Iván Arenas
Perú21, 11 de abril del 2025
«La izquierda y sus operadores políticos a nivel muy local y cercano en ese mundo, en ese otro Perú, ya están construyendo una explicación para todo el bolondrón: el “sistema” tiene la culpa».
Es sábado 5 de abril en Arequipa. Frente a cientos si no miles de mineros informales o en vías de formalización, Guido Bellido y un grupo de congresistas perulibristas hablan de una revolución en la minería “a lo Velasco Alvarado”. Ese minero informal o en vías de formalización representa el “capitalismo popular” a veces feroz y salvaje. En La Rinconada, Puno, todos los días se reporta algún asesinato o robo.
En Arequipa, la izquierda ha logrado construir un discurso, una narrativa como ahora se dice; un “frame” como se decía antes, para interpretar y explicar lo que sucede con los mineros informales, varios de ellos con una pata en la ilegalidad, para ser honestos. Según este relato, hay una “lucha entre mineros ricos y mineros pobres”, no obstante que ambos son caras distintas del capitalismo y la inversión privada.
En las décadas de 1970 y 1980 la izquierda y sus operadores también dieron una “explicación” para legitimar las invasiones y ocupaciones de la propiedad del suelo, sobre todo en Lima; invasiones que originarían las llamadas barriadas, luego los “conos” y ahora “las Limas”. La izquierda, en Villa El Salvador, por ejemplo, se hizo fuerte por montarse sobre el caballo de la representación de las demandas de aquel entonces: propiedad privada y derecho a la vivienda.
Las explicaciones son esenciales en el juego de la política. La inseguridad y las continuas olas (una más grande que la otra) de la criminalidad, la extorsión y el sicariato afectan directamente a ese mundo informal, a ese emprendedor bodeguero y al empresario transportista a quien el gobierno de Dina trata como a un sindicalista.
La izquierda y sus operadores políticos a nivel muy local y cercano en ese mundo, en ese otro Perú, ya están construyendo una explicación para todo el bolondrón: el “sistema” tiene la culpa. Ese “sistema” representado por Dina, el fujimorismo, el Congreso, y la Constitución del 93 serían los culpables.
¿Hay o podría venir un “desborde revolucionario”? Quizá. El problema de estas próximas elecciones es que hay una incapacidad de los partidos de raigambre popular para poder representar o volver a conectar políticamente a ese otro país, con ese capitalismo popular e informal donde ahora bulle el descontento y el hartazgo con toda la razón. Allí entonces la izquierda, con su explicación y narrativa, puede agitar las banderas del “antiesblishment”, y aunque parezca demasiado inverosímil, que sean los zurdos los que mejor conecten con ese capitalismo y sus instituciones populares, muy locales e informales. Esta también es la verdadera “batalla cultural”.
Lenin dijo que el comunismo era “todo el poder para los soviets más la electricidad”. Por ello creó la Comisión Especial del Estado para Electrificación. Astuto, Lenin se dio cuenta de que “todo el poder para los soviets” no era sino una frase vacía para el campesino ruso que demandaba que el Estado resuelva las cosas prácticas de su vida cotidiana.