Fernando Ruiz Caro Villagarcia, Cusco
Para Lampadia
Los Cusqueños nos encontramos divididos en nuestras opiniones. Me aúno a los que creen que Chinchero debe ir ahora con la adenda propuesta por el Estado a pesar de la desconfianza que nos produce por la sensibilidad del momento político. Y es que esa parece ser la única manera de que los plazos empiecen a correr para un proyecto por el que venimos esperando 40 años y cuya línea del tiempo se sigue atrasando indefinidamente y no se detiene por indecisiones, tecnicismos, patriotas ni soñadores; el tiempo corre y ya estamos tarde.
¿Cómo es que ya pasaron 40 años en este infructuoso intento? Fue promesa, de todos los candidatos que llegaron a la presidencia del país. La primera oportunidad perdida data del gobierno de Morales Bermúdez (1,975 -1,980); en aquella oportunidad en un acalorado Consejo de Ministros descentralizado, los Cusqueños, encabezados por nuestros más prominentes adalides sociales (que pobreza de líderes), solicitamos a una sola voz que se construya un coliseo cerrado (como en efecto se hizo), dejando de lado las propuestas del Aeropuerto Internacional y la carretera pavimentada Cusco-Nazca, la que por fin se terminó de construir más de 20 años después, gracias a la partida habilitada por el gobierno de transición del Dr. Paniagua para la pavimentación del último tramo Chalhuanca – Abancay, por un pedido expreso de la Cámara de Comercio del Cusco.
El primer proyecto serio y que logra obtener la factibilidad técnica para un aeropuerto internacional en Cusco, lo elabora el Plan COPESCO en 1,983, fijando Chinchero como la ubicación más adecuada y dejando de lado Anta y Ocoruro (en Paruro). En el año 2,000 se vuelve a poner en agenda este proyecto a raíz de la posibilidad de concesionar la administración del actual Aeropuerto Velasco Astete, posibilidad a la que nuestras lucidas fuerzas sociales se opusieron (como era de esperarse); siendo ésta la razón por la cual CORPAC mantiene hasta hoy su deficiente administración; en la cual es casi imposible conseguir un local comercial por parte de las empresas Cusqueñas y en la que una acción menor como poner en condiciones aceptables los servicios higiénicos, requirió más de 2 años.
Como se puede ver, han pasado más de 40 años entre promesas, dudas y discusiones. Sin embargo, hoy tenemos la oportunidad de que por fin este proyecto se concrete y se inicien las obras mediante una Alianza Publico Privada, a raíz de un contrato ganado en concurso publico todavía el año 2,014 por el consorcio Kuntur Wasi, para este fin el Gobierno Regional del Cusco ya había adquirido previamente los terrenos necesarios, por más de 70 millones de dólares a las comunidades en Chinchero.
¿Qué se requiere para que este casi milagro por fin suceda? que se concrete la firma de una adenda donde se modifican los tiempos en el que el Gobierno Nacional debe entregar los fondos comprometidos. Pequeño pero sustancial cambio que significaría el ahorro para el gobierno de los costos financieros, que por los términos del contrato deficientemente elaborado por PROINVERSION, resultaban mayores que el costo de todo el proyecto.
Vivimos un momento político difícil por el descubrimiento desde el exterior de la mega corrupción patrocinada por las empresas Brasileras en varios países incluido el nuestro; y esta es la razón por la que el término “adenda” se ha convertido en mala palabra, ya que fue uno de los métodos que se utilizó para concretar estos actos de corrupción. Sin embargo hoy la garantía de que se haga el Aeropuerto de Chinchero en un plazo razonable depende de ella y por eso es que (a pesar de todos los temores) apoyamos su firma, y a partir de ello va nuestro compromiso de ser rigurosos en controlar los avances, procesos y plazos.
¿Y qué puede pasar si no se firma la adenda y se decide migrar hacia una obra pública? Lograríamos que nadie ose ganar dinero con nuestros recursos como reclaman airadamente algunos inmaculados patriotas y líderes sociales; y por supuesto estaríamos dispuestos a rescindir el contrato y asumir con dignidad todas las consecuencias que deriven.
Pero reflexionemos: Nadie constituye una empresa para no ganar, y ganar no es ilegitimo ni es corrupto cuando se garantiza un marco de legitimidad y legalidad; sin embargo esta apología de patriotismo y consecuente rescisión del contrato de concesión, con toda seguridad nos llevaría a una disputa arbitral y luego judicial por incumplimiento de contrato que podría durar otros 10 o 20 años, tiempo en el cual no se volvería a tocar ni una piedra. En el panorama más optimista con alguna indemnización del Estado (que todos condenaríamos) se podría obviar esta disputa, y se podría proceder a que sea obra pública; nuevos estudios, concursos, licitaciones, fácilmente unos 5 años más y como además las obras publicas sabemos cuándo se inician pero nunca cuando se terminan, lo más probable es que no tengamos el Aeropuerto Internacional de Chinchero en menos de 10 años (el proceso judicial por la concesión del Hotel Cusco lleva más de 15 años por ejemplo).
Entonces, ¿Cuánto perdemos los Cusqueños y nuestra economía regional por cada año de atraso? Cuando los ejecutivos de LAN buscaron el apoyo de la Cámara de Comercio para su intención de realizar vuelos nocturnos a Cusco, nos dieron una cifra; cada nueva frecuencia de vuelo hacia Cusco representaba 2 millones de dólares extras al mes de movimiento económico en la región ¿suena exagerado verdad? Por ello me puse a hacer los cálculos que le dan título al presente artículo y les comparto sus sorprendentes resultados:
- 150 pasajeros nuevos por vuelo por un gasto promedio en 3 días de estadía de 150 dólares al día por 30 días nos dan 2.025 millones de dólares al mes, lo que significa 24.3 al año.
- El Proyecto de Chinchero (AIC) está previsto para triplicar la capacidad del Velazco Astete, (AVA), hoy en el AVA, se reciben mínimo 20 vuelos al día en temporada baja duplicándose esta cifra en temporada alta por lo que se puede hablar conservadoramente de 25 vuelos al día, los que significan un movimiento anual en la economía regional de 607.5 millones de dólares y si el AIC triplicara esta capacidad significa que POR CADA AÑO DE ATRASO PODRÍAN LLEGAR A PERDERSE HASTA ALGO MÁS DE 1,200 MILLONES DE DÓLARES AL AÑO.
La situación actual no es la más elegante y la turbidez del momento político le ponen a esta oportunidad el peor de sus vestidos. Sin embargo, las preguntas que quedan flotando para nosotros los Cusqueños son las siguientes: ¿estamos dispuestos a esperar otros 40 años a causa de información inexacta, chauvinismos o mezquindades políticas? ¿Pecaremos una vez más de ingenuidad frente a los argumentos que con mucha elocuencia pregonan los intereses centralistas de siempre?