Entrevista a Gianfranco Castagnola
Perú21, 13 de octubre del 2024
Nicolás Castillo Arévalo
Presidente ejecutivo de Apoyo Consultoría, aunque trata de ser positivo por la recuperación que viene experimentando la economía peruana y por noticias como APEC y el Puerto de Chancay, muestra su preocupación por el despilfarro de recursos que viene haciendo el Gobierno de Dina Boluarte.
El reconocido economista Gianfranco Castagnola, presidente de Apoyo Consultoría, hace un análisis de la coyuntura del país y su impacto en la economía.
La economía peruana está creciendo, pero el nivel de crecimiento desestacionalizado es mucho menor. ¿La mejora económica es generalizada?
Una buena manera de responder es si queremos ver el vaso medio lleno o medio vacío. Ver el vaso medio lleno implica reconocer que la economía peruana está en un ciclo de recuperación moderada. Va a crecer este año 3.2%. El tercer y cuarto trimestre están viniendo bien. Y detrás de este crecimiento hay buenos precios internacionales de los metales, los costos financieros están disminuyendo, ha aumentado la confianza tanto empresarial como del consumidor, y la inversión pública ha rebotado de un 2023 malo. Producto de esto y otros temas puntuales, la economía se encuentra en un ciclo de recuperación moderado. Y hay dos reflexiones importantes sobre esta recuperación.
¿Cuáles son esas reflexiones?
En primer lugar, esta recuperación refleja que, pese al desastre político que hemos tenido en los últimos 6 u 8 años, la economía peruana es resiliente y ha logrado resistir esta situación de inestabilidad y crisis institucional. En segundo lugar, si nos comparamos con el resto de Sudamérica, en 2024 Perú tendrá una mejor performance que Chile, Brasil y México, que van a crecer solo dos y pico por ciento, y también que Ecuador y Bolivia, que van a crecer casi nada. Es decir, los fundamentos económicos que nos tienen a flote desde hace más de tres décadas están ahí.
¿Cuál sería la respuesta si vemos el vaso medio vacío?
Si queremos ver el vaso medio vacío, hemos perdido la oportunidad de estar en mejor condición, con un mundo relativamente amable en términos económicos, pues el contexto internacional es relativamente bueno. EE.UU. se mantiene en soft landing, China está tratando de impulsar su economía, las tasas de interés están bajando y hay buenos precios de metales, por lo que el Perú con todo el potencial que tiene podría haber crecido a tasas de entre 4% y 6%. Esa es la pena que tenemos.
¿Qué gatilló que hayamos perdido esa oportunidad?
Hay dos elementos que nos han llevado a esa performance subóptima que se relacionan entre ellos. Primero, hace unos 10 años, aproximadamente, perdimos la brújula económica y sobre esta pérdida, en los años más recientes, se ha montado una crisis política e institucional muy grave, que se inicia en 2017 y se agudiza con la pandemia, hasta llegar a un régimen de lo más representativo de la política ‘lumpen’ que hemos tenido en el Perú, que fue el Gobierno del presidente Castillo, donde hubo un altísimo grado en incompetencia y corrupción, que encima acabó con un intento de golpe de Estado. Esa pérdida de brújula económica se agravó con la crisis institucional política, en la que la política contamina al Estado y el Estado contamina a la economía.
¿Qué nos llevó a perder la brújula económica?
Hace unos 10 años, durante el gobierno del presidente Humala empezamos a ningunear el crecimiento económico. A pesar de que el crecimiento estaba garantizado, empezamos a mirar con desprecio proyectos de inversión de industrias extractivas. Se caía el proyecto Conga y no pasaba nada, se caía Tía María y la vida continuaba, y pensábamos que siempre podíamos crecer 6% o 7% sin esfuerzo. A la vez, empezamos a hacer cada vez más difícil la actividad económica.
Se instauró un pensamiento en los gobiernos central, regional y local de que no hay que facilitar la inversión privada, que lo vemos hasta ahora. Lo podemos ver en gobiernos locales o regionales tanto de zonas relativamente pobres del Perú, como también en Miraflores, San Isidro y La Molina, donde hemos apreciado actitudes muy hostiles a la inversión privada.
¿Cuál es el segundo elemento que nos llevó a esa perfomance subóptima?
Diría que el habernos creído ricos ha generado una sensación y cultura del despilfarro. Hay un concepto básico en economía que es el costo de oportunidad. Es decir, si voy a gastar en esto, ya no puedo gastar en lo otro. Esa lógica elemental de priorizar el gasto, debido a que hay otros usos alternativos del dinero, la empezamos a perder y de una manera bestial. En el Gobierno de Humala despilfarramos el dinero con los elefantes blancos: Petroperú y el Gasoducto del Sur Peruano, que fue un proyecto de locos y que ahora entendemos los intereses que había detrás. Luego, se gastó en la red dorsal, cuando el sector privado ya estaba tendiendo su propia fibra óptica. También, hubo proyectos mal concebidos, como la Línea 2 del Metro o el Aeropuerto de Chinchero, que luego nos han pasado facturas con arbitrajes y costos altísimos. La importancia de gastar de forma eficiente el dinero dejó de estar en la mente de nuestros gobernantes. El Ministerio de Economía ha ido aflojando muchísimo en los últimos tiempos y tenemos hoy dos casos emblemáticos.
¿A cuál de todos los casos de despilfarro de este Gobierno se refiere?
Me refiero a Petroperú y a un tema que Perú21 ha venido levantando, y que no está teniendo la repercusión que debería tener a nivel de gremios empresariales y de líderes de opinión, que es esta locura de gastar US$3,500 millones en la compra de aviones (de guerra). Dicha suma es de uno y pico por ciento del PBI, que es un montón de dinero para un país que tiene tantas necesidades. El ministro de Defensa ha dicho que quienes critiquemos esto somos traidores a la patria. Estoy dando mi opinión de economista y diría que, para mí, es traición a la patria gastar US$3,500 millones en algo que el Perú no necesita cuando tenemos necesidades de la población absolutamente insatisfechas, como gente que se muere porque no puede ser atendida a tiempo por el Ministerio de Salud o Essalud. Vimos el mal manejo de los incendios forestales en la selva por falta no solo de gestión, sino también de recursos. Y con toda esa falta de recursos y la pobreza que tenemos, gastarnos US$3,500 millones en comprar aviones de guerra, cuando tenemos todas nuestras fronteras tranquilísimas, es sumamente preocupante.
Y no solo aviones de guerra. La presidenta quiera cambiar de avión presidencial…
La compra del avión presidencial, si se materializara, tiene dos efectos. Uno es el costo de oportunidad de ese dinero, que son todas esas cosas que por la urgencia deberíamos hacer, como todo el tema de inseguridad, por el amor de Dios. Este problema requiere gestión, pero también recursos. ¿Dónde esas decenas de millones de dólares del avión presidencial estarían mejor gastados?; ¿en seguridad o en un mejor avión para la presidenta? Además, tiene una consecuencia adicional: hace que la gente esté, realmente, de un ánimo muy malo. Aleja al ciudadano del Estado y eso es malo como sociedad, porque después tenemos elecciones en las que a la gente no le interesa por quién votar.
Riesgos del gobierno por el despilfarro
¿Cuáles son los riesgos que el Gobierno no está considerando?
Diría que hay tres. Primero, el riesgo fiscal. Le estamos metiendo un punto y medio de gasto fiscal a un déficit que por segundo año rompe la regla fiscal. Una de las fortalezas que nos permite aún crecer, que es nuestra disciplina fiscal, la estamos rompiendo. En segundo lugar, está el tema del costo de oportunidad. Ese dinero podría ser mucho más útil para la sociedad si es gastado en seguridad, salud y otras urgencias de la población. En tercer lugar, está la desafección de la población. Esta se indigna y reacciona con desinterés, ya no quieren pagar impuestos, piensan que los políticos son una porquería y, por lo tanto, quieren hacer sus vidas por su cuenta y que el Estado vaya por la suya.
¿Cómo está afectando a la economía el tema de inseguridad?
El tema de inseguridad impacta en la economía y, por tanto, en la sociedad a través de varios canales. Primero, en lo que gastan las empresas en seguridad, que es excesivo y que les quita competitividad tanto al sector formal como al informal. En segundo lugar, se inhibe la producción. Es decir, si un inversionista quiere hacer minería en una zona que está tomada por el crimen, va a desistir de hacerlo. Otro ejemplo es, cierro mi bodega o mi farmacia porque no puedo seguir pagando la extorsión. Con estas decisiones se destruye la economía, la producción y los empleos. El tercer canal, que es muy peligroso, es que, en la medida en que las economías ilegales se fortalecen, empiezan a penetrar en la institucionalidad política, el Poder Judicial, la Fiscalía, el Estado y el Congreso.
¿Las políticas que este Gobierno dice ejecutar en materia de inseguridad son las correctas?
¿Cuáles políticas? No las veo. Creo que podemos discutir largamente el marco normativo sobre el terrorismo urbano, pero al final del día es gestión y recursos. Tú necesitas unidades de élite que penetren en todas estas economías ilegales y recursos para poder implementar esa política; y la verdad es que hasta ahora no se ve, y hay que decirlo con todas sus palabras, porque este es un Gobierno de sobrevivencia, muy precario, tiene algunos cuantos ministros y funcionarios públicos que están haciendo lo mejor que pueden y que hay que aplaudir, pero en la parte de seguridad no se ve ninguna respuesta.
¿Cree que el Gobierno de Boluarte ningunea también el crecimiento?
Creo que este Gobierno es un Gobierno de sobrevivencia, con una presidenta muy precaria en términos de su formación y su visión. Es decir, un Gobierno sin visión, pero donde hay funcionarios y ministros que están tratando de hacer lo mejor que pueden, manteniendo a flote algunas actividades productivas. Un par de ejemplos son el ministro Rómulo Mucho, que en Energía y Minas se está fajando; también, el director ejecutivo de Proinversión, José Salardi, que está haciendo una labor extraordinaria. Si uno compara lo que en los años 2024 y 2025 se está haciendo o se va a hacer en términos de entrega de APP (asociaciones público-privadas) y concesiones frente a hace seis o siete años, es como tener el día y la noche. Salardi está haciendo realmente un trabajo que va a contribuir no solo a generar crecimiento económico, sino también a cerrar la brecha de infraestructura y brechas sociales hacia adelante.
¿Qué debe esperar el país de este Gobierno?
La economía peruana en este siglo creció y lo hizo de manera importante. Sacó a mucha gente de la pobreza e hizo que se creara una nueva clase media, teniendo al costado a un Estado más o menos disfuncional con algunas áreas que funcionaban bien y otras que funcionaban mal, y con una política de mucha medianía. Hablo de una política regular donde sí había Congreso con congresistas con oficio que lograban generar alianzas y mayorías que le daban gobernabilidad al Poder Ejecutivo, y así hemos venido creciendo. Eso se rompió hacia el 2017 con Lava Jato y la crisis política motivada por el enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso en el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Si no arreglamos mínimamente la política, el Estado, que se nutre parcialmente de la política y de los políticos, no va a poder funcionar adecuadamente y la economía no va a poder recuperar el potencial que tiene.
¿Cuál es el potencial del Perú?
Te voy a poner varios ejemplos. Como buenas noticias para este año tenemos que APEC se está haciendo en el Perú, somos parte de ese club. Luego, la inauguración del Puerto de Chancay, que va a ser un hub logístico importantísimo en Sudamérica, y la inauguración del Aeropuerto Jorge Chávez, que probablemente va a ser uno de los más modernos o el más moderno de Sudamérica. Otro ejemplo, para que veamos lo que el Perú es capaz de hacer, está en el campo de las exportaciones. Las exportaciones de arándanos y de uvas se acercan cada vez más, en forma individual, al nivel de la harina de pescado. Esos productos no se exportaban hace 10 años.
Es un crimen lo que está pasando con Petroperú
¿Qué opina sobre Petroperú?
Es un crimen lo que está pasando con Petroperú. Hemos invertido en una planta de refinería nueva más de US$6,000 millones. Petroperú ha perdido entre el 2022 y junio de este año US$2,500 millones. Pensemos otra vez en el costo de oportunidad. Desde 2017, el Estado le ha metido US$3,000 millones a la empresa, dinero que pudo haber ido a colegios, salud y hospitales. Y hoy día la empresa vale cero o negativo.
Si hoy quisieras vender Petroperú, tendrías que decirle a quien quiera comprarlo: “Te la llevas y te doy mil o dos mil millones de dólares”. Quizá dentro de dos años se la tengas que regalar, porque nadie va a pagar un cobre por una empresa como esa.
Me llamó mucho la atención ver un aviso de gente ilustrada que decía: “Petroperú pertenece a los peruanos y seguirá siendo nuestro”. Qué fácil. Me hubiera gustado que todos los firmantes, cuando se inició esta aventura irresponsable de Petroperú el año 2014, hubieran puesto de su dinero. Hoy, ese dinero valdría cero. Qué fácil es decir que debemos seguir manteniendo artificialmente a una empresa que ellos definen como estratégica.