Por: Fernando Rospigliosi
Expreso, 20 de Marzo del 2023
Uno de los diarios más importantes del mundo, el New York Times (NYT), ha publicado un artículo donde tergiversa groseramente lo ocurrido en el Perú durante los últimos meses. Titula así el reportaje: «La policía y el ejército de Perú usaron fuerza excesiva contra manifestantes. Una investigación de The New York Times revela que las fuerzas de seguridad dispararon municiones letales contra civiles desarmados, en las protestas de diciembre y enero». (16/3/23).
En realidad, las fuerzas del orden respondieron a los ataques de turbas criminales que, si tenían la oportunidad, no vacilaban en asesinar o lesionar a militares y policías, como ocurrió con seis soldados en Ilave y un policía en Juliaca, además de los cientos de heridos, algunos de los cuales siguen graves.
Lo que NYT denomina taimadamente «civiles desarmados» son, en realidad, hordas de delincuentes que han atacado con violencia letal a militares, policías y civiles.
Quien agrede a un miembro de las fuerzas del orden está cometiendo un delito (en 2015 una mujer fue sentenciada a 6 años por pegar una bofetada a un policía). ¿Qué pena merecerían los criminales que los atacan a pedradas, hondazos y explosivos que pueden causar heridas graves o la muerte? No cabe duda que quien participa en una agresión de esa naturaleza está cometiendo varios delitos tipificados en el código penal, sancionados con prisión efectiva. Por tanto, son delincuentes, no «civiles desarmados».
De igual forma, atacar e incendiar comisarías, sedes judiciales (con policías y funcionarios en su interior), destruir aeropuertos e instalaciones mineras y centros comerciales, son delitos graves. Los que los cometen son delincuentes, término completamente ausente en el artículo del NYT, para quien son solamente «manifestantes», que participaban en «protestas» en las que las fuerzas del orden no hicieron uso «de fuerza razonable y proporcional».
Cuando una turba de 3,000 vándalos ataca con violencia a un destacamento de 30 militares o policías, en una proporción de cien a uno, o cuando son ochenta a uno, ¿es «proporcional» usar las armas? ¿O lo «proporcional» es dejarse asesinar como el policía José Luis Soncco?
Soncco no fue asesinado salvajemente por una horda de criminales según NYT, sino «murió» cuando una turba «quemó su vehículo».
Por supuesto, si Soncco hubiera hecho uso de su arma cuando fue atacado por los asesinos y abatía a uno o dos de ellos, poniendo en fuga al resto, de seguro aparecería en el reportaje del NYT como haciendo uso «desproporcionado» de la fuerza contra «civiles desarmados». Pero estaría vivo.
En EEUU, cuando un individuo se muestra agresivo con un policía portando un palo o un cuchillo, el policía le dispara y lo mata, sin contemplaciones. Y nadie lo acusa ni lo procesa. Pero el doble rasero del NYT no contempla eso, por supuesto. En el Tercer Mundo las fuerzas del orden siempre son asesinas y las turbas son «civiles desarmados».
Un reportaje infame, que finge ser objetivo, y que hace mucho daño al Perú.