Ian Vásquez
El Comercio, 6 de agosto del 2024
“La estrategia internacional debe incluir reconocer al verdadero ganador de las elecciones y buscar una salida del poder de Maduro y el chavismo”.
Lo que está sucediendo en Venezuela es histórico. María Corina Machado ha inspirado a prácticamente el país entero a manifestarse pacíficamente en las calles y en las urnas ante una tiranía chavista que nunca ha visto tan unido al pueblo en los 25 años en los que ha estado en el poder.
La oposición ha sido más lista que el régimen. Logró un margen electoral inédito de casi 40 puntos porcentuales por encima de Nicolás Maduro, algo que el chavismo no esperaba después de inhabilitar a Machado. Con el 81% de las actas electorales que alcanzó a recaudar, la oposición pudo mostrar a la nación y al mundo que ganó ampliamente, una verdad enorme que es imposible de tapar.
El régimen, no obstante, incurrió en el mayor fraude electoral de la historia democrática de América Latina, negándose a dar pruebas para sustentar la supuesta victoria de Maduro y fabricando mentiras fantásticas en el camino. Dice Maduro, por ejemplo, que lo que ha habido es un intento de golpe de Estado a través de un ataque cibernético al sistema electoral dirigido por Elon Musk.
Felizmente, ya nadie le cree. Desafortunadamente, sigue teniendo el monopolio de la fuerza. Sin la verdad de su lado, el régimen se ha vuelto más violento y represivo. Llama fascista a la oposición democrática, ha arrestado a miles de personas y por lo menos 20 personas han sido asesinadas.
Maduro dice que Machado y el presidente electo, Edmundo González Urrutia, deben estar “tras las rejas”. Al estilo de Iósif Stalin, anunció la construcción de dos cárceles de máxima seguridad que servirían como “centros de reeducación”. Maduro está optando por el “baño de sangre” que prometió antes de las elecciones si el oficialismo no ganaba.
Aun así, la oposición está desafiando al régimen en manifestaciones multitudinarias alrededor de Venezuela, Madrid y varias ciudades del mundo. Por eso, el intelectual mexicano Enrique Krauze acierta cuando señala que “no ha habido en la historia contemporánea de América una lucha por la libertad más heroica que la que libra hoy el pueblo venezolano encabezado por [María Corina Machado]”.
Es heroica, además, porque al poner al régimen bolivariano al desnudo está poniendo a la izquierda latinoamericana que más se ha aliado al régimen contra la pared. Ya numerosos países como el Perú, Costa Rica, Panamá, Chile, Argentina, Estados Unidos, entre otros, han reconocido a González Urrutia como el presidente electo o han demandado que el régimen presente evidencia de su supuesta victoria.
Colombia, Brasil y México también han hecho un llamado a que se publiquen los datos sobre la votación, pero su actitud huele a duplicidad. Por ejemplo, cuando la Organización de Estados Americanos (OEA) intentó sacar una resolución que demandaba que Venezuela publicara las actas de votación para comprobar que no hubo fraude, estos tres países o se abstuvieron o no participaron, previniendo así la emisión de tal resolución.
A estas alturas es obvio que hubo un fraude masivo. Esperar a que se presente evidencia, que es muy improbable que suceda, es perder el tiempo, cosa que le favorece al régimen. La estrategia internacional debe incluir reconocer al verdadero ganador de las elecciones y buscar una salida diplomática de la crisis, que incluye una salida del poder de Maduro y el chavismo. No hacer eso incrementa el riesgo de una represión mucho más sangrienta.
La imagen y la reputación de los aliados más cercanos al régimen chavista han sido debidamente perjudicadas y no se recuperarán si empeora la situación y no se denuncia el totalitarismo en el que está cayendo Venezuela. Realinear a la izquierda latinoamericana y desnudar a las izquierdas más extremas e hipócritas es otro logro histórico del movimiento que está liderando María Corina Machado.