Hugo Palma, Embajador (r)
Para Lampadia
Al aumentar el número de venezolanos que huyen empujados por la dictadura que ha producido inseguridad, pobreza, hambre y desesperación generalizada, en los países que los reciben aumentan también la preocupación social e inquietantes expresiones de xenofobia.
América Latina no había experimentado nunca y en tan corto tiempo, la llegada de centenas de millares de personas que buscan sobrevivir. Crisis humanitaria de proporciones gigantescas que exige respuestas a la altura de su gravedad. Entendamos que no escapan de catástrofes naturales, sino de la situación creada por su gobierno que, además, ratifica su pérfida política de seguir expulsándolas al rechazar ayuda humanitaria básica. El régimen cubano chavista es el principal responsable de esta tragedia y los gobiernos democráticos deben realizar todo esfuerzo para que acabe cuanto antes.
Pero los gobiernos latinoamericanos son también responsables; por haberse desentendido de nuestros numerosos compromisos con la democracia. Estamos obligados por la Carta Democrática Interamericana que establece que es un derecho de los pueblos y deber de sus gobiernos respetarla y fortalecerla y las cláusulas democráticas suscritas con países y agrupaciones como la Unión Europea. Regionalmente, las hemos contraído y reiterado en la Comunidad Andina de Naciones CAN, el MERCOSUR, la Unión de Naciones Sudamericanas UNASUR y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe CELAC.
En UNASUR está vigente el Protocolo Adicional de Compromiso con la Democracia que describe las situaciones que la comprometen, prescribe la actuación que toca a los jefes de Estado y las disposiciones que deben adoptar: suspender la participación, limitación del comercio, tránsito y comunicaciones, promover su suspensión en organizaciones regionales e internaciones y otras medidas políticas y diplomáticas. Las otras agrupaciones, tienen también compromisos con la democracia, que todas consideran como propósito principal y condición insustituible.
¿Qué han hecho entonces los gobiernos latinoamericanos en relación al chavismo, cuando tras su elección democrática empezó a dar señales inequívocas de su vocación autoritaria? La respuesta es nada o poco y sólo muy recientemente. Es más, a medida que los bolivarianos maltrataban la democracia, firmaron con Caracas compromisos adicionales para defenderla, no pocos se beneficiaron de su largueza petrolera extendida a gobernantes y todos se desentendieron de la terrible situación del pueblo venezolano.
Preguntas: ¿Algún gobierno consideró la posibilidad de activar los mecanismos establecidos? ¿Cómo podría explicarse tan irresponsable y cuasi cómplice falta de actuación?
Respuestas: Varios gobiernos simpatizaban abiertamente con ese régimen. Ninguno quería enfrentar la grosera reacción chavista y callaron cuando países y gobernantes eran insultados. El ingenio jurídico cubano caraqueño reclamaba que no se interviniera en los asuntos internos de Venezuela; desconociendo que fue su gobierno que, precisamente en ejercicio de la soberanía se comprometió con la democracia. Requiere enorme cinismo rechazar que se le exija cumplir lo que nadie le obligó a comprometer.
Tras dos décadas, nuestras sociedades empiezan a pagar el acomodo cómplice de sus gobiernos con el chavismo. Pero no acaba ahí, porque está creciendo el número de nicaragüenses que huyen de Ortega y en su momento seguirá Bolivia cuyo presidente no tiene ninguna intención de dejar de serlo y que además de desconocer el referéndum que le negó la posibilidad de eternizarse, ya se lanzó abiertamente contra la prensa independiente.
Los latinoamericanos debemos entender que la tragedia de los venezolanos nos puede ocurrir mañana y que, junto con acoger humanamente a quienes nos acogieron cuando fue necesario, debemos demandar a nuestros gobiernos mayores esfuerzos para acabar con la calamidad bolivariana. El gobierno del Perú está mostrando compromiso y acción, pero mucho mayores aún deberían mostrar los de Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Ecuador, por haberse calificado como entusiastas defensores de la sórdida dictadura que alega hacer todo por los pobres. Lampadia