Entrevista a Francisco Tudela
El Comercio, 9 de febrero del 2025
Milagros Leiva
El ex canciller peruano y analista internacional asegura que el presidente estadounidense Donald Trump es un hombre muy disruptivo cuyo gran objetivo es redefinir las fronteras políticas para hacer que los Estados Unidos recupere la hegemonía mundial. Asegura que estamos en un nuevo orden mundial que obliga a tomar definiciones.
—¿Qué piensa del ascenso de Trump al poder? Ha enardecido a sus rivales, está dando medidas sorpresivas y ha desatado mucha polémica.
Es el caso de una presidencia anunciada y previsible. Trump fue presidente en un primer mandato y encontró enormes obstáculos dentro de la administración pública, en los servicios secretos y en el FBI. Cuando dejó la presidencia fue perseguido. Tuvo procesos judiciales que fueron archivados, ingresaron a su residencia en Florida. El planteamiento del segundo gobierno es el de un presidente que llega absolutamente preparado, que conoce bien a sus enemigos. Tiene un plan y toda la ejecución de ese plan ha sido preparada durante estos cuatro años que no ha estado en el poder. Steve Bannon, quien fuera su asesor en el primer gobierno, ha dicho en una entrevista que no cometerán los mismos errores, que han aprendido, que habían sido ingenuos, que no habían tenido la gente necesaria, pero que ya tienen los cuadros preparados. Es obvio que Trump tenía todas estas órdenes ejecutivas que hemos visto en los primeros cinco días de gobierno con anticipación. El mundo no está frente a un presidente que está actuando caprichosamente o por impulsos.
—¿Y cuál es el plan de Trump?
—¿Qué quieren de Groenlandia?
—¿Y Canadá? Donald Trump ha dicho de manera osada y soberbia que Canadá debería ser el estado 51.
—¿Trudeau lo entiende?
—¿Por qué atacar con aranceles a Canadá y a México?
Los aranceles son punitivos. Hay dos tipos de aranceles. Un Estado realmente proteccionista tiene una política arancelaria general que se aplica a las 200 naciones del mundo.
—No es el caso.
Exacto. Ellos actúan caso por caso y son sanciones por asuntos no comerciales. Con México y Canadá el problema es el fentanilo y la migración a través de esta inmensas fronteras. Colombia no acepta dos aviones que devuelven a migrantes ilegales y los Estados Unidos amenazan inmediatamente con altos aranceles, con negar visas y en 16 horas el presidente Petro capitula. Lo mismo ocurre con la presidenta de México, que es mucho más discreta que Petro, pero finalmente despliega 10,000 soldados mexicanos para impedir el tráfico de fentanilo y la migración, con los cuales gana 30 días para seguir negociando.
—En el caso de Panamá ha ocurrido exactamente lo mismo.
Reclamo maximalista: vamos a retomar Panamá, vamos a instalarnos en Panamá. Reclamo real: hay dos puntos el canal de Panamá, que es la entrada y la salida, donde hay una compañía china que operan y eso lo interpretan como contrario al tratado Torrijos-Carter en el sentido de las normas de seguridad del artículo cuarto. Entonces viaja Marco Rubio a Panamá, hace un tour de países del Caribe y regresa victorioso porque consigue lo que quiere. Son mensajes políticos y directos a China y a Rusia, por supuesto. Por otro lado está la pérdida de Venezuela, donde se han metido los rusos, los chinos, los iraníes, un asunto muy grave dentro de su concepción geopolítica.
—¿Y por qué Trump no pisa acelerador con Maduro? Más allá de legitimar a Edmundo Gonzáles y de aclarar que no le van a comprar petróleo…
Trump tiene exactamente 17 días en el poder. Ningún presidente de los Estados Unidos, por lo menos del cual yo tenga memoria, ha pisado tanto el acelerador para ejecutar un plan de gobierno. A un presidente normalmente le tomaría dos años hacer lo que ha hecho Trump. Seamos francos, el mundo occidental con todos sus defectos es un mundo democrático. Los Estados Unidos con la presidencia de Trump son los primeros en un cuarto de siglo en mirar a América Latina.
—Pero Trump asegura que somos nosotros los necesitados y no al revés. Es más, ha quitado la comunicación oficial en español.
Quitar la información oficial en español es un disparate. El rey de España ha sido muy discreto al decir que 100 millones de personas en los Estados Unidos son hispanohablantes. Con eso ha dicho todo. Parte de la técnica Trump, es hacer afirmaciones atrabiliarias para después bajar a un nivel aceptable a sus interlocutores. Es una técnica de negociación. Nos guste o no la personalidad, tenemos que ser lúcidos.
—El tercer punto es la Franja de Gaza.
Eso no va a funcionar. No se puede deportar a 2 millones de personas. Las mismas Fuerzas de Defensa de Israel han dicho que no ven con buenos ojos este proyecto.
Fue un discurso para presionar a los palestinos a aceptar alguna fórmula que todavía no conocemos. Pedirle a Jordania y Egipto que acepten a dos millones de palestinos es una fórmula negada.
—En el vértigo de tanta información, Trump avanza con su prioridad que es el orden interno de los Estados Unidos.
Lo que él está haciendo es reorganizar internamente los Estados Unidos. 3,000 empleados públicos ya han aceptado su oferta de irse a cambio recibir su sueldo. Hay un juez de Massachusetts que ha interpuesto una acción en contra, pero hay un plan de reducción del Estado muy fuerte.
—Y luego está la declaración de que sólo hay dos géneros hombre y mujer.
Eso es muy ideológico. Forma parte de la lucha política, es la línea divisoria central entre los conservadores y las izquierdas. Es una toma de posición para marcar la diferencia de aguas políticas. Nosotros estamos aquí y ustedes están allá. Trump no quiere permitir que los sectores moderados que aún quedan en el partido demócrata tomen posiciones preponderantes. Está reforzando la posición extrema del partido demócrata al clavarles una pica. No es solamente un paso estratégico, es un paso programático.
—¿Dónde queda queda la narrativa de inclusión?
Es un combate contra la ideología woke y contra la ideología de la corrección política deliberado. Es un ataque frontal que apunta a la destrucción en lo posible de estos baluartes ideológicos.
—Pero son baluartes que han estado 25 años.
Empezó en el 2000 y un ejemplo claro de la demolición es USAID. Hay que entender que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo tiene tres etapas nítidas. Primera, 1961: El presidente Kennedy funda la Agencia. La idea es que fuera de las acciones militares americanas en Vietnam, exista apoyo humanitario, tecnológico en los campos agrícola, económico, etc. para ayudar al progreso del tercer mundo, ese es el esquema originario. Segunda etapa 1975 en adelante: Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Carter diseña una estrategia por la cual los Estados Unidos se apoyarán en los derechos humanos. Todo esto al salir de Vietnam. Los americanos, sabiendo que cualquier acción militar será muy impopular, toman este camino estratégico y logran convencer a la Unión Soviética de firmar los acuerdos de Helsinki en 1975. Derechos humanos es el nuevo gran garrote de los Estados Unidos; al poco tiempo se funda la primera ONG rusa, que es la Helsinki Moscú, dirigida por Andréi Sajárov, el físico, disidente soviético. Así empieza la lucha contra el aparato soviético que culmina con Gorbachov. Los Estados Unidos se dan cuenta de que han inventado un arma ideológica formidable y Usaid y la Voz de América se transforman en instrumentos de ofensiva ideológica. Entonces se van empujando posiciones cada vez más radicales.
—¿Y en qué momento comienza la narrativa woke?
En el siglo 21, cuando ya ha caído la Unión Soviética y hay la convicción en las izquierdas americanas que ellos son las izquierdas del futuro porque la Tercera Internacional, el movimiento por la paz y todo lo que salió de la Unión Soviética ya no existe. Lanzan su ofensiva desde el interior de estas organizaciones y van cobrando más autonomía frente al propio gobierno americano y tienen una agenda política propia. Hasta que llega Donald Trump y subordina Usaid al Secretario de Estado y todo se suspende. Las medidas son radicales, es un desmantelamiento completo. ¿Cómo volverá Usaid? Sólo Trump y Marco Rubio lo saben.
—¿Considera que se pervirtió Usaid?
Se convirtió en una arma política demasiado eficaz, pero luego esta arma fue cobrando autonomía. Sus funcionarios terminaron haciendo lo que les daba la gana. Por ejemplo, el cómic trans que han pagado en el Perú.
—Por el otro lado Usaid ha tenido programas magníficos.
Por supuesto. Toda la variedad de café que nosotros vemos en los supermercados peruanos, café que exportamos, el cacao, todo eso es la política de sustitución de cultivos creada por Usaid a partir de 1989. Muchísimos proyectos positivos. Pero la cultura woke, lo que se está neutralizando es el arma política inventada por Zbigniew Brzezinski y el presidente Carter, que no es ya conveniente. Parte de esta revisión obedece al examen del destino de los fondos. Estamos hablando de $40,000 millones alrededor del mundo. Es mucho dinero. ¿Qué pasa cuando el dueño del arma pierde el control?
—Va a querer retomarlo.
No solo va a querer retomar el control, no va a querer que el arma se voltee contra él. Qué es lo que ha pasado. Usaid se partidarizó y las embajadas americanas en el fondo han sido dependientes de las pautas políticas que daba Usaid.
—¿Qué pasará con todo el apoyo a la comunidad LGTB, trans, etc?
Ahí siguen las ONG. Buscarán otras fuentes de financiación. ¿Por qué tendrían que ser solo los Estados Unidos? Podría ser Canadá, Francia, Rusia, podría ser la China.
—¡En la China no hay activismo LGTB!
En Rusia tampoco. Estamos entrando a un nuevo mundo. Hay temas, minorías que se han convertido en prioritarios, como si fueran temas de mayorías. Elon Musk es esta especie de secretario de la eficiencia determinará cómo se ha llevado el gasto público. Resulta que alrededor del 15% de estos $40,000 millones ha llegado a sus destinatarios finales, los supuestos beneficiarios. Todo lo demás se ha quedado en camino en sueldos. Estamos hablando del 75 % de esas sumas gigantescas de dinero en sueldos de los onegistas. Estados Unidos no tiene por qué pagar el modo de vida de miles de oneegistas alrededor del globo.
—¿Estamos a un nuevo mundo conservador, como era antes?
No. Porque nunca hay regreso al pasado. Estamos entrando a un nuevo mundo que primero tiene una contención internacional muy peligrosa entre Rusia y la China de un lado, y los Estados Unidos y Occidente del otro, que no es broma. Estamos frente a un escenario de alta conflictividad y alta peligrosidad, sin que eso signifique que podamos llegar a una tercera guerra. El arma nuclear hace muy remota la posibilidad de una guerra. Me refiero al nuevo orden en el sentido de que las líneas conceptuales, políticas entre las democracias occidentales y los regímenes del socialismo del siglo 21 que son el adversario. Lo que está haciendo el gobierno de Trump es trazar la línea para definir claramente quiénes son amigos y quiénes enemigos.
—¿Hasta dónde llegan los derechos humanos?
El problema es la subjetividad. Llega un momento en que desafían a la ciencia y desafían a la biología y entonces ese es el momento en el cual se traza la línea de la arena. Por eso la prohibición de hacer transición hormonal a menores de edad.
—¿Cuán perdurable es todo esto?
Nada es perdurable. Esto durará unos años y luego viene la tendencia contraria. Nada es para siempre.
—Meloni en Italia, Trump en Estados Unidos, Milei en Argentina. ¿Es un resurgir de la derecha?
No, es una transformación radical de la derecha. La derecha se ha vuelto libertaria. Las derechas del siglo pasado estaban centradas en premisas que no eran liberales. Esta derecha combina conservadurismo axiológico en el terreno humano, familia, el sexo biológico, etc, pero el liberalismo en lo que refiere a la democracia y a la economía. Por eso la reducción del estado.
—¿Cree usted que ese cambio se está dando en el Perú?
Eventualmente sí, estas cosas se contagian.
—¿Entonces no cree que vuelva a triunfar un comunista, alguien de izquierda radical en el 2026?
El comunismo existe como anacronismo. ¿Puede triunfar un comunista? Con 40 partidos en el Perú uno triunfa con el 12%, puede pasar cualquier cosa; pero tengo la esperanza de que el Perú haya escarmentado y comprendido.
—¿Existe una derecha peruana liberal?
Recién se está formando. No ha existido en el pasado. Las derechas peruanas querían hacerse perdonar o aprobar por las izquierdas. Siempre hacían concesiones, no eran muy definidos. Estamos yendo a un mundo en el cual las cosas se dicen como son. En esta época el consenso es destructivo, porque si yo tengo que ceder parte de mi programa de gobierno al partido A y parte de mi programa de gobierno al partido B y ejecutar por mi parte parte del programa de esos partidos, termino no haciendo nada y no puedo implementar ninguna política. Trump, lo que hace es justamente evitar ese juego de concesiones. Este es un momento de definición.
—¿Qué piensa de Dina Boluarte?
No hay en el gobierno de Dina Boluarte una intención o una posibilidad de ejecutar las políticas que el Perú necesita para volver a dar prosperidad, para recuperar mucha gente que había entrado a la clase media y han vuelto a caer. O para el millón de personas en la línea de pobreza o para aquellos que se han ido del Perú. Lo importante para Dina Boluarte es durar, no hacer.
—¿Cómo pasa a la historia?
Como una presidenta de transición.
—¿Ve con buenos ojos algún político que se proyecte para 2026?
Veo probables contendores, pero hay enormes dudas sobre cada una de las posibilidades de estas personas.
—El nombre de su hija surge para una posible plancha presidencial. Adriana Tudela ha demostrado una gran eficiencia en el parlamento. ¿Qué piensa de ver a su hija en una plancha presidencial en las próximas elecciones?
Quien tiene que dar la respuesta es ella. Yo no puedo. Es una decisión 100% de ella.
—¿Le ha hecho alguna consulta?
Sí, pero los padres tienen que respetar la autonomía de los hijos. A mí me parece que ella ha hecho un trabajo estupendo y yo respeto sus decisiones.
—¿Vería con buenos ojos una candidatura de Butters?
Eso todavía no está definido.
—¿Butters es ese tipo de político disruptivo que anda triunfando?
Es disruptivo, no cabe duda. El que sea candidato es todavía una cuestión que no está definida. Tiene que haber un proceso interno.
—¿Y Porky? ¿No es acaso uno de los políticos más disruptivos del país?
Es muy disruptivo. Ha tenido una relación compleja con los medios. Es un alcalde que tiene mucho apoyo popular, pero no tiene ese mismo apoyo en los sectores mediáticos, académicos, etc. Hoy está haciendo campaña.
—¿Ve con preocupación el 2026 o tiene optimismo?
Con preocupación, como todo el mundo. Si no acertamos, el camino seguirá siendo de bajada.
—¿Logró hablar con Alberto Fujimori cuando salió de prisión, antes de que muriera?
No pudimos reunirnos.
—Usted era muy cercano a él…
Bueno, en la época de gobierno, obvio. Cuando renuncié a la vicepresidencia no estuvo contento y nos apartamos. Lo visité una vez en la cárcel, pero la relación no continuó. Yo le tengo mucha admiración como presidente. Lo he visto trabajar. Su capacidad era impresionante. Era un hombre que sabía confiar en sus ministros. El final fue terrible para todos.
—Si su hija le pide que se meta Avanza País, ¿se inscribirá?
Son palabras mayores. Habría que pensarlo.
—¿Y con quién se queda en América Latina? ¿Con Bukele o con Milei?
Con Milei. Interpreto con claridad lo que piensa, no veo la totalidad de la agenda de Bukele. Es verdad que tiene una gran política de seguridad, es un logro extraordinario lo que ha conseguido. ¿Pero cuál es el futuro de su política económica, de su política social? No se ve con claridad.
—¿En el terreno de la seguridad necesitamos un Bukele?
No sé si necesitamos alguien con la personalidad de Bukele, pero tenemos que ver qué medidas han funcionado para controlar la criminalidad y sacar fuera de circulación a los delincuentes. Eso del Bukele peruano, del Napoleón, del Trump peruano son infantilismos. Cada país tiene sus propias soluciones porque tiene sus propias realidades.