Fernando Rospigliosi
Expreso, 9 de setiembre del 2024
La ley que devuelve la investigación preliminar a la Policía se aprobó en el Congreso por 80 votos contra 24. De esta manera, volvemos a una práctica que siempre ha existido en el Perú y que es la que funciona en todos los países civilizados del mundo.
La chilla caviar contra esta norma, que cambia un sistema que ha fracasado y que ha permitido un aumento descontrolado de la delincuencia, no se ha hecho esperar.
El principal argumento que utilizan es tan ridículo que no merecería siquiera ser mencionado si no fuera porque la inmensa maquinaria de propaganda que ellos manejan lo repite incansablemente: la policía, dicen, es un organismo político y sus investigaciones van a estar orientadas por el gobierno.
Así, vociferan, ni el presidente de la República ni los altos cargos podrán ser investigados con imparcialidad.
Es una evidente necedad que hay que refutar solo por la razón mencionada, su incesante reproducción en sus medios de propaganda.
En primer lugar, la policía –así como las FFAA– depende del gobierno en todas partes del mundo. Y en todo el mundo, la policía investiga los delitos y el sistema judicial procesa a los delincuentes.
En segundo lugar, investigar a un presidente por delitos comunes durante su mandato no es habitual ni en el Perú ni en ninguna parte. Que en el último período hayamos tenido mandatarios involucrados en infracciones es una anormalidad que, esperemos, no se repita.
En tercer lugar, la investigación de un presidente y de altos cargos tiene procedimientos especiales establecidos en la Constitución, precisamente para evitar irregularidades.
Por último, esa no es una tarea básicamente policial ni ocupa ni una milésima parte de los esfuerzos policiales que, como es obvio, están orientados a perseguir a narcotraficantes, sicarios, asaltantes, violadores, etc.
Lo importante, no obstante, es que la policía –como las FFAA– tiene una organización diferente a la de otras instituciones del Estado. Se recluta a sus miembros por concurso, estudian enclaustrados en escuelas especiales y desarrollan una carrera durante cuarenta años con un sistema meritocrático de ascensos. Son organizaciones particularmente cuidadosas con la no politización de sus miembros.
Y sus integrantes saben perfectamente que los gobiernos pasan y ellos permanecen. Por tanto, es peligroso comprometerse políticamente.
Como el cinismo caviar no tiene límites, ahora resulta que entre los más vocingleros críticos de la ley están los que introdujeron la politización en la policía, creando una policía política y poniendo al frente a un esbirro suyo. O pasando a retiro ilegalmente a 18 generales para colocar a un inútil al frente de la PNP cuyo único mérito era ser un lambiscón de los caviares. ¡Y tienen el desparpajo de hablar de politización de la policía!
Además, no hay institución más politizada que la fiscalía que, capturada y convertida en instrumento de la mafia caviar, se ha dedicado a perseguir a sus adversarios y proteger a sus amigos. Y a liberar delincuentes todos los días.