Entrevista a Federico Dantón García Cheesman
Perú21, 16 de Abril del 2023
Por: Jaime Bedoya
En abril de 2019, el expresidente Alan García acababa con su vida por propia mano. Cuatro años después, su hijo menor, Federico Dantón, llega a la mayoría de edad y habla de su padre.
Al hijo del expresidente obtener su DNI le tomó tres días de colas inmóviles y gestiones circulares. Lo mismo que a cualquier hijo de vecino. Nadie reconoció su apellido, común entre comunes, ni sus nombres. Él hizo lo posible para que desde su metro noventa y dos de estatura no lo identificaran como el hijo de Alan García.
Con el DNI en su haber, podrá votar por primera vez. Lo hará por el Partido Aprista, al que firmó su afiliación sobre el ataúd de su padre. Dentro de algunos años podría postular a un cargo público. O no. Al morir Alan, quiso estudiar Derecho y prepararse para una vida política. Ahora siente curiosidad por la banca de inversión. Sabe, como le dijo el secretario privado de su padre Ricardo Pinedo, que algún día tendrá que elegir entre ser Federico o ser Dantón.
Su padre, para algunos, fue el mejor presidente de la historia y es una tragedia que no esté presente ahora, en esta ominosa ausencia de liderazgo. Para otros, García fue la corrupción encarnada, el cinismo político llevado a su máxima expresión, e hizo lo que hizo como una brutal admisión de culpa. Para Federico Dantón García, antes que cualquiera de esos personajes polarizantes, el expresidente ausente es su padre ausente. Y quiere hablar de él en una calurosa mañana de un verano que no quiere irse.
¿Qué sabes de tu abuelo Carlos García, el hombre que nunca hablaba de sí mismo?
Un hombre de muy pocas palabras. Por eso le decían Fray Cartujo. Vivió entre la clandestinidad y el exilio. Por ello tuvo una relación complicada con mi padre. Él conoce a mi abuelo recién a los cuatro años, justo cuando acababa de salir de la cárcel. Así ha sido la vida de muchos hijos de apristas.
¿Cómo sale un hijo orador de un padre tan silencioso?
Por su abuela Celia. Ella era como es mi hermana Carla ahora, solo que en otra época. Alan García, el gran orador, fue formado por su abuela.
El día en que Haya de la Torre conoció a tu padre se emocionó al saber de quién era hijo. ¿Te sucede algo parecido?
Obviamente en el partido hay un peso del apellido. Me parece que la gente, cuando me ve, de alguna manera u otra ve la imagen de mi papá.
¿Ven el futuro del partido?
Bueno, ya hablaremos.
¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de tu padre?
Estar en Palacio de Gobierno con él. Yo vivía ahí con él y, al mismo tiempo, en casa de mi abuela materna. Me acuerdo haber estado en la procesión del Señor de los Milagros. Me levantaron y me presentaron ante el Señor. No lo puedo olvidar.
¿Cómo era tu relación con Pilar Nores?
Siempre me trató muy bien cuando coincidimos en Palacio.
Entiendo que tú, pequeño y hambriento, le pedías tallarines a gritos…
A gritos, claro, ¡tallarines! Ella también me hizo probar las milanesas.
¿Pero gritabas ‘¡Pilar, tallarines!’?
Sí, tallarines. De Argentina trajeron dulce de leche. Me quería bastante la señora.
¿Tu padre te hacía notar que eras hijo de un presidente?
No lo veía tanto como Alan García, sino como mi papá. Lo acompañaba a los mítines y se me ponían los pelos de punta. Pero 30 minutos después estábamos en mi casa y estaba con mi papá. A él yo lo he tenido mayor, he tenido la suerte de tener a Alan García con tiempo libre. No como mis hermanos. Y con este tiempo libre mi papá creo que no sabía mucho qué hacer porque se pasaba muy pendiente de lo que hacía yo y conversábamos todo el día.
Vivieron fuera también.
Llegué a España a los diez años. Estuvimos tres años allá. En esos años, mi papá me mostró todo lo que pudo. A la ciudad que iba él tenía un mapa en su cabeza. No necesitábamos ver ningún Waze, nada. Estabas con Alan García y no sé cómo, pero se manejaba como si fueran sus propias ciudades. Yo era hincha del Real Madrid, él disfrutaba del fútbol como espectáculo. Fuimos varias veces al Bernabéu. Pero, cada vez que íbamos juntos, el Real empataba con el Eibar o perdíamos contra el Betis o el Alavés. En un punto le tuve que decir ‘papá, mira, yo te quiero, pero no podemos venir juntos’. Dejé de ir con él y empezamos a ganar.
¿Qué sucede cuando estalla Lava Jato?
Yo era chico. No le presté mucha atención. Seguíamos en España y mi padre, hacia el final de su vida, no veía periódicos ni noticias. Te imaginarás por qué. Nunca ese ambiente llegó a nosotros y mucho menos a mí. Él se ocupaba en educarme, culturizarme. Yo tenía una infancia feliz y creo que todo eso me ha blindado.
SEGUNDO PISO
Federico Dantón se queda en Lima en la casa de su padre, aquella en la que García se quitó la vida. Quedan pocos cuadros y fotos, ya repartidos entre los hermanos. En el primer piso aún se encuentra el pequeño sauna donde el expresidente sostenía con su hijo calurosas conversaciones sobre el mundo.
¿Tu padre se despidió de ti por teléfono?
Se despide a través de mi madre. Le pide a ella que me cuide. Pero sí, él se despide de mí y hay algo que quiero decir, que es algo que dice Carla también: la gente cree que lo que hizo mi papá fue un acto repentino, de desesperación. Ustedes, la gente que conoce a Alan García, me imagino que saben que no fue algo repentino.
Lo tenía pensado…
Alan García no era un personaje que se iba a morir por vejez. No lo ibas a ver con 80 años postrado en una cama. No era un personaje al que ibas a ver derrotado. Creo que ese acto es su huella en la historia.
Ante las señales previas, ¿no hubo un intento por disuadirlo?
Bueno, no es que hayamos hablado de un tema tan sensible. Especialmente conmigo. Yo tenía 13 años. Estamos hablando de Alan García. No es una persona común y corriente. Tú sabes lo convincente que podía ser mi padre. Si Alan García quería hacer algo, era muy difícil o imposible que tú lo hubieras hecho cambiar de parecer.
En el velorio te hiciste aprista y expulsaste a Ollanta Humala.
He sido aprista toda mi vida. Y lo de Humala, pues sí, me tocaba. Creo que no todo el mundo tiene el derecho de reivindicarse con mi padre. Él, y lo que significa para el Perú, está más allá de ser un instrumento político para alguien como Ollanta Humala.
¿Guardas resentimiento?
Algo que he aprendido de mi padre es que no se puede vivir odiando. Mucho menos en un país como el Perú. Un país en el que las cosas dan tantas vueltas. Mi padre vuelve del exilio y no tuvo rencor con nadie. Esa es una gran lección de vida que también me dio.
¿Ni siquiera con la gente del propio partido, muy cercana a él, que acabó acusándolo?
Bueno, ya eso es otra cosa, ¿no? Pero esa es gente a la que no…
¿No se le menciona?
La verdad que no. ¿Para qué? No gasto oxígeno en esos personajes. Al final, el tiempo pone todo en su lugar.
¿Te han increpado por ser su hijo?
La verdad es que no. Nunca me he peleado por mi papá. Nunca, nunca alguien me ha dicho nada a la cara. Ahora hay gente que dice ‘cómo no está, ojalá estuviera vivo, nos hace falta’. La verdad es que yo pensé que le iban a extrañar más rápido.
En los funerales de tu padre tomaste la palabra. Salió la vena política.
Eso es algo que me gusta escuchar. Cuando se muere mi padre, empiezo a ir bastante al partido e ir a eventos. Había una especie de hueco. Yo sentía que tenía que llenarlo apoyando al partido. Sentía que había una especie de obligación moral de recordarle a la gente quién fue Alan García.
“Se lo debo”, dijiste ese día.
Exacto, se lo debo. O sea, no involucrarme directamente en la política, pero el estar acá… Porque, como te digo, siento que en mí hay, de alguna forma u otra, su presencia.
Tú podrías ser candidato al Congreso en 2030. Y a la Presidencia en 2040.
Has hecho las matemáticas. No es algo que tengo en mente ahora. Ahora estoy concentrado en mis estudios.
El partido se ha reinscrito…
Me da mucha felicidad. Me dan ganas de estar acá también. Me da gusto saber todo lo que ha hecho Carla por el partido.
Ella es una protagonista política.
Carla es una persona que tiene mucha voz y creo que sería muy eficiente para el partido, para el Perú, estando en el Congreso. Dicen Federico 2040, pero dime tú si Carla no tiene ese fuego, si no tiene ese ímpetu, esa voz, esa presencia. Creo que todos los García han desarrollado esa parte de mi papá en aspectos diferentes.
Vas a votar en las próximas elecciones por primera vez.
Voy a votar por el Apra. Pero todavía no sé si el Apra sabe quién será su candidato.
LA HABITACION PRESIDENCIAL PATERNA
Federico Dantón duerme en la habitación de su padre. La ropa del padre está intacta, así como las lecturas históricas y políticas apiladas en diversas torres. Hay una guitarra con la que Alan entonaba lo que él llamaba “el acorde García”. Para Federico, ese acorde sigue siendo un misterio.
Acabas de ser ciudadano y militas en un partido. ¿Por qué es importante que los jóvenes incursionen en política?
Si los jóvenes se dejan llevar por las pasiones y no por lo racional, suceden cosas como el tener un presidente como Pedro Castillo. Son cosas que golpean a un país. Votos incentivados por el odio u otros factores distorsionan.
El voto suele ser más emocional que racional.
Pero hasta cierto punto, ¿no? Hay límites. Y estos fijan la diferencia entre el odio y lo irracional. Si como joven no estás involucrado en lo que sucede en tu país, no te quejes después por los resultados.
Los partidos han puesto de su parte para generar ese rechazo también, ¿no?
Sí, claro, pero, hablando como aprista y del Apra, me duele ver este odio a las instituciones políticas. Somos un partido que lleva 99 años luchando por la democracia.
¿El peor cáncer de un partido es la corrupción?
La corrupción, la corrupción, la corrupción. Puede llegar a ser tan profunda como lo hemos visto en el Apra. Hay gente que no está con las mejores intenciones en un partido y eso es algo horrible. Es lo que más duele en el Partido Aprista. Es un partido en el que tenemos tantos mártires y tanta historia. Es un partido en el que hasta mi padre fue mártir.
Tu padre dejó como tuits fijados las declaraciones de Barata que decían: ´Yo no he hablado con García de esto´, etc. ¿Conversaste con él sobre las imputaciones en su contra?
La verdad que no.
¿Qué opinas al respecto?
¿De qué? ¿De lo que dijo Barata? No hay mucho que opinar, ¿verdad? Yo estoy seguro de que a mi padre lo querían meter en prisión preventiva, que no iba a terminar siendo así porque todos sabemos que Barata no iba a tener nada que decir. No tuvo nada que decir. No hasta después de muerto. Los fiscales fueron a tratar de ponerle la palabra en la boca, ¿no? Barata siempre dijo que no hubo nada. Hasta en un momento dijo: “Si yo le llevaba un maletín a Alan García, me botaba de Palacio de Gobierno”. Cuando sucedió todo, mi madre le escribió a Barata, porque él pudo haber prevenido esto hablando antes.
¿Qué respondió?
Nos pidió perdón, nos pedía perdón, nos pide perdón. No hay mucho que opinar acerca de Barata.
¿Te has cruzado alguna vez con algún fiscal?
No, nunca. Ni quiero tener ningún contacto por aquello de…
¿El rencor?
No, no soy muy rencoroso, pero es lo que dicen del odio… es un veneno que uno se toma pensando que le hace efecto al otro. Yo no gasto tiempo en pensar en gente que ha perseguido a mi padre tanto tiempo y que aparte, creo yo, lo hace con un incentivo que no es el de la justicia.
Política ficción. A tu padre lo detenían ese día. Pasaban seis meses y era liberado.
¿Quién te asegura que eran seis meses? No creo que él hubiera querido eso, la verdad. Después de tantas injurias, tantas calumnias, toda una vida de persecución que al final llega afectándonos a todos, a su familia. Mi papá perdonó, pero no hubiera perdonado siempre.
¿La prisión no era parte de la cuota del sacrificio partidario?
Sí, pero, como un aprista que ha estado exiliado nueve años, como un aprista que ha dejado dos gobiernos al Perú, uno de ellos espectacular, dijo ya basta. Después de un gobierno como el segundo gobierno de mi papá, ¿qué más tenía que hacer Alan García para que ya no lo persiguieran? Mi papá sabía que eventualmente vendría otra persecución. Es que entiende: a mi papá lo arrinconaron. Pero mi papá siempre iba a hacer algo.
¿Te toca perdonarle por cómo terminó su vida?
No hay que perdonar, hay que agradecerle. Me dio una lección de vida que empezó antes de hacer eso. La importancia de la dignidad y de dejar tu huella en la historia. Dentro de 70 años la gente va a seguir hablando de Alan García. Dentro de 150 años la gente va a seguir hablando de Alan García. Eso que él llamaba la llama sagrada de la historia. Fue el final que mi padre hubiera querido. Muestra su libertad. Muestra su personalidad. Lo que él fue. Ese es el sello de Alan García. Muestra el último acto de libertad de mi padre.
¿Qué recuerdos físicos tienes de tu papá?
Mi padre era una persona que bromeaba bastante y teníamos bromas que solo los dos entendíamos. Desde chico él me decía “t´gye”, que nunca entendí qué era. Era una especie de ruido que le hacía pensar en mí. No sé. A mí desde chico me gustaba oírlo. Él lo escribió una vez en un papel y lo pegó en la pared del cuarto. Ese papelito hace poco yo me lo llevé a Miami. Lo tengo en mi cuarto. Cuando llegan mis amigos, ven ese papel y se preguntan ‘¿qué es esto?, ¿qué idioma es ese?’. Cuando me despierto y lo veo, es como estar en el cuarto de mi papá.
“Mi papá recién descubrió la comodidad a los 60″
“Mi padre hacía remo en La Punta. Los hacían correr a las 5 a.m. y mi padre tuvo la desgracia de tener los pies planos. Corrían todos, él al final. Entonces lo hacían nadar. Nadar y nadar. Disfrutaba mucho nadar. Se iba solo a Los Yuyos con su perro.
Él recién conoció la comodidad a los 60 años. No dejaba de usar sus zapatillas, las Crocs y el Fitbit. Hacerle un regalo era muy difícil, le gustaba lo simple, lo que significaba que mi madre sufría en su cumpleaños. Una profesora mía me dijo que tenía algo que solo podía ser para él. Se trataba de lo siguiente: una vez Haya de la Torre, emocionado en Acho ante la faena del torero peruano Alejando Montani, se sacó un anillo y lo lanzo al ruedo. Un anillo con su nombre. Mi profesora era su hija. Mi mamá le compró el anillo y se lo dio en una cajita en su cumpleaños. Él puso cara de ‘¿para qué?’, nosotros no nos regalamos joyas… Pero abrió la caja y era el anillo de Víctor Raúl. Ahora lo tengo yo en Estados Unidos.