El Reporte
Fernando Rospigliosi
Analista Político
La exclusión del Comando Chavín de Huántar y del GEIN del desfile del 29 de julio ha sido, sin duda, un triunfo de la gavilla de corruptos comunistas en el poder y una derrota de los demócratas.
Los mandos de las Fuerzas Armadas se han sometido y han acatado esa humillación. Peor aún, intentaron encubrirla. Un comunicado del Ejército trató de engañar a la opinión pública afirmando que desfilaría una compañía Chavín de Huántar. En realidad, es una unidad que tiene ese nombre, pero no son los auténticos héroes que participaron en la operación del 22 de abril de 1997, que ahora están en el retiro, y que anualmente participaban en el evento.
Se trata de hechos simbólicos de una enorme significación.
El GEIN (Grupo Especial de Inteligencia) de la Policía Nacional, es el que capturó a los principales mandos terroristas en 1992, desarticulando a Sendero Luminoso y al MRTA. Son considerados, con justicia, héroes nacionales. Naturalmente, los herederos de SL y MRTA hoy en el poder, los detestan, aunque de la boca para afuera se vean obligados a homenajearlos -todavía-, en algunas ocasiones.
Los militares del comando Chavín de Huántar derrotaron a los terroristas del MRTA que tuvieron en jaque al país por cuatro meses.
Aunque las FFAA no son deliberantes pueden, en determinadas circunstancias, resistirse a cumplir órdenes aberrantes, como las que transmitió ese innombrable individuo que ocupa el Ministerio de Defensa, considerado con justicia como un traidor por sus antiguos compañeros de armas.
Es decir, en un evento efectuado en la Comandancia General del Ejército, el Pentagonito, podían haber exigido condiciones, por lo demás absolutamente razonables y justas: que desfilen, como ya es tradición, los comandos y el Gein.
No lo hicieron. Se sometieron vergonzosamente a la imposición de la gavilla de delincuentes comunistas que ocupa el gobierno, despreciando a sus hermanos que arriesgaron su vida y cumplieron con valor y eficiencia la misión que se les encomendó, derrotar a una banda de terroristas armados. Los dejaron fuera de su local, para que la policía los maltratara de manera indigna.
Nos estamos acostumbrando a muchas cosas horribles en el Perú. Una de las peores es lo que ha ocurrido el 29 de julio.
A algunos puede parecerles poco importante, intrascendente. En realidad, es importantísimo. Muestra que, a diferencia de lo que muchos creen, la gavilla comunista se está asentando en el poder. El control político de las FFAA y la PNP es decisivo para eso. Y han avanzado un paso más.
Y, dicho sea de paso, muestra una vez más que no se trata solo de una banda de delincuentes, sino de una banda de delincuentes comunistas. A una turba de malhechores no les interesaría el comando Chavín de Huántar ni el GEIN. A los comunistas sí.
En síntesis, hay que aquilatar la trascendencia del hecho y no disimularlo con frases autocomplacientes, como “el pueblo respaldó a los comandos”. Sí, fue así, pero a los comunistas en el poder eso les importa un bledo, para ellos lo que cuenta es la fuerza. Lampadia