Por: Iván Slocovich Pardo
Correo, 21 de agosto del 2023
Un oportuno jalón de orejas de parte de la presidenta Dina Boluarte han recibido los gobernadores regionales que entre el viernes y sábado último estuvieron en Lima participando en el II Consejo de Estado Regional, pues estamos por acabar agosto, el octavo mes del año, y ninguno ha llegado a usar más del 50% de su presupuesto para obras en beneficio de sus jurisdicciones, donde las necesidades de miles de peruanos están a la orden del día.
Hay regiones críticas como Áncash, Huánuco, Callao y Tacna, donde la ejecución no llega ni al 20%. Recordemos que en el Primer Puerto el gobernador es Ciro Castillo Rojo, quien anda más metido en escándalos que en hacer bien su trabajo, mientras que en la Ciudad Heroica la máxima autoridad regional, Luis Torres Robledo, fue suspendida por líos judiciales que vienen de gestiones ediles y desde junio ha tenido que tomar la posta Liliana Velazco. Un verdadero desmadre.
Lo cierto es que la plata está allí lista para ser invertida, pero en las administraciones regionales sigue imperando la ineptitud y también la corrupción. Hace pocos días hemos dado cuenta de una investigación del Ministerio Público contra el gobernador de Ica, Carlos Hurtado Herrera, quien en lugar de andar en problemas y metido con geste dudosa, debería estar haciendo obras en favor de sus ciudadanos con los recursos que tiene en sus arcas.
Tener plata y no usarla en un país lleno de necesidades, es casi un crimen, algo que el elector también debería condenar. Acá no es un problema de que no hay recursos o de que el “centralismo limeño” da las espaldas a las regiones y al “Perú profundo”, y por eso hay que cambiar la Constitución. Falso. Esto es floro barato. La traba son las administraciones que no saben gastar o roban, y luego hacen que el ciudadano de a pie no vea obra alguna que lo beneficie.
Pero mientras eso ocurre, Lima no puede quedarse de brazos cruzados. Es hora que el Poder Ejecutivo apoye a los gobernadores que sí quieren trabajar, se agilicen los proyectos, haya obra palpable para los ciudadanos y no se dé combustible a los demagogos y aventureros para que salgan con su discurso de que el sistema no funciona y que hay que cambiarlo todo, para a la larga acabar eternamente bajo las botas de los comunistas.