Último lugar. La prueba PISA, que mide logros educativos en jóvenes de 15 años que ingresaron a la escuela en el 2003 y nos compara con países industrializados y de ingreso mediano, nos coloca, efectivamente, en el último lugar. Comparar a nuestros jóvenes con los de países más ricos que nosotros parece un poco masoquista. Pero está bien que nos comparemos con esos países. Está bien porque nos hace ver que no les estamos dando a todos los niños y jóvenes peruanos las oportunidades para explotar su potencial. No estamos cumpliendo como sociedad con el derecho que tienen todos los niños y jóvenes del Perú de recibir una educación que les permita una vida digna. La reciben algunos, pero no todos. Y esos malos resultados nos hacen ver también que, si seguimos así, va a ser cada vez más difícil competir en un mundo globalizado y sostener el proceso de crecimiento necesario para mejorar el bienestar de todos los peruanos.
Estos resultados son una reiterada campanada de alerta. Confirman lo que sabíamos a través de las pruebas que se aplican todos los años a 650.000 niños y niñas de segundo grado en todo el país en escuelas públicas y privadas. Los resultados del 2012 mostraron que solo el 13% de niños tiene el razonamiento matemático que requiere para ese nivel, y solo el 30% la comprensión lectora que debe tener. Estamos en una situación crítica y no nos podemos engañar. Ha habido avances y esfuerzos. Pero por décadas esos avances han permitido que más chicos vayan a la escuela, mas no que aprendan más.
¿Qué hacer? No hay una receta mágica. Cada país tiene que encontrar su rumbo aprendiendo constantemente, adaptando lecciones de otros países e innovando continuamente. Tenemos muchos frentes que atender en el campo educativo. Pero puedo mencionar al menos cuatro líneas de acción en las que debemos avanzar con urgencia.
La educación es tan buena como lo son sus docentes. Por eso, la primera línea de acción es la revalorización de la carrera docente. Asegurando las condiciones para que profesores y directores puedan progresar y desarrollarse como profesionales y líderes del proceso educativo. Con una política de formación en servicio permanente que apoye su labor en el aula y les dé el dominio de herramientas de gestión que necesitan. Asegurando que mejoren sus condiciones laborales en el marco de una carrera meritocrática que se inició en el gobierno anterior y que se está continuando en este gobierno.
Y promoviendo las condiciones para que más jóvenes talentosos ingresen a estudiar a una renovada carrera docente.
La segunda línea es infraestructura. Tenemos que seguir construyendo escuelas pequeñas en zonas rurales y poblados dispersos, pero también escuelas grandes en capitales de provincia que se conviertan en nodos de desarrollo educativo, con infraestructura deportiva, científica y tecnológica que pueda servir a toda la comunidad educativa de la zona. Tenemos que avanzar en mantenimiento de infraestructura y equipamiento, garantizando que todos los años haya la partida correspondiente (en la Ley de Presupuesto se han aprobado S/. 280 millones para el 2014). Y, además, hay que recuperar la dignidad. Tenemos que procurar que en un lapso de 6 o 7 años todas las escuelas tengan un paquete mínimo de infraestructura y equipamiento: pisos y techos adecuados, Internet, biblioteca, acceso a saneamiento y a fuentes modernas de energía. Dado nuestro nivel de ingreso, no es tolerable que un 40% de escuelas del país adonde acuden nuestros niños no tenga un baño.
Una tercera línea son los logros del aprendizaje. Necesitamos asegurar el uso de un marco curricular que facilite un proceso moderno y efectivo de interacción con el alumno. Debemos apuntar a universalizar la matrícula en educación inicial y ampliar la calidad del servicio en secundaria, empezando por ampliar paulatinamente el número de horas en la secundaria pública.
Finalmente, la cuarta línea es gestión. Hoy, el problema más grave no es presupuesto, es ejecución y calidad del gasto. En el sector educación (Minedu, gobiernos regionales y universidades) vamos a ejecutar cerca de 80% del presupuesto total al cierre del año. Y para el sector en su conjunto se va a terminar ejecutando entre 50% y 60% del presupuesto para gastos de capital. En el corto plazo, el reto es incrementar la capacidad de gestión de todo el aparato burocrático en todos los niveles de gobierno. Por un lado, para mejorar la calidad y ejecución del gasto. Por el otro, para mejorar la calidad del servicio que el ministerio, las direcciones regionales y las UGEL brindan a los padres de familia, a los directores, a las escuelas y a los institutos. El reto es complejo, ya que el rol rector del sector debe asegurar una mejor calidad tanto en la educación pública como en la privada, y en esta última, el crecimiento acelerado y desordenado ha generado grandes diferencias de calidad. En la educación técnica hay que combinar una regulación eficiente y simple que no inhiba la inversión y la innovación, y al mismo tiempo no permita la existencia de una oferta de baja calidad.
Los retos son grandes y el camino es largo. La situación en el campo educativo está un poco gris, como el cielo de Lima. Pero vemos que hay una resolana como la que aparece hacia el mediodía. La vi en un encuentro con 250 directores hace quince días, donde premiamos a directores de escuelas rurales que estaban introduciendo innovaciones en gestión escolar. La vi en el CADE, donde los empresarios declararon con firmeza que la educación es el principal problema que debemos enfrentar como país y, al mismo tiempo, presentaron propuestas específicas. Las múltiples iniciativas muestran que el sector privado puede ser un gran aliado en mejorar la educación pública. Esa resolana esperanzadora también se podía ver en la reunión que tuve hace unos días con el Sutep, cuando los dirigentes presentaron demandas válidas sobre remuneraciones, bonificaciones y distintos aspectos laborales. Pero compartíamos un objetivo común de una educación pública gratuita de alta calidad. Y los dirigentes pidieron también, con vehemencia, más y mejor capacitación como un elemento central para la mejora de la enseñanza.
En todos los casos, empresarios, docentes, directores o padres de familia, hay un interés por una mejor calidad de la educación. Ya sea en una escuela pública o privada. Donde todos tengan una educación que les permita explotar al máximo sus potencialidades. Para todos la educación es importante y avanzar rápido es urgente.
Publicado en El Comercio, 08 de diciembre de 2013