Ismael Benavides
Expreso, 10 de enero del 2025
Después de 25 años de gobiernos de izquierda o caviares, desde el año 2000, con la sola excepción del gobierno de Alan García, y ad portas de la elección del 2026, es válido que los peruanos nos preguntemos si queremos seguir como estamos o en qué dirección queremos ir para lograr nuestro bienestar.
El caviarismo logró engatusar a los peruanos, “ese pueblo de gentes desconcertadas” como lo describió Basadre, con una narrativa atractiva de bienestar a costa del Estado. Los cantos de sirena nos adormilaron mientras la economía mal que bien no se descalabraba, y aun crecía sobre las sólidas bases de la Constitución del 93. Pero como dijo Jesús en el sermón del monte sobre los falsos profetas “por sus frutos los conoceréis ¿acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos”.
Efectivamente los frutos de los gobiernos de izquierda socializantes desde el año 2000 ya los conocemos, pero enumeraré algunos para recordar: una economía en decadencia que solo creció 2.3% anual en la última década y la inversión privada solo 1%, inflaron la planilla del estado a 1,600,000 personas (10% de la PEA), con déficit fiscales continuos y una deuda pública que creció 83%, mientras la pobreza creció en 50%. El desempleo es casi 6% y la informalidad 75%, y en el 2024 emigraron más de 700,000 peruanos. La criminalidad campea con más de 2,000 asesinatos el 2024. Los caviares, dueños de la moral pública, dividieron a la sociedad peruana promoviendo divisiones de clase y raza, así como con la corrupta ideología de género. Persiguieron a los que lucharon contra el terrorismo, y montaron una Comisión de la Verdad sesgada y un Lugar de la Memoria alienante, y se adueñaron de medios de comunicación para manipular a la opinión pública en contra de los que discrepaban de ellos. Finalmente infiltraron y politizaron para para sus fines al Poder Judicial y la Fiscalía y también el aparato del Estado, generando una descomunal corrupción que devora el presupuesto público y el bolsillo peruanos que pagan por los innumerables trámites que se han generado. En suma, la degradación del país a niveles nunca vistos.
Pero todo tiene su fin y los peruanos tenemos la obligación de parar este caminar al vacío y colocar a personas honestas y capacitadas a dirigir al país a partir del 2026. Tenemos un mundo que está cambiando hacia la sensatez y los valores tradicionales de occidente y el cristianismo, y descartando la huachafa cultura Woke al cementerio de la historia. La victoria de Trump refleja el humor del pueblo americano. Milei capitalizó el hartazgo del pueblo argentino con el socialismo y pronto vendrán Canadá, y otros países de la región que han vivido los sinsabores de los gobiernos de izquierda y también Europa con Meloni y el cansancio del socialismo virará hacia la derecha.
El Perú debe subirse a esa ola y rechazar el modelo socializante vivido, rescatar nuestros valores tradicionales y todo el potencial de desarrollo que tenemos. La receta la conocemos y hasta la copian en Argentina y otros países. Ley y orden es clave, y desarrollar una mística nacional es fundamental, “la conquista del Perú por los peruanos” como decía Belaunde, y recuperar nuestro espíritu empresarial encarnado en la Constitución del 93. Destrabar y desregular el estado para liberar los instintos creativos y productivos de los peruanos y promover la inversión privada en toda su extensión desde los micro hasta las grandes empresas. Quitarle de encima a los peruanos ese estado inflado, costoso y corrupto, redimensionándolo y privatizando actividades empresariales que solo insumen recursos al estado, como Petroperú o las empresas de agua, para así mejorar la calidad de vida de los peruanos. La administración de Justicia debe reestructurarse y la seguridad, la salud y la educación deben enfrentarse con seriedad y eficiencia, y el estado debe volver a ser puesto al servicio de la población.
Como dijo Vallejo, ”hay hermanos mucho que hacer”, y para ello debemos descartar a los improvisados o vendedores de ilusiones. Necesitamos un buen gobernante y el concurso de los peruanos de buena voluntad para lograr sacarnos del interminable remolino de decadencia al que nos ha metido la izquierda desde el año 2000.