La muy conveniente -para ellos- narrativa de la izquierda
Germán Serkovic González
Para Lampadia
Una narrativa -tal como la entiende nuestra izquierda- es una forma desvergonzada de tergiversar la realidad -los hechos y hasta el derecho- con la finalidad de conseguir un beneficio propio. Una definición más apegada a lo cierto, sería concebir a las famosas narrativas como una conveniente mentira. Dentro del cúmulo de relatos o cuentos que los grupos políticos desplazados del poder a partir del frustrado golpe de diciembre pasado, están ensayando para intentar distanciarse del desastre que significó en todos los aspectos el gobierno -desgobierno, diríamos mejor- de Castillo y el muy mediocre gobierno actual, hay que mencionar el que señala que “el gobierno de Boluarte es de derecha”.
Es como afirmar que en la chistera del mago ingresó la vicepresidente del filosenderista Castillo en representación del autodenominado partido marxista leninista Perú Libre y allegada del fugado Vladimir Cerrón, y que luego de unos pases con la varita mágica, sale una presidente liberal convencida de las bondades de la economía de libre mercado. Tamaño disparate no resiste el más mínimo análisis. Es cierto que nos hemos alejado de los extremismos, la sideral incompetencia y la corrupción galopante que caracterizaron a la administración de Castillo, pero en términos generales no se aprecian mayores variaciones en los ejes centrales del gobierno. La falta de confianza persiste, y con ella la ausencia de inversiones. Al inversor -el que arriesga su dinero para crear empresa y generar puestos de trabajo- no vislumbra las condiciones necesarias para desarrollar sus proyectos, desde varios aspectos, de seguridad, de tranquilidad política, de paz social, de predictibilidad normativa, etc. Llamar de derecha al gobierno de Boluarte es un sinsentido, pero un sinsentido que en su simplonería, la izquierda repite hasta el cansancio.
Una narrativa algo más elaborada, es la de etiquetar al gobierno como resultante de un pacto fujicerronista. No es muy complicado de descubrir a la mano oscura que se esconde detrás de esta maniobra. Puede el lector preguntarse ¿qué sector político saldría ganando si responsabiliza a dos grupos -que casi se puede decir que se encuentran en las antípodas del espectro político- de la situación actual? ¿Qué antipatía tienen en común el fujimorismo y los partidarios de Cerrón? La respuesta es evidente, los socialistas de salón, los denominados caviares. Son declarados enemigos del fujimorismo bajo la pantalla de una supuesta dignidad, que no tienen y, por su lado, Cerrón no ha desperdiciado ninguna oportunidad para expresar su profundo desprecio por ellos.
El ciudadano medio cuando escucha decir que la presidente Boluarte es de derecha o fujicerronista, no duda en descartar el planteamiento sin poder ocultar una cierta sonrisa propia de la suficiencia del entendido. Sin embargo, no hay que menospreciar la narrativa por más absurda que pueda parecer. El mensaje llega a calar en cierto sector -provinciano rural, básicamente- que está convencido que Castillo fue defenestrado por los “poderosos” y que son éstos quienes articulan a un gobierno títere.
La izquierda caviar tiene los recursos, y sobre todo, los medios para difundir sus narrativas. Las agrupaciones políticas realmente democráticas no pueden dejar estas argumentaciones -por más ridículas que parecieran ser- sin respuesta, y para ello deben tomar la iniciativa contrastando las narrativas falaces con los datos de la realidad. Mostrar la evidencia ante las mentiras.
Por lo demás, hay que tener en consideración que los, socialistas de cafetín no tienen problema alguno en denostar de sus antes socios políticos. Desde Humala hasta Castillo, se subieron al gobierno con la esperanza de copar los bien remunerados cargos públicos, parasitando sin mayores aportes, para luego mostrar una evidente deslealtad y alejarse cuando las situaciones se complican.
Llamar de derecha a este gobierno no tiene lógica alguna y menos pretender responsabilizar a aquel sector de una situación actual de inseguridad y precariedad económica que es en muy buena parte el resultado de los despropósitos de Castillo y sus camaradas, a los que todos los socialistas les dieron con gran alegría sus votos -pero no por eso debemos menospreciar el estribillo- que no es más que un eficaz distractivo orientado a esconder un conflicto entre sectores de la propia izquierda. Lampadia