Ismael Benavides
Expreso, 11 de abril del 2025
El pasado 2 de abril, el presidente Trump nos sorprendió con el anuncio del Día de la Liberación”, imponiendo aranceles diferenciados a más de 180 países, con un mínimo de 10% a la mayoría de ellos entre los que se encuentra el Perú, y hasta 125% a China que se atrevió a responder, 46% a Vietnam, 30% a Sudáfrica y 20% a la Unión Europea entre otros. Los impactos por la incertidumbre en las bolsas, en las tasas de interés y precios de commodities los hemos visto en los medios en los últimos días. La promesa de Trump de poner aranceles ha sido muy clara desde su campaña presidencial, y lo comunicó al pueblo norteamericano. La historia de Trump con los aranceles y su fijación con China no son nuevas; en el 2018 durante su primera presidencia impuso aranceles al acero (25%) y al aluminio de casi todo el mundo, y aranceles por $50, mil millones a productos chinos acusándolos de robar propiedad intelectual, China respondió con aranceles a 128 productos americanos y estos a su vez con 25% de arancel a una larga lista de productos chinos. Desde abril del 2018 al 2020 se inicia la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y Biden mantuvo en su mandato a los aranceles de Trump. A poco de asumir Trump su nuevo mandato, impuso un arancel adicional de 10% a los productos chinos, y China a su vez impuso aranceles de 10 y 15% sobre diversos productos norteamericanos incluyendo carbón petróleo y gas, y Estados Unidos a su vez hizo lo propio y hoy llegamos a un arancel de 125% para productos chinos en Estados Unidos, y 84% para productos norteamericanos en China, todo con enormes consecuencias para empresas, cadenas logísticas, y consumidores. China no ha dado señales de buscar negociar, pero más de 70 países lo han hecho y con la moratoria de 90 días está por verse el resultado final.
El libre comercio ha sido una aspiración mundial desde que se firmó el GATT en 1947, pero recién empezó a acelerarse en 1989 con el “Consenso de Washington”. En 1994 se firma el tratado de libre comercio de América del Norte “NAFTA”, entre Estados Unidos, México y Canadá, y en 1995 se funda la Organización Mundial de Comercio, y después le siguen múltiples esfuerzos de apertura comercial, APEC, Mercosur, la Alianza del Pacífico y decenas de tratados de libre comercio bilaterales entre países. El Perú tiene 22 TLC, Incluyendo el de Estados Unidos.
Pero el libre comercio no ha sido tan libre y hay miles de ejemplos de ello. En automóviles, mientras los vehículos europeos ingresan a Estados Unidos con 2.5% de arancel los autos norteamericanos pagan casi 50% en Europa y así sucesivamente. No solo se ha dado la disparidad arancelaria entre muchos países en contra de Estados Unidos, si no se han usado barreras burocráticas y para arancelarias, prácticas empresariales vedadas como robo de propiedad intelectual, trabajo infantil hasta esclavismo, y también subsidios y apoyos gubernamentales muy generosos a favor de los exportadores. Como consecuencia muchos países han generado enormes superávits comerciales contra Estados Unidos y lo han llevado a Trump a decir que su país ha sido estafado y se han aprovechado de él. No le falta razón, y antes de negociar uno por uno, aplicó 10% a todos y a los más ostensibles mucho más. Ahora ya se han acercado más de 70 países a negociar y tienen una pausa de 90 días para hacerlo.
El resultado final está por verse, pero además Trump tiene otros dos grandes problemas producto de la relajada política fiscal del Partido Demócrata y Biden, que son el déficit fiscal que está siendo atacado por Elon Musk y Doge, y la enorme deuda pública que debe refinanciar a tasas más bajas. Parece que va ganando la batalla contra la inflación.
En este mundo tumultuoso, el Perú debe ser prudente en su relación con Estados Unidos, nuestro gran mercado de productos intensivos en mano de obra como frutas y textiles y no tomar represalias. El 10% de arancel aplicado no nos pone en desventaja con otros países. Más bien debemos de buscar aprovechar las ventajas del menor arancel y buscar ser muy competitivos para aprovecharlo. El Congreso debe de aprobar la nueva Ley de Promoción Agraria y mejorar la Ley de Exportaciones no Tradicionales para apoyar la industria de confecciones, reducir las sobrecargas laborales y las trabas burocráticas a las empresas. Además, proteger a nuestra industria del dumping de productos chinos que se hace cada vez más intenso. Está en el gobierno, el Congreso y los empresarios aprovechar estas circunstancias.