Iván Alonso
El Comercio, 7 de febrero del 2025
“¿Qué se gana, al fin y al cabo, con los aranceles? El resultado neto siempre es una pérdida porque los sectores que se contraen son los más eficientes”.
Tiene usted razón: los aranceles, contrariamente a lo que dice el título, son impuestos que se aplican a las importaciones. Pero tienen indirectamente el efecto de gravar las exportaciones. Los aranceles fortalecen la moneda del país que los aplica; y al fortalecerla, encarecen sus exportaciones. Si los exportadores venden a 8 pesos un producto que cuesta US$1 producir, con la revaluación de su moneda tendrán que venderlo, digamos, a 10 pesos para recuperar sus costos, como si su propio gobierno les cobrara un impuesto del 25% a la exportación.
¿De dónde sale eso de que los aranceles fortalecen la moneda? Vayamos paso a paso. Hay un precio máximo por aguacate, con o sin aranceles, al que los consumidores americanos están dispuestos a comprar distintas cantidades de aguacates por semana. Si usted quiere venderles 1.000 toneladas por semana, pagarán hasta US$1 por aguacate; si quiere venderles 2.000 toneladas, pagarán no más de US$0,80; y, si quiere venderles más, pagarán menos todavía. Es lo que llamamos una curva de demanda.
Pongámosle ahora un arancel del 25% al aguacate importado. Lo que antes podía venderse a US$0,80, tiene que venderse ahora a US$1. La demanda de aguacates cae súbitamente de 2.000 toneladas por semana a la mitad. Súbitamente también los importadores americanos necesitan menos pesos para comprarles aguacates a los agricultores mexicanos porque ya no compran la misma cantidad que antes. El valor del peso mexicano en el mercado cambiario americano se reduce; dicho de otra manera, el dólar se fortalece frente al peso.
Otra manera aun más simple de verlo es la siguiente: un país que decide importar menos ya no necesita exportar tanto como antes. La revaluación de la moneda que se deriva de la imposición de los aranceles cumple la función de desincentivar las exportaciones.
¿Qué se gana, al fin y al cabo, con los aranceles? Se produce más localmente para reemplazar los productos que antes se importaba, pero se produce menos para la exportación. Se crea empleos en los sectores protegidos, pero se los destruye en otros. El resultado neto siempre es una pérdida porque los sectores que se contraen son los más eficientes –por algo eran competitivos internacionalmente– y los que se expanden son todo lo contrario: aquellos que necesitan de la protección arancelaria para florecer.
Si la imposición de aranceles es perjudicial para el país en su conjunto, ¿qué es lo mejor que puede hacer un país? Pues abrir sus puertas al comercio internacional y reducir sus aranceles hasta donde sea posible. ¡El cero es el límite!