Por: Fernando Rospigliosi
El Reporte, 8 de Enero del 2023
Los brutales ataques a la Policía Nacional en Juliaca, con el saldo de varios efectivos heridos de consideración, muestran la manera de actuar de grupos violentistas que pueden agredir con toda impunidad a las fuerzas del orden.
Esto ocurre porque Dina Boluarte, Alberto Otárola y Víctor Rojas, ministro del Interior, les han prohibido hacer uso de sus armas para defenderse de esas turbas integradas por senderistas, ilegales y delincuentes.
Las manifestaciones públicas de esos y otros funcionarios del gobierno, solo incentivan la violencia. Ellos no respaldan con firmeza a las fuerzas del orden, no destacan el hecho que muchos han sido lesionados por defender a las personas y las instalaciones precisamente por órdenes de ese gobierno, sino lamentan las pérdidas en las filas de los vándalos agresores y prometen investigaciones para sancionar a los efectivos que han hecho uso legítimo de sus armas para impedir más muertes y destrucción.
Eso, naturalmente, desmoraliza a las fuerzas del orden y estimula a los violentistas a proseguir con el bloqueo de carreteras, asalto a los aeropuertos y ataque a la policía.
La interrupción del tránsito en Ica está causando un enorme perjuicio a la moderna agricultura de exportación, que emplea a decenas de miles de trabajadores formales. Y, como es obvio, impide la comunicación terrestre con todo el sur del país perjudicando las actividades económicas y a las personas que necesitan movilizarse.
Nada de eso parece inquietar a Boluarte, Otárola y el gobierno, que ahora están más preocupados por proteger a los vándalos y delincuentes que a los peruanos que trabajan para progresar y sacar adelante al país.
En medio de esta caótica situación, hay gente que propone imbecilidades y recibe cobertura en los grandes medios. Por ejemplo, un anónimo opinólogo le dice a Fernando Vivas que como ahora ya no hay guerras las FFAA deberían dejar las armas y “aprender a usar palos” para enfrentar a las turbas. (El Comercio, 7/1/23).
Esa necedad de que en el mundo actual ya no hay guerras y que se puede prescindir de las FFAA, dicha cuando está en curso en plena Europa una guerra feroz, impensable hace pocos meses, es propia de un débil mental. Desde el derrumbe de la Unión Soviética se empezó a repetir esa sandez y poco después estalló un brutal conflicto en el centro de Europa cuando se desintegró la ex Yugoeslavia. Para no mencionar las guerras en el Medio Oriente, África y, sin ir muy lejos, Colombia y México, asoladas por el narcotráfico.
Peor todavía, cuando desde Bolivia se alienta, con toda impunidad, el separatismo y la fragmentación del Perú, incitada descaradamente por un delincuente ex presidente de ese país que, además, es parte del grupo gobernante y que envía a ex funcionarios a patrocinar a los violentistas en el sur del Perú. Todo eso ante la complacencia de Boluarte y sus ministros.
La ambigüedad del gobierno ante estos hechos debe ser rechazada sin ambages. Hay que respaldar vigorosamente a las FFAA y PNP para que enfrenten con decisión a los violentos, reestablezcan el orden y aseguren la integridad del país.
Otrosí digo. La semana pasada señalé en esta columna como los empresarios estaban mudos precisamente en el tema de las fuerzas del orden, no las respaldaban. El 2 de enero la Cámara de Comercio de Lima emitió un rotundo pronunciamiento: “CCL respalda esfuerzos de las FFAA y PNP para garantizar seguridad y bienestar de ciudadanos”.
Antes, el 15 de diciembre, la Agap (Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú), había publicado un firme comunicado: “Respaldamos a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas en esta difícil tarea de recuperar el orden interno y lograr la paz social, en el marco del Estado de Emergencia y la Constitución”.
¡Bien por ellos! Ojalá otras organizaciones y gremios tuvieran el valor y la decisión de hacer lo correcto.