Ian Vásquez
El Comercio, 22 de abril del 2025
“Ecuador debe apostar por la apertura comercial, para que los ecuatorianos puedan comprar bienes de mejor calidad a menores precios”.
Parecía que el correísmo –esa versión ecuatoriana del socialismo del siglo XX– iba volver a Ecuador luego de que su candidata empatara con el presidente Daniel Noboa en primera vuelta. En cambio, el 13 de abril Noboa ganó con el 56% de los votos, con una ventaja de 11 puntos.
Fue la tercera vez consecutiva que el correísmo perdió las elecciones desde que fue elegido Lenin Moreno en el 2017 y fue la peor derrota de esa tendencia política en su historia. Según el asesor político Jaime Durán Barba, la campaña de la izquierda era sucia y usaba técnicas que ya no funcionan.
“Los jóvenes que hace 20 años ofrecieron a Ecuador acabar con el pasado y la partidocracia cantando ‘hasta siempre, comandante’ han caducado”, dice Durán Barba de los que en su momento lideraron la llamada revolución ciudadana. “Tienen ideas y actitudes anacrónicas […] se quedaron en otro tiempo”. Agrega que “Correa, Evo, Maduro, Ortega, Cristina fueron”.
Para que sea cierto y no resucite en otra forma, sin embargo, hace falta sepultar de verdad al correísmo con políticas que desde que se fue Correa hace ocho años aún no se han implementado. Felizmente, las reformas que liberarían y dinamizarían la economía las resaltó el Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP) hace unos años en un documento que el nuevo gobierno podría considerar como una suerte de hoja de ruta.
El instituto hace cinco propuestas sensatas para lograr una sociedad próspera. Primero, hace falta reducir el tamaño del Estado. Observa el IEEP: “Al comenzar el gobierno de Rafael Correa, el gasto fiscal consumía un 23% del producto bruto interno; al final de su mandato, excedió el 40%”. Hoy se ubica alrededor de 38% y con una deuda pública mayor.
El resultado ha sido un desempeño económico pobre. En la última década, el crecimiento per cápita ha sido de tan solo 0,33%. El gobierno se volvió “obeso, ineficaz y corrupto”.
Segundo, el instituto recomienda una reforma laboral. La regulación de ese sector es responsable por un alto nivel de informalidad y baja cantidad de trabajos formales adecuados. Recomiendan liberalizar la contratación de las personas y las jornadas laborales, entre otras reformas que favorecerían a las mayorías.
Según el documento, “el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social no tiene mucho de seguro ni de social”. Explica que “el problema de fondo es que los trabajadores no son realmente dueños de sus ahorros y no tienen la libertad para elegir cómo se gestionan, ni la capacidad de exigir una verdadera rendición de cuentas de quienes los manejan”. Se propone un sistema competitivo de capitalización para los ahorros de vejez y que los fondos para la salud se destinen a instituciones que proveen seguros o medicinas, y que también compitan entre sí.
Cuarto, el IEEP reconoce que una de las grandes ventajas económicas del país es la dolarización. Pero el sistema financiero sigue bastante cerrado al exterior. Por eso promueve la internacionalización del sector que daría a los consumidores acceso a tasas de interés más bajas, ahorros externos y mayor estabilidad financiera. El instituto sugiere implementar una reforma como la hizo en 1970 Panamá, país también dolarizado, y que ha sido sumamente exitosa. De hecho, el IEEP ya tiene un proyecto de ley para realizar este cambio.
Finalmente, Ecuador debe apostar por la apertura comercial para que los ecuatorianos puedan comprar bienes de mejor calidad a menores precios, y para estimular mejoras en la industria ecuatoriana.
La mayoría de estas reformas las podría liderar Noboa sin tener que recurrir a enmiendas constitucionales, pero aun en esos casos (del seguro social y del sector laboral), Noboa puede iniciar el debate. Le haría bien a Ecuador y la región si Noboa opta por revertir lo que impuso el correísmo.