Entrevista a Gerardo Eto Cruz
Expreso, 2 de mayo del 2024
Por: Juan Pablo Chirito
Resumen de CV
Gerardo Eto Cruz es abogado y Doctor en Derecho por la Universidad de Santiago de Compostela de España Además, siguió una Diplomatura en Defensa Nacional en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional de España y realizó estudios en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid En el Perú ha sido integrante del Tribunal Constitucional y autor de varios libros y trabajos en su especialidad
El constitucionalista y estudioso, académico Gerardo Eto Cruz, ex miembro del Tribunal Constitucional, nos habla acerca de la politización de Ia justicia en nuestro país. Detalla que hay situaciones preocupantes que se deben abordar con prontitud y el tema es integral, incluso pasa por la calidad de gobernantes que elegimos los peruanos, por lo que tras la búsqueda de tiempos utópicos, también venimos experimentando distopías, sumado a que el ‘fantasma’ del comunismo viene poniendo en aprietos a nuestra débil democracia.
Doctor, la reciente controversia entre el Congreso y Junta Nacional del Justicia ha permitido que todas las miradas estén puestas sobre el Tribunal Constitucional. ¿Eso demuestra que nuestro sistema de justicia está en crisis?
No debe llamarnos a preocupación, porque una de las atribuciones y competencias del Tribunal Constitucional es resolver problemas de dos naturalezas, los procesos de inconstitucionalidad y los problemas derivados de los conflictos de competencia. Entonces, en estos momentos, parte del centro de gravitación de la crisis política en el país es por los conflictos que existen en la estructura del poder político.
El poder político es uno solo y tiene diversos órganos. Cada órgano tiene sus atribuciones, sus prerrogativas competenciales, que es lo que está ocurriendo, que un órgano se inmiscuye en el otro, o no lo deja desarrollar las atribuciones que tiene y se generan estos conflictos. Y eso es parte de la etiología de la crisis política que, cronológicamente, podríamos decir arranca desde que don Pedro Pablo Kuczynski ingresa a gobernar.
El Legislativo, con la carga del fujimorismo, empezó a denostarlo y luego se desencadenó lo que dicen los mexicanos un ‘desmadre’, hasta la fecha.
Pero también es bueno que se tenga en cuenta que a nivel planetario hay un estado de crisis en todo el mundo.
Se está viviendo lo que el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman desarrolló como la teoría del estado de crisis, que es una especie del paciente enfermo y el médico no sabe cómo reaccionar porque hay una incertidumbre. Y esta incertidumbre viene generando conflictos bélicos, etc., dentro del reordenamiento mundial.
Pero otra cosa es la crisis de los Estados, que es lo que tiene y adolece América Latina. Y en el Perú hay un problema muy sui géneris, que muchos órganos del Estado se encuentran enfrentados entre sí y eso afecta la gobernabilidad.
Y ahí tenemos pues que muchos de esos casos son derivados al Tribunal Constitucional para que lo resuelva, de tal manera que se está convirtiendo en el centro neurológico de mantener y preservar nuestra democracia constitucional republicana. Dado que los que son los titulares de los demás órganos del Estado no están a la altura de las atribuciones que le ha dado el estado.
Usted señala que estamos viviendo tiempos distópicos…
La distopía fue acuñada por John Stuart Mill, que fue un filósofo inglés, hace casi 180 años, en un discurso parlamentario. En contraposición, a lo que Tomás Moro acuñó la palabra utopía, que es el mundo deseable. No existen mundos utópicos, pero el ideal en las democracias republicanas es que existan utopias minimamente realizables.
Por ejemplo, la JNJ está politizada a través de muchos ede sus miembros, al igual que el Ministerio Público y parte 1 del Poder Judicial, una concepción ideológica al que la prensa y los políticos llaman el sector caviar y su meta es llegar a cubrir el Ejecutivo en las elecciones. Y ya hemos tenido la experiencia de Pedro Castillo, que fue un salto al vacío. Y hay que tener mucho cuidado en ello.
Se puede observar que todos los poderes del Estado están politizados, la influencia caviar es evidente, chay alguna alternativa viable para salir de esta situación?
Baumann ha publicado un libro, «Tras la política», donde se pregunta si en estos tiempos ha triunfado la libertad, y dice que no podemos tener libertad porque se ha formado un establishment de conformismo y que ‘nuestra clase Política’ no está a la altura de los tiempos de cambio, por lo que hoy por hoy, el socialismo del siglo XXI ha tomado todo el pensamiento de la educación. Todo el sector educación en América Latina está abordado por estas corrientes. Y nuestro liberalismo, la gente que apuesta a una democracia republicana, se ha quedado dormida en sus laureles, empezando por los propios empresarios.
En algún momento Karl Marx, en su manifiesto dijo, «un fantasma recorre el mundo [el comunismo]», y ese fantasma recorre actualmente América Latina, porque el grueso de los que educan tiene ese pensamiento comunista y es ahí donde se tiene que establecer una reformulación de una verdadera política pública acorde a los tiempos, donde hay mucha noticia falsa, donde hay mucha mediatización. Los chicos ya no investigan, plagian a partir de los sistemas de inteligencia artificial. Ese es un gran problema.
Entonces estamos en tiempos distópicos. ¿Eso quiere decir que el fantasma del comunismo puede derrotar la democracia en el Perú?
Yo creo que no. Ya hemos tenido la experiencia de Pedro Castillo, que ha significado parar las orejas y tener mucho cuidado para elegir nuestros gobernantes. Pero hay que tener mucho cuidado de los populismos que se pueden desencadenar. Por ejemplo, tenemos ahí a un personaje distópico que es Antauro Humala, quien pese a las tonteras que habla, cala en algún sector ignorante.
¿Y quien es responsable de esta situación preocupante?
Eso pasa porque no existe una cultura política individual y colectiva mínimamente sólida, y parte de la culpa hay que endilgarles a los partidos políticos que no han formado y no han consolidado los valores de la democracia. No hay líderes políticos, hay una crisis en los partidos.
En los años 70 la ciencia política decía que un partido político debía tener tres componentes. Su base filosófica, su base ideológica y su base programática. Hoy existe reunión de empresarios que se juntan, hacen unos estatutos, digamos febles, débiles y entran al escenario de gobernar. Y no tienen la mínima idea de lo que es una política pública. Pueden ser gente adinerada, empresarios de éxito, pero el nivel de estadista y gobernabilidad es otra cosa.
Lamentablemente, el «Lagarto» Vizcarra reformó la constitución y prohibió la reelección de los congresistas. Estos congresistas nuevos no saben dónde están parados y nos llevan al abismo.
¿La bicameralidad representa una solución o va ser un problema mayor?
Es simplemente una institución que es bueno que se incorpore pero no va a garantizar que se consolide la democracia. Si habrá una mejora intraórgano, porque las iniciativas legislativas de la Cámara de Diputados van a ser revisadas por la Cámara de Senadores, y a lo mejor ya no tendrá mucha carga el Tribunal Constitucional de demandas de inconstitucionalidad o de eventuales conflictos de competencia, porque el Senado se supone va a estar formado por gente más pensante, van a sedimentar decisiones no tan alocadas y por ahí podría establecerse una especie de frenos y contrapesos dentro del interior del Parlamento. Yo creo que sí es bueno apostar por la bicameralidad.
¿Le preocupa que gran parte del Ministerio Público esté copado por caviares y giren la balanza en favor de gente ligada a su entorno?
Efectivamente, hay una base en el Ministerio Público de cierta gente que tiene una postura ideológica progresista de empatía al socialismo, tiene formación de las clásicas lecturas del marxismo, lo cual yo no reprocho; yo mismo en mi época de juventud abracé y leía a Carlos Marx, pero ya estoy viejo y conozco parte del mundo como para decir que el socialismo del siglo XXI nos ha Ilevado a la miseria.
Lo que hay que hacer es reformas en el estatuto del poder, que es la Constitución, pero no a través de una Asamblea Constituyente, porque como todavía vivimos un discurso de odio, la gente puede encandilarse con proyectos socialistas. Se debe hacer reformas parciales y puntuales, que es lo que está haciendo el Congreso, y que los partidos políticos traten de incorporar a sus futuros candidatos no solo gente de prestigio empresarial, sino de entrega al país y que tenga una formación más o menos de la que se pudiera escanear la estructura psicológica de los que van a postular, porque la politología contemporánea ha empezado a incorporar los estudios de la neuropsiquiatría y parte de los grandes problemas que hoy se vive es por el narcicismo galopante de los gobernante, porque hoy en los tiempos de la cuarta revolución industrial antes, con la era inalámbrica y con la era de las imágenes hay un narcisismo, hedonismo y banalización de la política, que en lugar de estar pensando en políticas públicas en favor del país, giran en torno a ellos.
El próximo año estoy por publicar un trabajo en el que se demuestra que la humanidad siempre busca la gloria, pero lamentablemente siempre es esquiva al poder y eso es un problema. Me refiero, por ejemplo, a Vladimir Putin, a los presidentes de Estados Unidos, China y ni hablar de toda nuestra vecindad latinoamericana. Todos narcisistas.
Y en el Perú, ¿nuestros gobernantes también han sido narcisistas?
Todos sin excepción, y se han mareado con el poder, no solo de la presidencia de la República, digamos también el Poder Legislativo, la PCM, las vicepresidencias, etc. Es parte de la esencia humana, no se puede reprochar que cada uno quisiera tener un reconocimiento de su actuación, pero de ahí a tratar de construir una imagen para preservarla, es lo que la filosofía política contemporánea le ha denominado la «política pop».
El escritor italiano Claudio Magris acuñó la expresión ‘política pop’ en los años 70 que se le identificaba como estado de espectáculo, pero hoy por hoy los gobernantes están espectacularizando sus decisiones. No gobiernan con políticas públicas debidas, sino solamente para generar una mejora de su imagen.
Usted considera que a todos los candidatos a gobernar, ¿se les debe hacer un examen psiquiátrico previo?
Todos tenemos temas de orden mental y hoy más que nunca, no hay que perder de vista que ya casi estamos llegando a un millón de suicidios al año en el mundo. Por ejemplo, los norteamericanos cada año chequean a sus presidentes. Sería terrible que un presidente de algún país poderoso que andan con estos maletines, en los que tienen a disposición las ojivas nucleares, se arrebate de un momento a otro y desate el caos. El equilibrio del poder radica en la ecuanimidad y sensatez del gobernante. No olvidar que el gobernante debe tener dosis de humildad y de fiereza en sus decisiones. Son dos extremos que se complementan en una armonía.