El proyecto de irrigación de las tierras de Olmos es una hermosa realidad. Cerca de 40 mil hectáreas desérticas tienen ahora acceso a agua presurizada. En ellas se hará la mejor agricultura del mundo. De buenas a primeras, Lambayeque pasará a ser una de las principales regiones agroindustriales del país.
Lo que toda la vida fue un desierto semiárido e improductivo, será –gracias al proyecto Olmos– un emporio productivo agroindustrial. Miles de peruanos trabajaron en el proyecto cuya ingeniería y organización fue admirable. El proyecto implicó el abastecimiento de una inmensa gama de bienes y servicios, la mayoría de los cuales fue proveídos por una inmensa red de proveedores peruanos y –particularmente– lambayecanos.
El mérito de esta gran obra es múltiple. Gobiernos nacionales y regionales fueron determinantes para la realización de Olmos. Lo mismo cabe decir de inversionistas y empresarios que participaron activamente en la construcción del proyecto.
El trasvase implicó la construcción de una presa –la presa Limón– en la vertiente oriental de la cordillera donde se podrán almacenar 40 millones de metros cúbicos de agua, además de la construcción del túnel trasandino; un túnel de 20 kilómetros, el más largo del país, y el segundo más profundo del mundo.
La irrigación también es una obra de ingeniería extraordinaria. Bocatoma, canal, desarenador, vaso regulador, tuberías, caminos, redes eléctricas… Cada obra es un derroche de ingenio y laboriosidad.
Pero lo mejor está por venir. Muchísimos peruanos migrarán a Olmos para vivir y trabajar en la irrigación. Muchos profesionales trabajarán en las empresas agroindustriales que han empezado a operar en Olmos. Miles de nuevas empresas se formarán para abastecer la gran demanda que se generará a partir de este gran proyecto norteño.
Ojalá hagamos varios “Olmos” a lo largo de nuestra cordillera. La naturaleza peruana está hecha para llevar aguas sobrantes de la vertiente oriental de los Andes a la vertiente occidental. Efectivamente, el clima de la costa es ideal para hacer una agricultura de excelencia. Lo único que le falta es el agua, la cual abunda al otro lado de la cordillera.
Ica y Arequipa –por solo mencionar dos regiones– deberían seguir el ejemplo de Olmos, y hermanarse con sus pares andinos, tal como Lambayeque se hermanó con Cajamarca para hacer Olmos. Ciertamente, Ica debe hermanarse con Huancavelica y Ayacucho, así como Arequipa debe hermanarse con Cusco para trasvasar parte de las aguas sobrantes de las cuencas atlánticas hacia las cuencas del Pacífico.
Para ello, la sierra debe merecer una compensación justa y permanente por cederle a la costa parte de sus aguas sobrantes. Un canon hídrico –similar al canon minero– podría facilitar mucho la hermandad del agua entre la costa y la sierra. ¿Por qué no? Que el 50% del impuesto a la renta que se genere a partir del agua trasvasada, revierta a la fuente. Es decir, a la sierra.
Todo aquel que visita Olmos –sobre todo los extranjeros– se queda con la boca abierta. “Esto es extraordinario –dicen los visitantes y agregan–: El Perú es un ejemplo para el mundo”. Eso escuché muchas veces cuando visitaba Olmos durante el proceso de construcción. Simplemente, Olmos es un orgullo del Perú.