El auge productivo de Ica se debe –en gran medida– al aporte de los migrantes de la Sierra, particularmente de Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y otras regiones del interior del país. Al respecto, me parece criticable que las autoridades iqueñas no les brinden a estos generosos compatriotas las facilidades que merecen para vivir y trabajar dignamente. Efectivamente, el proceso migratorio es muy sacrificado y traumático, empezando por las garras de los traficantes de tierras, que abusan, engañan y hasta estafan a esta pobre gente. Es lamentable. Si algo merecen los migrantes andinos, es cariño, respeto y –sobre todo– facilidades para que vivan dignamente: agua y desagüe, electricidad, educación, servicios de salud, centros de recreación. Eso y mucho más se merecen los migrantes que llegan a Ica, los cuales constituyen un gran soporte del auge productivo de la región.