Fernando Rospigliosi
Expreso, 24 de junio de 2024
Un día como hoy, hace 55 años, el gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado promulgó la ley de reforma agraria (Decreto Ley 17716), una de las medidas más importantes del proyecto socialista de ese régimen. El resultado fue un fracaso total y absoluto. Arruinó completamente el campo peruano, propició una descontrolada migración a las ciudades y favoreció, una década más tarde, el surgimiento y la expansión del grupo terrorista Sendero Luminoso (SL).
Los comunistas, socialistas y caviares, expertos en falsificar la historia, como no pueden refutar un hecho incontrovertible, la ruina del agro peruano a causa de la malhadada reforma, pretenden hacer creer que gracias a ella el terrorismo no se propagó con más fuerza, cuando en realidad ocurrió lo contrario.
La reforma velasquista destruyó el orden tradicional y no lo sustituyó con nada. Ahí es donde aparecen SL y el MRTA para llenar ese vacío.
Como dice el sociólogo Giovanni Bonfiglio, el orden tradicional, paternalista o vertical “fue eliminado sin ser reemplazado por uno alternativo. (…) El vacío de poder trató de ser llenado por fuerzas disruptivas que ofrecieron poner orden, cosa que demandaban los campesinos y ex socios de empresas asociativas, sobre todo los más pobres.” (“Las empresas de la reforma agraria peruana 40 años después”, 2019).
El caos y la caída de la producción creada en el campo por la reforma velasquista fue, pues, el ambiente propicio para la expansión de los grupos terroristas. También los campesinos migrantes en las ciudades, desarraigados y sin medios de subsistencia, fueron terreno fértil para la infiltración de las organizaciones terroristas.
La investigación de Bonfiglio abarcó 155 empresas, casi la cuarta parte de las 659 empresas colectivas creadas por la reforma agraria. Esas 155 fueron visitadas en 1978 por un equipo de investigadores (el trabajo quedó inconcluso pues no se culminó el informe final) y luego, en 2018, el autor volvió a examinar las mismas para comprobar lo que había ocurrido con ellas.
Comprobó que solo 5 subsistían, el 0.75% del total. Las otras habían sido disueltas y reestructuradas bajo diversas modalidades, “en las que el denominador común ha sido la parcelación de las tierras”.
Donde la resistencia a la colectivización se dio con más fuerza y triunfó, fue en “las comunidades campesinas, que se opusieron al intento de ser convertidas en cooperativas. Ello se dio en toda la sierra del país.”
Y agrega Bonfiglio que “el crecimiento del número de comunidades (más de 6000 en 2012) no significa un crecimiento o conservación del comunitarismo agrario, sino una forma de asegurar la propiedad de parcelas de tierra en un contexto de incertidumbre y crisis del Estado, apelando a la fórmula jurídica comunal de carácter protectivo que contempla la ´imprescriptibilidad e inembargabilidad´ de la tierra.”
En síntesis, el experimento socialista de Velasco empobreció al Perú, destruyó el agro y ayudó al surgimiento y expansión del terrorismo.