Por: Jaime de Althaus
El Comercio, 1 de Octubre del 2022
“Ambos quieren el control de las Fuerzas Armadas”.
El mayor peligro que se cierne ahora sobre la democracia peruana es el intento del gobierno de Pedro Castillo y de Antauro Humala de controlar las Fuerzas Armadas para sus fines. Es difícil creer que un gobierno tan inepto en la gestión pública pueda lograr algo así, y que las Fuerzas Armadas puedan caer en manos de un presidente tan precario. Pero ya hemos visto que en lo político el Gobierno se maneja mucho mejor que en lo administrativo.
Ha logrado que el Congreso vergonzosamente no haya podido censurar al ministro del Interior, que juega un papel visible en el control de la Policía Nacional para sabotear las investigaciones fiscales y policiales. Esta censura era crítica. El Congreso logró, en su momento, anular la amenaza de la asamblea constituyente y de su propia disolución. Ahora, nuevamente debería ponerse en alerta máxima centrando su acción fiscalizadora en Interior y Defensa. No puede defeccionar.
Es claro que, ante el estrechamiento del cerco judicial, el presidente Castillo ha optado por la fuga hacia adelante. La liberación de Antauro Humala forma parte de ese esquema. Castillo lo necesita como recurso de última instancia ante la eventualidad de que la fiscal de la Nación formule denuncia constitucional contra él –que podría venir la semana siguiente– y la vacancia se vuelva inminente. Ante ello, Castillo podría sentirse impelido a cerrar el Congreso y resucitar el llamado a una asamblea constituyente, que es el caballito de batalla de Antauro Humala en sus mítines. Con ello, se libraría de la cárcel. Para eso, sin embargo, necesita controlar las Fuerzas Armadas, propósito para el cual está jugando en pared con el etnocacerista, que tiene el mismo objetivo.
Según el general (r) Roger Zevallos, ex Chavín de Huántar, en la reunión que tuvo con Castillo dos días antes de la liberación de su hijo, Isaac Humala condicionó el apoyo de Antauro a la entrega de la cartera de Defensa. Y, en efecto, ha designado a dos ministros vinculados a Humala. El primero es el general (r) EP Richard Tineo, excandidato de UPP, que ahora ha pasado al MTC. Mientras estuvo en Defensa, habría reemplazado a asesores almirantes por personajes afines a Antauro. Luego, Tineo fue sustituido por el mayor (r) FAP Daniel Barragán, que fue candidato a la segunda vicepresidencia por la UPP aliada con Antauro Humala.
Mientras tanto, el comandante general del Ejército, Walter Córdova, le debe el puesto al presidente, porque fue rescatado de la lista de pases al retiro del defenestrado general Vizcarra. Según Ángel Páez de “La República”, Humala, mediante intermediarios, comunicó a Palacio que se podía confiar en el general Córdova.
El plan es completo. Castillo le entrega al Ejército la construcción de 1.072 puentes, a la Marina el fortalecimiento de la industria naval y a la FAP la adquisición de 12 helicópteros de rescate. Así, endulza a los altos mandos. Al mismo tiempo, visita cuarteles para ofrecerles mejoras a los soldados, acaso para presionar a esos mismos altos mandos con la tropa, con el aliento de Antauro Humala quien, desde las plazas, repite que “a Pedro le falta liderazgo, iniciativa. Entonces el ejército del pueblo debe defender la revolución”.
Además, proclama que “ya es tiempo de que Castillo cierre ese Congreso y convoque a una asamblea constituyente”. Pues bien, el 10 de agosto “Gestión” informó que el Midagri estaba trabajando un proyecto de ley para poner límites a la tenencia de la tierra. Y Fernando Vivas reveló el domingo que el Gobierno está considerando plantear cuestión de confianza con un proyecto de ese tipo.
Antauro Humala ofrece matar a su propio hermano por corrupto y traidor, pero a Castillo, rey de corruptelas, le perdona la vida, lo considera bien intencionado y lo llama “Pedro”. Están juntos. Ambos quieren el control de las Fuerzas Armadas.