Por: Jaime de Althaus
El Comercio, 8 de Abril del 2023
“Necesitamos un gran esfuerzo reformador para retomar el rumbo. La paz política que hoy tenemos entre el Ejecutivo y el Congreso podría facilitarlo”.
El Sábado de Gloria debería darnos la inspiración para plantear una hoja de ruta a la recuperación del Perú. No solo hemos estado en una conflagración interna que ha herido la cohesión social y la integración nacional, sino que hace tiempo murió la capacidad de crecer a una velocidad que permita reducir la pobreza. Esta se incrementa, lo que nos lleva a la inviabilidad nacional. Sin futuro en el país, muchos quieren irse o ya se fueron.
Necesitamos un gran esfuerzo reformador para retomar el rumbo. La paz política que hoy tenemos entre el Ejecutivo y el Congreso podría facilitarlo. Pero hay algunas experiencias casi milagrosas que pueden ser el embrión de este renacimiento. Una es el diálogo social fructífero que por 20 años han mantenido la Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú (FTCCP) y la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco). Todos los años llegan a acuerdos y no ha habido una sola huelga. Han influido en el consenso técnico que ha regido las políticas del sector Vivienda en los últimos 20 años, están proponiendo un nuevo consenso y suscribieron un Pacto por la Construcción de un Perú Mejor para impulsar reformas profundas en vivienda, infraestructura y desarrollo territorial.
Y lo interesante es que ambos gremios están organizando conjuntamente unos conversatorios para discutir la manera de extender al conjunto nacional esa experiencia exitosa de diálogo social. En realidad, lo más sencillo sería que la FTCCP persuada a la CGTP, de la que forma parte, de sentarse en el Consejo Nacional de Trabajo o en otro escenario, junto con otros gremios e instituciones, para discutir los temas económicos y laborales de fondo. Para la CGTP eso le representaría un fabuloso cambio cultural.
Un diálogo social genuino tendría sentido y devolvería futuro si los participantes logran responder a dos grandes preguntas: ¿Qué tenemos que hacer para volver a crecer a tasas altas? ¿Y qué tenemos que hacer para reducir la altísima informalidad, que es la principal injusticia estructural del país, y pasar a una formalidad inclusiva? Con eso basta.
La segunda experiencia, que puede ayudar precisamente a preparar insumos para el mencionado diálogo social, es el trabajo colaborativo entre varios ‘think tanks’ (Consejo Privado de Competitividad, IPE, IEP, Redes, Videnza, Apoyo Consultoría, Macroconsult, 50+1, Transparencia, Hacer Perú, Miguel Jaramillo, Norma Correa) para elaborar 30 propuestas de reformas en seis grandes temas como instituciones sólidas y democracia, un Estado que funcione, atención primaria de la salud, inversión pública e infraestructura, inversión privada, mercado laboral y tributación, entre otros. Son propuestas para devolverle gobernabilidad al país y velocidad e inclusión al crecimiento.
Un esbozo de dichas propuestas fue presentado por David Tuesta en el último CADE. Es, repetimos, casi milagroso un trabajo conjunto de esta naturaleza entre institutos incluso de orientación ideológica diversa, en un país en el que cada uno baila con su pañuelo y en el que predomina la estigmatización del otro. Es importante que este trabajo continúe y no se quede en flor de una presentación.
Lo interesante es que este grupo de centros está dispuesto a asesorar a una mesa técnica que se forme en el Congreso para desarrollar una agenda de reformas fundamentales. Es lo que tiene que hacer el Parlamento, ahora que no está amenazado y va a quedarse hasta el 2026 –como corresponde constitucionalmente–, si quiere recuperar legitimidad y sentido: pasar de una agenda populista que solo agrava los problemas a una reformista, para salir del hueco y repotenciar el desarrollo.
Y sería bueno que la prensa le dé algún espacio a estos temas, en medio del estercolero de denuncias que llena los espacios periodísticos. A los medios también les conviene que el Perú vuelva a nacer.