Por: Ismael Benavides
Expreso, 17 de noviembre del 2023
La encuesta mensual de expectativas macroeconómicas del BCR se encuentra claramente en el tramo pesimista y se ha acentuado en octubre. Ese resultado era de esperarse pues la realidad, a pesar de que se negaba recesión, es que hace varios meses las ventas de las empresas vienen cayendo, desde alimentos hasta retail y por supuesto las pymes; la caída del consumo de cemento e importación de bienes de capital refleja la falta de inversión en infraestructura productiva y la paralización de la agricultura se refleja en los viveros de plantones inactivos. Los ánimos están sin duda alicaídos y las señales que da el gobierno son confusas y poco creíbles.
La presidenta invita oronda a los empresarios privados a invertir, la secunda el premier y el ministro de economía que anuncia que se ha reunido con varias empresas en el extranjero. Todo suena positivo, pero a renglón seguido el premier hace una declaración pusilánime diciendo que Tía María “no está en agenda,” dándole un baño de agua fría al evento de Perumin, o el ministro de Energía y Minas entrega lotes petroleros a la quebrada Petroperú en contra de todas las opiniones, o la incapacidad real del Ministerio de Agricultura de atraer inversores para concluir.
Chavimochic o avanzar con Majes 2, entre otros. Tampoco se atreven a reformar la ley agraria destructiva dada por Sagasti a pesar de que obreros y agricultores lo piden. En suma, el gobierno con todas sus declaraciones no genera credibilidad y a pesar de la solidez macroeconómica y la famosa “resiliencia” de la economía peruana, que no es obra suya, los “espíritus animales” de los empresarios peruanos o extranjeros no despiertan. ¿Cabe preguntarse por qué?
La gente no es tonta y toma decisiones racionales. El premio Nobel de Economía Robert Lucas de la Universidad de Chicago, recientemente fallecido, desarrolló la teoría de “expectativas racionales” que se contrapone a los resultados deseados por políticas fiscales o monetarias de los Estados como “Con punche Perú” y “Unidos”. Argumenta Lucas que el individuo toma decisiones en base a experiencias pasadas y resultados anticipados. Las personas tienen expectativas racionales, y políticas o medidas que intentan manipular la economía creando falsas expectativas puede introducir más “ruido” pero no va a mejorar los resultados económicos Es lo que él llama la “propuesta de ineficacia de las políticas”. Los análisis de Lucas parecen tener una relación con lo que está pasando en el Perú. El gobierno anuncia políticas o medidas, pero ni ”Con Punche Perú”, ni “Unidos” han despertado entusiasmo, pues la teoría de la izquierda de inyectar recursos estatales a la economía y a puchos no funciona en una economía con expectativas tan negativas. El reto es revertirlas.
La tibieza y lo “políticamente correcto” no funcionan para estimular la economía. Los peruanos hemos pasado golpes muy duros a nuestra economía; la inestabilidad de 6 presidentes en 5 años, la parálisis de la inversión minera, el comunismo en el gobierno de Castillo y sus barbaridades, la fuga de US$ 20,000 millones y últimamente la inflación y la criminalidad. No es poca cosa. El Gobierno tampoco tiene espacio fiscal para aumentar el gasto público con riesgo de endeudarnos más o perder el grado de inversión.
Se necesita audacia y creatividad, y el Gobierno tiene margen de maniobra frente a un Congreso que no le va a crear problemas con tal de quedarse hasta el 2026. Pero se necesitan acciones y señales concretas para reafirmar el compromiso del Gobierno con la economía de mercado. Por ejemplo, debería cerrar de una vez los TLC con la India, Indonesia y Vietnam, hacer un gran plan de simplificación para fomentar la inversión a cargo de un “Zar”, y derogar normas anti empresa como el decreto sobre tercerización. Proinversión debería lanzar APP y licitaciones para energías renovables o plantas de agua y tratamiento de aguas servidas para las grandes ciudades y electrificación rural y telecomunicaciones satelitales para las zonas pobres del campo, todas con poco costo para el Estado, y ¿por qué no?, privatizar activos del Estado. Esas serían señales concretas para empezar a estimular la inversión privada y la reactivación de la economía.