Iván Alonso
El Comercio, 31 de enero del 2025
“La competencia despliega toda su energía transformadora cuando irrumpe en el mercado con un nuevo producto que condena a otros a la obsolescencia o con una nueva tecnología que reduce significativamente el costo de producción”.
El lunes un terremoto despertó al mercado financiero. Las acciones de Nvidia, el mayor fabricante de ‘chips’ para programas de inteligencia artificial, cayeron 17%: una pérdida, en el papel, de casi US$600.000 millones en un día, la más grande que jamás se haya visto en Wall Street. Broadcom, otro fabricante de ‘chips’, cayó en la misma proporción. El índice Nasdaq Composite, poblado de compañías tecnológicas, bajó ese día más del 3%. Ambas acciones y también el Nasdaq Composite seguían dando bote hasta ayer.
La causa de estos movimientos fue la publicación del llamado “modelo R1″ de DeepSeek, una aplicación de inteligencia artificial originaria de China que, al parecer, es capaz de hacer las mismas cosas que sus antecesores, pero en menos tiempo y ocupando mucho menos capacidad de procesamiento. Más allá de la precisión que pueda tener el R1 en este momento y de que no conteste preguntas incómodas, el avance tecnológico que representa podría reducir sustancialmente la demanda de ‘chips’ y, en consecuencia, las utilidades futuras de compañías como Nvidia y Broadcom. Esto es lo que explica su caída.
Lo sucedido esta semana ilustra eso que el famoso economista Joseph Schumpeter llamaba la destrucción creativa (o creación destructiva, si usted prefiere). La competencia despliega toda su energía transformadora cuando irrumpe en el mercado con un nuevo producto que condena a otros a la obsolescencia o con una nueva tecnología que reduce significativamente el costo de producción. Nvidia es, hoy en día, una de las compañías más rentables; mañana, no sabemos. Puede que no sea DeepSeek la que capitalice esa ventaja de costos. Alguien más podría aparecer con un programa aún mejor y más barato. Pero lo que es casi seguro es que los usuarios de la inteligencia artificial saldrán beneficiados.
Hay, sin embargo, otra lección más profunda aun: la competencia nunca cesa, y no hay escala ni foso, a pesar de lo que diga Warren Buffet, que haga a una compañía inexpugnable. No hay que retroceder mucho en el tiempo para recordar que antes de Netflix existía Blockbuster y que antes de Zoom y de WhatsApp había Skype. Plataformas que parecían invencibles por las redes de usuarios que habían desarrollado, como Hi5 y MySpace, fueron desplazadas por otras plataformas que construyeron redes más extensas o más especializadas. Nada, a la larga, beneficia tanto al consumidor como un mercado abierto.