Lejos de ser combatidas, las actividades ilegales en nuestra Amazonía (minería, tala, narcotráfico, etc.) proliferan a vista y paciencia de las autoridades. Ello pese a la devastación ambiental que generan, al desincentivo que suponen para la inversión privada y al peligro que representan para las poblaciones más vulnerables.
Ayer este Diario difundió en su web un video que debería ser el detonador para que el presidente Humala y sus ministros emprendan una batalla frontal seria contra las actividades extractivas ilegales en todo el país.
Ante esas imágenes surge la pregunta: ¿Qué hacen los ministros de Ambiente, Cultura y Desarrollo e Inclusión Social, Mujer y Poblaciones Vulnerables ante indígenas que –pese a su aislamiento voluntario, temor y desinformación– siguen huyendo de los caucheros que esclavizaron, prostituyeron y masacraron a sus antepasados a mediados del siglo XIX y principios del XX?
Las imágenes muestran, en pleno siglo XXI, a un grupo de hombres de la etnia mashco piro ingresando al territorio de la comunidad de Monte Salvado en busca de alimento. Ese fue el inicio, pues, desde ese día en junio y por varios más, casi un centenar de mashco piros volvieron a Monte Salvado (y también a Puerto Nuevo) en busca de plátanos, yucas, sogas y animales como alimento.
Según los investigadores, las incursiones son cada vez más usuales debido a la degradación del bosque, a la pérdida de flora y fauna alimenticia y a la contaminación de las aguas. Estas poblaciones se aislaron, hace generaciones, huyendo de los caucheros que, con anuencia del Estado, permitieron la esclavización, tortura y masacre de millares de indígenas en la selva peruana, en lo que se considera uno de los mayores genocidios de nuestra historia (el mayor lo perpetraría Sendero Luminoso, en los ochenta).
El abuso contra los indígenas peruanos –esclavizados y torturados por los caucheros en Putumayo– fue denunciado al mundo por el diplomático irlandés Roger Casement (1864-1916) a principios del siglo XX. Hoy, la Federación de Comunidades Nativas de Madre de Dios (Fenamad) responsabiliza a las actividades ilegales afirmando que afectan las rutas usuales por las que se desplazan estas poblaciones, entre la zona de los parques Manu y Alto Purús.
Los mashco piros son uno de los pueblos menos conocidos del planeta, pues apenas tienen contacto con el mundo exterior. Hace algún tiempo la televisión española difundió imágenes captadas por Diego Cortijo, de la Sociedad Geográfica Española. Según declaró, “no se puede garantizar que quieran tener contacto con el exterior o civilizarse”, pero quedó claro que “quieren adquirir los beneficios de nuestra sociedad”.
Ante esto, corresponde al Estado procurar un acercamiento paulatino y lograr su inclusión. En pleno siglo XXI es intolerable que miles de peruanos sean invisibles ante la ley, sobrevivan de la caza, la pesca y la recolección de frutos, se vean afectados por la mano blanda contra las actividades ilegales en la selva, y varias ONG utilicen de coartada su “protección” (como si fuesen especies de fauna) para recibir financiamiento cuando quieren frenar inversiones estratégicas. En tanto, ¿qué se hace por acercarlos a los servicios de la modernidad y garantizar su sobrevivencia en ese aislamiento que eligieron? No mucho. Se escudan en la debilidad de su sistema inmunológico para no acercárseles, pero la inacción del gobierno frente a las mafias de madereros, mineros y narcotraficantes es aun mucho más devastadora para estas poblaciones vulnerables.