Por Hugo Perea
(El Comercio – Portafolio, 19 de Junio de 2015)
Desde el segundo trimestre del 2013, las expectativas sobre las posibles acciones de la FED han influenciado la evolución de las economías emergentes. Cabe recordar que en mayo de aquel año, el entonces presidente de la FED deslizó la posibilidad de que esta entidad podría desacelerar las compras de activos financieros que venía realizando (intención que pasó a denominarse el ‘tapering’).
El anuncio tomó por sorpresa a los mercados y los inversionistas reaccionaron disminuyendo sus tenencias de activos en mercados emergentes. Como consecuencia de este ‘sell-off’ se incrementaron los diferenciales de tasas de interés y las primas de riesgo, las que se habían comprimido considerablemente debido a la política monetaria ultraexpansiva que venía siguiendo la FED. También se observaron fuertes presiones en los mercados cambiarios con rápidos debilitamientos de las monedas emergentes.
En los últimos meses, la recuperación de la economía norteamericana ha mantenido a la FED en el centro de la atención. Ahora son dos preguntas las que giran alrededor del banco central norteamericano: (i) cuándo empezará a subir su tasa de política monetaria, la que ha estado en niveles excepcionalmente bajos, y (ii) qué tan agresiva será la FED para llevar la tasas hacia una posición más neutral.
La primera pregunta parece ser menos complicada. En general, el consenso espera que la primera subida ocurra en la reunión de la FED de setiembre, en línea con la recuperación del mercado laboral y de la actividad. Sobre la segunda hay algo más de incertidumbre, debido a que la FED deberá balancear los riesgos de: (i) un ajuste prematuro que afecte la recuperación económica (errores de este tipo se registraron durante la salida de la Gran Depresión, donde un ajuste temprano de las políticas monetaria y fiscal en 1936 llevó a la economía a una nueva recesión al año siguiente), versus (ii) un retraso que implique inflación y burbujas de activos. Por el momento, Janet Yellen, la presidenta de la FED, ha sugerido que el ajuste será gradual.
Un punto importante a tomar en cuenta es que, a diferencia del ‘tapering’, el inicio del ajuste de la tasa viene siendo ampliamente anticipado. No obstan te, si el proceso de ajuste es más agresivo de lo que se espera, veremos nuevamente episodios de alta volatilidad en las economías emergentes. ¿Cuáles podrían ser las más afectadas? Posiblemente, aquellas con altos déficits externos, ya que ello básicamente refleja que el país está gastando más de lo que produce y que requiere financiamiento externo (o reducir sus tenencias de activos internacionales) para cubrir la brecha. Con déficits superiores al 4% del PBI, el Perú no sale muy bien parado, aunque su buena posición de reservas internacionales eventualmente le ayudará a gestionar las turbulencias financieras. Pero lo ideal sería que el tipo de cambio tome un rol más protagónico para absorber los choques externos y corregir los desequilibrios en cuenta corriente. Es decir, una mayor flotación cambiaria sería deseable, algo que ha funcionado en el caso de Chile, país que prácticamente ha cerrado su déficit externo (a inicios del 2013 tenía un déficit similar al del Perú), con lo que se posiciona adecuadamente para enfrentar las sorpresas que pueden provenir de la FED en los siguientes meses.