Gabriel Zaliasnik
Profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho, U. de Chile
La Tercera – Chile
El renovado debate sobre los indultos a condenados por hechos de violencia registrados a partir del 18 de octubre de 2019, y la circunstancia revelada ante el Tribunal Constitucional, que existirían otros indultos en estudio, sirven de alerta para quienes creen que lo peor de la tormenta política ha pasado.
Es un grave error creer que las ideas octubristas y los sectores políticos que las apoyaron se han retirado tras la estrepitosa derrota en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022.
El apaciguamiento actual, producto de un proceso constitucional que no provoca fervor, y de la incorporación al gobierno de integrantes de la izquierda democrática, es un falso espejismo. La falsa percepción de retirada de quienes hace solo unos años avaló la violencia política, apoyaron los retiros de fondos de las AFP con miras a quebrar el sistema previsional, rechazaron proyectos de ley que dotaban de mayores capacidades al gobierno para enfrentar la delincuencia, y obstaculizaron el enfrentamiento de la pandemia, no es tal. Estamos solo ante un repliegue táctico.
En un gobierno cuyo relato -y programa- se ha desplomado, y cuyo discurso -como ha afirmado más de un columnista- se aferra a adjetivos vacíos en el que las palabras carecen de todo contenido, la percepción de retirada es especialmente peligrosa. La ambigüedad del gobierno frente a cada tema y política pública así lo revela. La ausencia, a su vez, de una oposición con sentido de poder, que vea en el titubeo una oportunidad para avanzar y recuperar el terreno perdido (en ámbitos de libertad, de emprendimiento, de desarrollo) nos deja inermes, y expuestos a que reemerja el octubrismo o esa violencia dirigida a imponer reglas del juego antidemocráticas.
El pragmatismo también tiene límites. Es tiempo de reivindicar las ideas de la libertad. Chile hoy se mira al espejo y sabe todo lo que perdió siguiendo falsas épicas y anquilosadas ideas. Hoy el país requiere liderazgos que impulsen con vigor agendas de seguridad y crecimiento. Que no nos conformemos con ser “los menos malos del barrio”, sino que con volver a creer en nuestras habilidades para ser mejores, para avanzar más rápido, para crecer y desarrollarnos a niveles importantes. Es hora de retomar el esfuerzo y no de repartir los restos de un país desarticulado por la violencia. Los indultos partisanos tienen la virtud de recordarnos la magnitud de esa violencia, y el fallido intento golpista que escondía.
Quizás sea oportuno revisitar la tragedia Macbeth de Shakespeare. Su soliloquio ante la muerte de la reina dice mucho, “…Y todos nuestros ayeres han alumbrado a los necios/ El camino hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate ya, luz fugaz!/ La vida no es más que una sombra errante, un pobre actor/ Que hoy busca el aplauso y apura su hora de fama en la escena/ Y mañana ya nadie recuerda: es un cuento/ Contado por un idiota, lleno de estruendo y de furia/ Que no significa nada”.