Ismael Benavides
Expreso, 19 de julio del 2024
En 1960, el PBI de un latinoamericano era 17% del de un norteamericano, hoy es tan solo 12%, es decir, nos hemos empobrecido 30% relativamente, gracias a los experimentos redistributivos y socializantes que hemos vivido desde Fidel Castro, Allende, Velasco, Hugo Chávez, Kirchner y todos sus acólitos.
Excluyendo México que es un apéndice económico de Estados Unidos, aunque nos inunda con toda su ponzoña izquierdista, la historia de este fracaso se repite en toda la región, y es claramente identificable a un solo gran culpable, las políticas económicas y sociales difundidas por el foro de Sao Paulo, el grupo de Puebla, la CEPAL, la CELAC, y todas sus variantes, alegremente implementadas por nuestras izquierdas que se han erguido como tótems de la sabiduría y dueños de la moral para engatusar a nuestros pueblos.
Empecemos por Brasil, liderada por el expresidiario Lula da Silva, después de haber heredado una economía en proceso de saneamiento por Bolsonaro, rápidamente infló el gasto público a 46.4% del PBI, con un déficit fiscal de 9.4%, una deuda pública de 85.3% del PBI y una inflación que bordea el 5% anual. El crecimiento ya cayó a 1.7% anual, y Brasil empieza a parecerse a la Argentina de los Kirchner.
Venezuela continúa exportando a sus connacionales, con una inflación anual del 200% y ha empobrecido su pueblo a un PBI per cápita de $3,659, menor que el de Bolivia, y la mitad que el peruano. La Colombia de Petro apenas creció 0.6% en el 2023 porque paralizó la inversión y empobrece a su pueblo con una inflación de 7.2% anual.
Y Chile la otrora estrella de América Latina con un PBI per cápita de $17,254 solo creció 0.2% en los últimos 5 años, y ahora el comunista Boric ha tenido que recurrir al sector privado que invierta para volver a crecer. Ni hablar de Bolivia que se farreó la riqueza del gas para sostener un modelo estatista, incompetente y corrupto, que después de 13 años de Evo Morales y cuatro de Arce ha colapsado sin remedio, sin combustible y sin dólares.
Los países no se destruyen, se construyen, y así ha sido desde el imperio romano hasta la reconstrucción de Alemania y Japón después de la Segunda Guerra mundial. Sin embargo, nuestra izquierda peruana solo ha demostrado capacidad destructiva desde Velasco hasta hoy. Si hubiéramos continuado creciendo, no a los 7.2% anual de Alan García, sino a 5% anual, el ingreso per cápita de los peruanos habría llegado a $10,337 en el 2023, con solo 12% de pobreza y no los $7,789 que hoy tenemos con 30% de pobreza.
Los culpables directos fueron la izquierda, secundado por los empresarios peruanos que no tuvieron la valentía de defender la economía de mercado y los intereses del Perú.
Empecemos con Toledo que les abrió las puertas a los caviares para la toma de la Fiscalía y el Poder Judicial cuyos resultados hoy vivimos. Humala que empezó con “Agua sí Oro no” paró Conga y de paso otros proyectos mineros que se pusieron en espera, y nos embarcó en la refinería de Talara y varios otros elefantes blancos, de paso inflando el gasto público e iniciando los déficits fiscales que no paran hasta hoy. PPK no avanzó en nada, y Vizcarra y su corte de izquierda destruyeron la economía con un pésimo manejo de la pandemia e hicieron un cierre ilegal del Congreso con cambios constitucionales que han enredado y burocratizado nuestra política con elecciones poco transparentes que dudamos hasta hoy. Ni decir de Sagasti que paró el boom agroexportador peruano y le abrió la puerta a Castillo cuya gestión hoy sufrimos. Ponerle una cifra a esta incompetencia no es difícil, podríamos estar hablando de 2,000,000 de toneladas de cobre anuales que significan US$19,000 millones de dólares, 2,000 millones de menor exportación agrícola y 2,000 millones de mayores intereses de la deuda pública, además de $10,000 millones de los elefantes blancos de Humala y otro tanto de obras abandonadas, $22,000 millones de fuga de capitales con Castillo, y estoy seguro que estoy siendo conservador.
Los peruanos somos emprendedores y vivimos día a día la economía de mercado que tantos beneficios nos ha traído. Ser libertario o de derecha como quieran llamarnos, no nos debe avergonzar, pues la libertad y la economía de mercado son lo que más beneficios han traído a la humanidad y el Perú no está exento de ello.