoy no tienen espacio para robarle a este pueblo, hay que darle al país, a la clase obrera, la clase trabajadora”. El mandatario se marchó, como siempre, sin dar declaraciones a la prensa. Y Dávila Herrera renunció.
El 5 de noviembre, Mario Carhuapoma vuelve a asumir temporalmente la Presidencia de Essalud. El encargo dura un día, porque asume Aurelio Orellana Vicuña. Y ya se denunció que no cumple con los requisitos para ocupar el puesto, aunque Essalud ha emitido comunicado donde señala lo contrario.
Este relevo de titulares de Essalud, que puede sonar ajeno al peruano de a pie, impacta directamente en la salud de sus 12 millones de asegurados. Trae consigo cambios en los gestores intermedios que, ante la falta de continuidad y claridad en la conducción, retrasan los procesos de toma de decisiones. Veamos algunos de estos hechos en cifras. Entre enero y setiembre de este año, en Essalud se han realizado 44% consultas externas menos que en ese mismo período del 2019. Es decir, 7′448.049 consultas externas menos, en una población tan necesitada de atención. Lo mismo sucede con las horas médicas efectivas: 44% menos, que se traducen en 1′631.815 horas menos de atención médica. Y en cuanto a consultorios funcionales en consulta externa: disminuyeron en 30% (1.346 consultorios menos). Todo esto reduce aún más una disponibilidad de servicios siempre escasa, pero acentuada durante la pandemia.
Otro efecto preocupante es la pérdida de la institucionalidad en Essalud. A pesar de las dificultades subsistentes por varios años, una conducción relativamente estable favorecía la organización de una oferta de salud hospitalaria para quienes podían acceder a sus establecimientos.
El desprecio que demuestra este gobierno por la salud de los asegurados a Essalud es indignante. Sin nombramientos idóneos y una mínima estabilidad política que reduzca la rotación de autoridades, es imposible construir y dar continuidad a políticas públicas destinadas a ofrecer una adecuada prestación de servicios básicos a los ciudadanos. Esta incapacidad en la gestión genera enorme sufrimiento a los pacientes y sus familias.