IPE
El Comercio, 16 de febrero del 2025
Ejecutar proyectos de cobre en cartera aumentaría la producción en 73% y haría que el Perú vuelva a ser el segundo productor mundial. Tramitología, incertidumbre y conflictos sociales son los principales limitantes.
El valor de las exportaciones de cobre en el Perú se redujo ligeramente en el 2024 (-0,1%) por una caída en los volúmenes enviados (-3,4%), pese al aumento del precio (3,4%). Aunque el país tiene gran potencial geológico, el Congo habría superado al Perú como el segundo mayor productor mundial de cobre por segundo año consecutivo. Para aprovechar la creciente demanda de este insumo clave en la transición energética y la inteligencia artificial, es clave destrabar proyectos mineros.
—Pérdida de competitividad—
La competitividad minera del Perú se ha deteriorado en la última década. En el 2023, el país superó solo al 31% de las 86 jurisdicciones en el Índice de Atracción de la Inversión Minera del Instituto Fraser, lejos del 83% alcanzado en el 2018. Esto se explica por la creciente inestabilidad política, el deficiente manejo de conflictos sociales y la incertidumbre legal y regulatoria.
Asimismo, la minería enfrenta importantes barreras regulatorias: entre el 2001 y 2021, los procesos administrativos pasaron de 12 a 265, según el Instituto de Ingenieros de Minas. Un estudio del IPE calcula que los trámites a lo largo de la cadena de valor minera demoran seis o siete años, más del doble del tiempo normativo. Debido a ello, junto con la deficiente gestión de la conflictividad social, 23 de los 46 proyectos mineros en cartera en el 2023 se encontraban paralizados por razones ajenas a la empresa.
Esto también afecta la exploración: según S&P Global, en el 2023, el presupuesto para este tipo de inversiones cayó en el Perú, mientras que creció en Chile, Colombia y Argentina. Así, el país capta solo el 7,4% de la inversión global en exploración, muy por debajo de Chile (21,8%), lo que limita la ampliación de la cartera de proyectos.
—Enorme potencial—
A pesar de su desempeño reciente, el Perú tiene importantes atractivos para el desarrollo minero. Por ejemplo, producir una libra de cobre costó US$1,1 en el 2019, 22% menos que en Chile y el Congo. Asimismo, el esquema tributario minero es competitivo y progresivo. Por un lado, la carga fiscal promedio es de 42%, por encima de Chile (38%) y China (37%), pero muy inferior a la del Congo (71%). Además, según el U.S. Geological Survey, el Perú posee el 10,2% de las reservas globales de cobre, solo detrás de Chile (19,4%).
Resulta claro, entonces, que el país tiene un enorme potencial: el IPE calcula que, si se ejecutaran todos los proyectos de cobre actualmente en cartera, la producción anual pasaría de 2,7 millones de toneladas métricas finas (TMF) a 4,6 millones. Ello no solo nos permitiría regresar a ser el segundo productor de cobre del mundo, sino que también convertiría a Cajamarca (869.000 TMF) en la mayor región productora de cobre, contribuiría a revertir la tendencia decreciente en la producción de Cusco, Apurímac y Arequipa, y expandir la de Moquegua y Áncash.
Además, según un estudio reciente del Banco Mundial, si el Perú logra impulsar la inversión minera en cobre y una correcta reinversión de los recursos fiscales derivados de esta actividad, el crecimiento del PBI potencial pasaría de 2% a más de 3% del PBI al 2035. Dicho dinamismo será clave para la reducción de la pobreza, tal como ocurrió en Apurímac.
—Entorno global—
Impulsar la producción nacional de cobre es clave en un contexto de transición energética global. De acuerdo con S&P Global, la demanda de cobre ascendería a 50 millones de toneladas para el 2035, el doble de su valor en el 2022, acelerada por avances en electrificación, energías renovables y centros de procesamiento de datos. Sin embargo, existen riesgos en el corto y mediano plazo: una guerra comercial entre Estados Unidos y sus socios comerciales afectaría la demanda del cobre, que es especialmente sensible al desempeño de la manufactura global. A pesar de cierta incertidumbre hacia los próximos años, la explotación del cobre representa una oportunidad histórica que el Perú no debe dejar de aprovechar para generar dinamismo económico y reducir la pobreza.