Por: Fernando Ortega
RPP, 23 de agosto del 2023
Si bien aún contamos con importantes reservas de algunos metales para los próximos siglos, tanto en la corteza terrestre como en los depósitos de reciclaje, los geólogos están levantando los ojos hacia el firmamento, pues desde hace muchos años se conoce que en nuestro Sistema Solar existen inmensos depósitos de minerales que asegurarían su explotación por cientos y miles de años.
Muchas personas que conocen que mi primera formación de pregrado es la de ingeniero metalúrgico y siderúrgico, me están preguntando en las últimas semanas si es cierto que ya se está pensando en la explotación de recursos minerales fuera de nuestro planeta. Y la respuesta que siempre les doy, y que les sorprende, es: ¡Ya se viene trabajando en ello!
Todos somos conscientes que los recursos minerales de la Tierra son finitos y escasos, y que los venimos explotando desde hace 8,000 años, cuando en algún lugar del Asia Menor se descubrió el cobre nativo. Desde entonces, los diversos metales han venido acompañando a nuestra civilización, participando del desarrollo de la agricultura y de la cerámica, pero también de nuestras guerras, siendo el acero la aleación que permitió a algunos países a conquistar inmensos territorios.
Si bien aún contamos con importantes reservas de algunos metales para los próximos siglos, tanto en la corteza terrestre como en los depósitos de reciclaje, los geólogos están levantando los ojos hacia el firmamento, pues desde hace muchos años se conoce que en nuestro Sistema Solar existen inmensos depósitos de minerales que asegurarían su explotación por cientos y miles de años.
Esto está generando un gran interés de los países más desarrollados y de sus empresas, por conocer cada vez más el potencial económico de las reservas minerales de los demás planetas, sus satélites (incluyendo nuestra Luna) y de los asteroides existentes en nuestro Sistema Solar.
Justamente, el mayor interés se está concentrando en el cinturón de asteroides que se localiza entre las órbitas de Marte y Júpiter, donde se encuentran miles de objetos celestiales que varían en tamaño y composición, desde los 945 km de diámetro (del planeta enano Ceres) hasta un metro de diámetro. Un porcentaje significativo de ellos son metálicos y contienen níquel y hierro, pero también cantidades importantes de metales tan valorados en la Tierra como el oro, plata, platino, rodio, paladio, entre otros, que podrían justificar su explotación comercial. No olvidemos que los metales que se encuentran en nuestro planeta llegaron del espacio exterior cuando la Tierra, aún en formación, recibió un intenso bombardeo de asteroides hace más de 4,000 millones de años.
La explotación de recursos fuera del planeta Tierra no es un tema de ciencia-ficción. Ya en 1964 el astrofísico soviético Nikolái Kardashev estableció el índice de evolución tecnológica de una civilización:
• Civilización de Tipo I, aquella que es capaz de utilizar los recursos de su planeta.
• Civilización de Tipo II, aquella que es capaz de utilizar los recursos de su sistema estelar (en nuestro caso, el Sistema Solar).
• Civilización de Tipo III, aquella que es capaz de utilizar los recursos de su galaxia.
Por lo tanto, la explotación de los recursos minerales de otros cuerpos celestiales de nuestro Sistema Solar, nos marcaría el camino “natural” para pasar a ser una civilización de Tipo II.
¿Qué retos deberíamos afrontar? En realidad son varios, desde el desarrollo de tecnologías de explotación minera que puedan operar con gravedad cero o valores cercanos a cero, como todo el sistema logístico que permita la traída del metal valioso a la Tierra, pasando por tecnologías que permitan la permanencia en el espacio de humanos por largos períodos de tiempo. Aún estamos en las etapas iniciales del desarrollo de estas tecnologías, pero éstas ya han sido consideradas en los planes de desarrollo científico y tecnológico de varios países desarrollados, lo cual significa que los investigadores de esas naciones dispondrán de recursos para profundizar sus estudios.
Perú es un país minero, pues más de la mitad de nuestras exportaciones provienen de esta actividad. Ya habíamos tratado en anteriores oportunidades el riesgo que supone para nuestra economía, el desarrollo tecnológico de los nuevos materiales nanoestructurados, con mejores características físicas y químicas que los materiales naturales que explotamos. A ello debemos sumar ahora, el riesgo potencial para nuestros intereses que significa la explotación minera en el espacio.
Escribo este artículo a pocas horas que la India ha dado un paso gigantesco en su desarrollo tecnológico al colocar el módulo Vikram de su misión Chandrayaan-3 en el Polo Sur de la Luna, convirtiéndose así en el cuarto país en alcanzar con éxito la superficie de nuestro satélite natural. ¡Felicitaciones a los científicos y tecnólogos indios! Son un ejemplo para todos los habitantes de los países en vías de desarrollo.