Por: Ismael Benavides
Expreso, 24 de mayo del 2024
Antauro, el otro Humala, asoma en el horizonte con un discurso atrabiliario y rencoroso, prometiéndole al pueblo peruano ventilar sus frustraciones en un vendaval revanchista y lleno de amenazas, con un tono subyacente de racismo, y con promesas, algunas fantasiosas y otras aterradoras por un lado, pero incumplibles por otro. Pero sus anuncios no dejan de parecerse a los estilos chavistas de Humala 1, su hermano y compañero de andanzas en los levantamientos de Locumba y Andahuaylas, solo revivamos los discursos de Ollanta en la campaña del 2006 y la del 2011 hasta que lo amansó Vargas Llosa. Sin embargo, amenaza con fusilar a Ollanta.
Humala 2 se ufana de haberse levantado contra “el japonés” en Locumba y contra Toledo en Andahuaylas, pero evidentemente el pueblo no lo acompañó, más bien los violentistas y tira piedras que se levantaron contra Merino en Lima, Sagasti en barrio chino y Dina en Puno y Ayacucho tuvieron mayor convocatoria. Tampoco tuvo una carrera militar distinguida, pero no olvidemos que Hitler fue un cabo antes de liderar el Tercer Reich.
Dicen que el ser humano es el único animal que repite sus errores y parece que una parte del pueblo peruano frustrado con la corrupción, el desgobierno y la crisis económica parece estar dispuesto a sacrificar la democracia y regresar al Velascato de los 70 que promete Antauro Humala. Dice que quiere regresar a la Constitución de 1979, pero debe recordársele que Velasco y los militares no gobernaron un solo día con esa Constitución, que más bien gobernaron con la de 1933, hecha añicos por la revolución velasquista. La Constitución del 79 fue la condición de los militares para regresar a la democracia y Belaunde y García la aceptaron, pero terminó con un sonoro fracaso de 7,500 % de inflación, el Perú empobrecido y un terrorismo descontrolado.
El gobierno militar culminó su fracasado experimento en 1980 con un crecimiento promedio anual en el docenio de 1.1% promedio anual, menos de la mitad del crecimiento poblacional, comparado con un promedio de 3.5% anual de la Constitución del 93 a la fecha, dejaron una inflación de 60% comparado con 2.8% anual hoy, y una enorme deuda externa de US$9,400 millones de dólares de la época. La pobreza en el Velascato creció enormemente con el fracaso de la reforma agraria que obligó al desplazamiento de millones de campesinos a las ciudades a vivir en condiciones paupérrimas. Hoy Humala promete como Castillo una segunda reforma agraria, cuando hay más de 2.5 millones de pequeños propietarios que ocupan el 90% de las tierras agrícolas y que necesitan titulación y apoyo para mejorar su producción e integrarse a las cadenas productivas de la estupenda agroexportación que ha desarrollado el Perú. El enfermizo dicho de Velasco y los revolucionarios de escritorio que lo acompañaron, “el patrón no comerá más de tu pobreza”, no rige hoy en el campo moderno peruano que tiene los obreros mejor pagados en el país. Al igual que su hermano “ agua sí oro no” que inició la demonización de la minería, y que nos endilgó varios pesos muertos en la economía, como un gasto público inflado, Talara, el gasoducto del sur, la red dorsal, el satélite, y otros, Antauro quiere regresar a la época de las empresas públicas del Velascato que nos dejó más de 100 empresas estatales con actividades tan diversas como banca, petróleo, pesca y minería, hasta empresas que producían papel higiénico o proyectaban películas porno en el cine Colón en Lima; que en su conjunto llegaron a perder $ 2,500 millones de dólares al año, mientras el pueblo sufría hambre o hacía colas de horas para comprar un sobre de leche ENCI. El camino al estatismo es muy fácil una vez que se empieza, los peruanos vivíamos asustados del siguiente decreto expropiatorio de Velasco, y en Venezuela, Chávez ladraba “exprópiese” y caían las empresas. Lo cierto es que el modelo económico ofrecido por Antauro Humala es inviable, y termina en déficits fiscales, caída en la inversión privada, pobreza, desempleo y violencia, y no necesitamos salir de la región para verlos. En Venezuela, Bolivia, Argentina, etc. El vecindario está lleno de socialistas que venden humo y reivindicaciones que solo traen pobreza y desaliento.
La otra víctima de las promesas de Antauro Humala será la democracia, duramente ganada por los peruanos a pesar de los tantos intentos de descarrilarla desde la irresponsable izquierda criolla, hasta los propios gobernantes como Humala 1 y Pedro Castillo. Prometer egresar a la Constitución de 1979, es regresar al pasado a una Constitución fracasada, además de destruir la poca institucionalidad que hemos logrado construir, y desestabiliza al país que toma años en reconstruirse. Castillo pretendió cambiar la Constitución y veamos dónde llegó, enredado en corrupción y golpismo. Unas constituciones son mejores que otras, como lo es la del 93, pero su resultado lo hacen los hombres, y así hemos visto que una buena Constitución como la que tenemos ha terminado maltratada por lo ineptos que nos han gobernado en la última década. Está claro que atrás del cambio de Constitución de Antauro está un espíritu antidemocrático que amenaza con dureza extrema a sus enemigos, pretende crear cultos religiosos ajenos a nuestras tradiciones, estatizar la televisión, para empezar, y así eventualmente controlar los medios de comunicación, y de allí se deriva la destrucción de las instituciones, la toma del Poder Judicial y finalmente la perennización en el poder. Basta ver el barrio, Maduro, Ortega, Díaz Canel, y Morales que son seguramente los referentes del pretendido modelo a instalar.
El país no se puede entregar a esta barbarie, que ya está retrayendo la inversión y afectando la economía, y nos corresponde luchar democráticamente contra este individuo y sus ideas, desde las instituciones y el Congreso, en las plazas, o en las calles y en los medios de comunicación con argumentos que ilustren a la población y desenmascaren sus pobres propuestas. Sin embargo, hay ilusos, como la iglesia católica que no se pronuncia ante la creación de una religión no cristiana, los que piensan que solo es un “nacionalista” y no tocará sus propiedades y negocios, y nuestros caviares criollos que están curiosamente silentes y no levantan la voz para defender a la democracia, sino más bien pareciera que están al acecho para ver en el momento oportuno para subirse al coche de Antauro. Esto no es dable para el Perú que queremos.