Por: Ismael Benavides
Expreso, 19 de enero del 2024
En un mundo con una economía desacelerada, la mejor noticia del año ha sido el discurso de Milei en Davos, Suiza, que terminó diciendo: “Para finalizar quiero dejarles un mensaje a todos los empresarios presentes y a los que nos están mirando desde todos los rincones del planeta. No se dejen amedrentar, no se entreguen a una clase política que lo único que quiere es perpetuarse en el poder. Ustedes son benefactores sociales, ustedes son héroes. Ustedes son los creadores del período de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos vivido. Que nadie les diga que su ambición es inmoral. Si ustedes ganan dinero es porque ofrecen un mejor producto a un mejor precio, contribuyendo de esa manera al bienestar general. ¡Ustedes son los verdaderos protagonistas de esta historia y sepan que a partir de hoy cuentan con un aliado inclaudicable en la República Argentina!”.
Gran discurso dejando de lado lo políticamente correcto y el mensaje edulcorado de los caviares ante quienes propugnan la agenda 2030 bajo el paraguas del intervencionismo estatal, diciéndoles claramente los impactos de la libertad económica, social y política en el bienestar de las poblaciones. Mensaje que deben tomar muy en serio las autoridades peruanas que actúan medrosamente y con tibieza y frente a la actividad privada que es el motor de la economía.
El Perú ha crecido en las últimas 3 décadas gracias al sector privado, y ninguna cantidad de recursos del Estado ha podido generar esa prosperidad. El pasado noviembre 2023 la economía creció levemente en 0.29%, después de caer 0.70% de enero a octubre, y se logró porque la pesca creció en 61% tras la apertura de la temporada, el agro 2.4 por ciento por el mejor clima y la minería que creció 8% por mayores volúmenes gracias a inversiones hechas en el pasado. No cabe duda de que hay un efecto rebote pero que resultó gracias al sector privado. “Una golondrina no hace un verano”, pero esperemos que sea un presagio de mejorías, aunque probablemente leves en el 2024.
No deja de preocupar el frente fiscal que va a terminar el año con un déficit encima del 2.4% del PBI, sin maquillaje, y 4.5% de déficit económico. Pésimo inicio para el 2024 que de por sí empieza con un presupuesto que sobrestima ingresos tanto en IGV como renta, en una economía donde cae la inversión, y la recesión impactó muy fuerte las utilidades de todas las empresas en el 2023, excepto a las mineras. Es fundamental que la Sunat amplíe la base tributaria e incorpore a los miles de millones de dólares de actividades informales y aquellas ilícitas como la minería ilegal y otras que hoy no tributan, y no solo perseguir a las empresas formales que tributan siempre. Pretender hacer una exacción a las personas y empresas formales con acotaciones y juicios interminables, incluso con jueces novatos, provisionales, con dudosos nombramientos, sin conocimientos en materia tributaria, o que solo actúan ante noticias periodísticas o presiones políticas puede traer consecuencias imprevistas desincentivando la inversión y desprestigiando al país en el exterior, violando tratados de libre comercio y protección de inversiones o frente a entidades como la OECD.
La gestión fiscal debe centrarse además en controlar el gasto y hacerlo más eficiente y no endeudar más al país cuyo costo es cada vez más oneroso en el presupuesto. La mayor recaudación vendrá incorporando más contribuyentes y controlando la evasión especialmente en IGV, y con más crecimiento de la economía, con más inversión y más consumo de los peruanos que solo se logra con un estado eficiente y generando confianza. Los US$2,500 millones de dólares que se pretenden dar a Petroperú, a fondo perdido, y sin condiciones de reestructuración, y además priorizándolo sobre el gasto social, son un mal presagio para iniciar el año.