Por Francisco Tudela, excanciller y consultor internacional
El Comercio, 16 de enero del 2022
El Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) en su “Informe de Riesgos Globales 2022″, publicado el pasado 11 de enero, ha señalado cinco riesgos existenciales para el Perú, en el siguiente orden: colapso del Estado; estancamiento económico prolongado; crisis de empleo y en el nivel de vida; desigualdad digital; y, daño al medio ambiente y proliferación de actividades económicas ilícitas. No hay prospectiva, mérito, ni magia en este pronóstico, porque más bien parece la descripción obvia de un proceso en curso iniciado, hace casi dos años, con el inicio de la pandemia del COVID-19.
Más aún, la retórica confrontacional del Gobierno hacia los opositores y los medios de comunicación, sumada a la insistencia gubernamental para realizar un referéndum para instalar una asamblea constituyente al estilo venezolano, así como la constante denigración demagógica de los “200 años”, en referencia a toda nuestra vida republicana, ha generado una desconfianza general que erosiona gravemente la cohesión social y económica del país, las cuales se fundamentan, en última instancia, en una y solo una cosa: la confianza ciudadana en sus autoridades.
Respecto al problema digital, según el INEI, el Perú se ubica en el tercio inferior a nivel mundial en cobertura y calidad de infraestructura digital. Sobre el medio ambiente, la Organización Meteorológica Mundial ha señalado que estamos al final de un fenómeno de La Niña, al cual se suma la inveterada incuria nacional respecto al destino de los desechos urbanos e industriales, además de las actividades destructivas del medio ambiente como lo es, entre otras, la minería informal ilegal que destruye los ecosistemas amazónicos.
En actividades económicas ilícitas, ostentamos el baldón de ser el segundo productor mundial de cocaína refinada con 88.000 hectáreas respecto de las cuales el Gobierno tiene una política que debe aclarar en el plano internacional. Debemos añadir a esto el masivo fenómeno de la economía informal, presentado hace cuarenta años como el gran espíritu capitalista peruano, pero manifestándose hoy como una catástrofe social y fiscal insoluble que estimula conductas mafiosas para evadir el ánimo hiperregulador de un Estado pesado, codicioso, con mucha corrupción en su seno, y que da poco o nada al ciudadano.
Schwab considera que el mundo debe superar el capitalismo de accionistas (la libre empresa) y el capitalismo de Estado (China, para ponerlo muy simple), mediante una tercera fórmula mixta, el “capitalismo entre las partes interesadas”, esto es, las grandes corporaciones privadas devendrían en fideicomisarios de la sociedad, juntamente con los gobiernos, y sus decisiones regirían los destinos de la humanidad.
Pese a todo lo mencionado, el “Informe de Riesgos Globales 2022″ de 116 páginas merece leerse, pues contiene mucha información estadística para reflexionar sobre los riesgos que ya afectan al Perú y el mundo. Claro, el Perú no necesita fórmulas político-plutocráticas socialistas para superar la actual crisis, sino las experiencias exitosas de su propia historia y la acción decidida de la sociedad civil y las fuerzas democráticas para superar el impasse en el que se encuentra.